"(...) 2- Turrón = ya tenemos Presi. Gracias a la CUP, que ha sido decisiva con
su abstención. ¿Por qué la CUP ha asegurado un Presi supremacista?
Supongo que por varios motivos. Posiblemente, culturales, pues hay pocos
motivos políticos.
En el último CIS cat, la CUP subía un güevo, hasta
los 11 dipus. Le hubiera convenido ir a por elecciones, digo yo. O,
estéticamente, no ser la fuerza que posibilitara el retorno de la
autonomía tras el 155; esto le convierte, desde ayer, cuando lo decidió,
en el partido más autonomista del mercado.
3- Y eso que hay competencia para serlo. Desde el lunes posterior al
27O, que fue viernes, todos los partidos cat son, zas, autonomistas. Es
decir, al reconocer las elecciones del 21D, reconocieron el 155 y, con
él, la Consti y el carácter autonómico de la cosa. ¿Por qué no se
plantaron? ¿Por qué concurrieron a las elecciones? ¿Por qué no dejaron
al Gobierno que las convocaba en pelotas, sin algo parecido al 50% de
los electores, visualizando un problemón político en el mundo mundial?
Supongo que porque nunca lo habían hecho. Porque el Procés nunca ha sido
un proceso de autodeterminación, ni de ruptura. Ha sido el intento de
crear un objeto, con el que negociar con un Gobierno que no negocia
cualquier cosa que no sea la indepe. Ha sido un conflicto entre élites,
que dejaron de hablarse, aún cuando tenían tanto y tan similar que
decirse, por lo que necesitaban un objeto que etc.
Ha sido un proceso
electoral. Ha sido un intento, exitoso, por el que una élite, que tenía
que ir al Parlament en helicóptero, ahora pueda ir, si así lo desea, en
patinete y trikini, que nadie se reirá, sino que aún les cantarán,
henchidos por la emoción, el himno.
4- Supongo que el motivo cultural de peso para el apoyo de la CUP, vía
su abstención, a un Presi supremacista, pasa por el concepto poble/pueblo/volks. La
idea de que, cuando se es pueblo uno está más próximo a alguien de su
pueblo, como Torra, que a alguien de otro pueblo, como David Bowie –el
cantante: el héroe del Álamo/el pueblo tejano se llamaba Jim–.
5- El concepto pueblo es útil para la antropología, es
decir, para la Academia. Pero para la política es una broma pesada, como
se constata de su uso, como garrote, a lo largo de la historia. Fontana
ha aludido al concepto pueblo para aludir a la sociedad catalana. Y lo
que diga Fontana, para aquí el menda, va a misa.
Pero creo que ese
concepto, aplicado a la política, provoca serios problemas cotidianos. Y
más conforme se avanza al fondo y a la izquierda. El concepto sociedad
me parece, en mi humildad, más acertado y pragmático. Ayuda. Una
sociedad y un pueblo se conservan de manera diferente.
El pueblo suele
conservarse más y mejor en formol, mientras que para conservar una
sociedad es necesaria la discusión, los derechos, la corrección de la
desigualdad, y ciertas dosis de educación.
6- El gran argumento de la CUP para su voto/abstención,
que posibilita un Presi autonómico como la copa de un pino –un pino
autonómico, quiero decir–, es que la CUP velará para que no sea
autonómico. Lo que, enunciado así, ya es un chiste. En todo caso, la CUP
vuelve a reivindicar el rol de fiscalizador del Procés. Con
todo el cariño del mundo, es preciso señalar que, si algún día tengo lío
en los tribunales, espero que el fiscal sea como la CUP.
7- Hasta la fecha, la CUP ha sido la pieza clave para
evitar percibir que el Procés es un sistema propagandístico. En 2014 fue
el único partido que avaló la consulta del 9N. Es decir, la hizo
posible y con ello se evitó la percepción social de que aquello no era
un referéndum, que no era lo prometido por CDC/Mas, que el trayecto no
era político, sino sentimental, y que el beneficiario de todo lo que
pasaba en ese marco era su propietario, la derecha.
En 2015, facilitando
la elección de Puigde, evitó unas elecciones, en las que CDC hubiera
tenido que explicar en campaña que el objetivo de las elecciones era
ganarlas y hacer Presi a Mas, no ningún proceso de autodeterminación.
En
septiembre de 2017 votó la Llei de Desconexió, una ley que une
Ejecutivo a Judicial, en la línea húngaro-polaca, en vez de fiscalizarla,
en vez de intentar crear, vamos, un marco propio y de izquierdas para
la cosa Procés, o de explicar que el Procés, políticamente, estaba
majara. El fiscalizador del Procés, por último, no se enteró –o
se enteró después, por la prensa, como los políticos de la Transi se
enteran de todo– de que todo era simbólico, y de que nadie iba a
declarar ninguna DUI.
En todo este trance, la CUP no nos ha librado de
un nacionalismo esencialista modulado por la derecha, sino que ha
seguido con el concepto poble como marco. Si bien, para ser justos, no
ha sido el único grupo de izquierdas en darle como un poseso a la
palabra poble.
9- Cat gana a Esp en descomposición de Régimen, por lo que hay que tomar
nota de lo que pasa en Cat. Y en sus izquierdas. En ese sentido, hay
que observar a la CUP como lo que es –la izquierda radical que ha estado
más cerca de un gobierno– y extraer conclusiones para todos. Las
izquierdas, en ese sentido, no son un monopolio. Son una cultura amplia.
Por lo que hay que aprender de sus errores e intentar dialogarlos. En
ese sentido, observar a la CUP puede ayudar a las izquierdas
peninsulares tentadas a apostar por el marco pueblo. Sí, con el marco
pueblo se ganan más votos que sin él. Pero la capacidad de hacer
políticas diferenciadas de la derecha disminuye.
De ruptura, ni te digo.
Apostar por ser la única izquierda posible, por la izquierda como
identidad –no sólo nacional; la izquierda como autoformulación, como
identidad, como peinado, como texto de una camiseta, como léxico– es una
muy buena idea comercial. Pero también una invitación al
ensimismamiento y a la irrelevancia discursiva. Algo que puede también
crear –ya ha pasado, me temo– sistemas de selección negativa procesista
en las izquierdas.
Las izquierdas, lo dicho, somos una cultura. Es
decir, muchas. No unos gestos y palabras teatrales, dogmáticas, con las
que son fáciles los eslóganes, si bien es imposible dialogar.
Como perdamos la capacidad de hablarnos, estamos perdidos. Más en Cat,
donde podemos acabar con tantas izquierdas como pueblos nos proponga la
derecha. Lo que sería la monda. (...)
14- La CUP, cabe suponer, dificultará la legislatura. También cabe
suponer que la legislatura pensará en la CUP, y ofrecerá algo parecido a
un Proceso Constituyente, o a una Asamblea de Representantes. Si se les
puede ofrecer consulta por referéndum, o no-DUI por DUI, y los
“fiscalizadores” compran, pues esto también.
La fiscalización parece
consistir, desde 2012, en pugnar por el léxico. Esa cosa que puede
esconder la nada en una política propagandística y de marcos, como ya se
vio, por todo lo alto, el 27O. (...)" (Guillem Martínez, CTXT, 15/05/18)
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