18/5/18

La CUP apoya el 'procés' que sólo ha sido un intento, exitoso, por el que una élite, que tenía que ir al Parlament en helicóptero, ahora pueda ir en patinete. Porque el Procés nunca ha sido un proceso de autodeterminación, ni de ruptura. Ha sido el intento de crear un objeto con el que negociar con el Gobierno

"(...) 2- Turrón = ya tenemos Presi. Gracias a la CUP, que ha sido decisiva con su abstención. ¿Por qué la CUP ha asegurado un Presi supremacista? Supongo que por varios motivos. Posiblemente, culturales, pues hay pocos motivos políticos. 

En el último CIS cat, la CUP subía un güevo, hasta los 11 dipus. Le hubiera convenido ir a por elecciones, digo yo. O, estéticamente, no ser la fuerza que posibilitara el retorno de la autonomía tras el 155; esto le convierte, desde ayer, cuando lo decidió, en el partido más autonomista del mercado. 

3- Y eso que hay competencia para serlo. Desde el lunes posterior al 27O, que fue viernes, todos los partidos cat son, zas, autonomistas. Es decir, al reconocer las elecciones del 21D, reconocieron el 155 y, con él, la Consti y el carácter autonómico de la cosa. ¿Por qué no se plantaron? ¿Por qué concurrieron a las elecciones? ¿Por qué no dejaron al Gobierno que las convocaba en pelotas, sin algo parecido al 50% de los electores, visualizando un problemón político en el mundo mundial? 

Supongo que porque nunca lo habían hecho. Porque el Procés nunca ha sido un proceso de autodeterminación, ni de ruptura. Ha sido el intento de crear un objeto, con el que negociar con un Gobierno que no negocia cualquier cosa que no sea la indepe. Ha sido un conflicto entre élites, que dejaron de hablarse, aún cuando tenían tanto y tan similar que decirse, por lo que necesitaban un objeto que etc. 

Ha sido un proceso electoral. Ha sido un intento, exitoso, por el que una élite, que tenía que ir al Parlament en helicóptero, ahora pueda ir, si así lo desea, en patinete y trikini, que nadie se reirá, sino que aún les cantarán, henchidos por la emoción, el himno.

 4- Supongo que el motivo cultural de peso para el apoyo de la CUP, vía su abstención, a un Presi supremacista, pasa por el concepto poble/pueblo/volks. La idea de que, cuando se es pueblo uno está más próximo a alguien de su pueblo, como Torra, que a alguien de otro pueblo, como David Bowie –el cantante: el héroe del Álamo/el pueblo tejano se llamaba Jim–. 

5- El concepto pueblo es útil para la antropología, es decir, para la Academia. Pero para la política es una broma pesada, como se constata de su uso, como garrote, a lo largo de la historia. Fontana ha aludido al concepto pueblo para aludir a la sociedad catalana. Y lo que diga Fontana, para aquí el menda, va a misa. 

Pero creo que ese concepto, aplicado a la política, provoca serios problemas cotidianos. Y más conforme se avanza al fondo y a la izquierda. El concepto sociedad me parece, en mi humildad, más acertado y pragmático. Ayuda. Una sociedad y un pueblo se conservan de manera diferente. 

El pueblo suele conservarse más y mejor en formol, mientras que para conservar una sociedad es necesaria la discusión, los derechos, la corrección de la desigualdad, y ciertas dosis de educación.

6- El gran argumento de la CUP para su voto/abstención, que posibilita un Presi autonómico como la copa de un pino –un pino autonómico, quiero decir–, es que la CUP velará para que no sea autonómico. Lo que, enunciado así, ya es un chiste. En todo caso, la CUP vuelve a reivindicar el rol de fiscalizador del Procés. Con todo el cariño del mundo, es preciso señalar que, si algún día tengo lío en los tribunales, espero que el fiscal sea como la CUP.

7- Hasta la fecha, la CUP ha sido la pieza clave para evitar percibir que el Procés es un sistema propagandístico. En 2014 fue el único partido que avaló la consulta del 9N. Es decir, la hizo posible y con ello se evitó la percepción social de que aquello no era un referéndum, que no era lo prometido por CDC/Mas, que el trayecto no era político, sino sentimental, y que el beneficiario de todo lo que pasaba en ese marco era su propietario, la derecha. 

En 2015, facilitando la elección de Puigde, evitó unas elecciones, en las que CDC hubiera tenido que explicar en campaña que el objetivo de las elecciones era ganarlas y hacer Presi a Mas, no ningún proceso de autodeterminación. 

En septiembre de 2017 votó la Llei de Desconexió, una ley que une Ejecutivo a Judicial, en la línea húngaro-polaca, en vez de fiscalizarla, en vez de intentar crear, vamos, un marco propio y de izquierdas para la cosa Procés, o de explicar que el Procés, políticamente, estaba majara. El fiscalizador del Procés, por último, no se enteró –o se enteró después, por la prensa, como los políticos de la Transi se enteran de todo– de que todo era simbólico, y de que nadie iba a declarar ninguna DUI. 

En todo este trance, la CUP no nos ha librado de un nacionalismo esencialista modulado por la derecha, sino que ha seguido con el concepto poble como marco. Si bien, para ser justos, no ha sido el único grupo de izquierdas en darle como un poseso a la palabra poble.

 9- Cat gana a Esp en descomposición de Régimen, por lo que hay que tomar nota de lo que pasa en Cat. Y en sus izquierdas. En ese sentido, hay que observar a la CUP como lo que es –la izquierda radical que ha estado más cerca de un gobierno– y extraer conclusiones para todos. Las izquierdas, en ese sentido, no son un monopolio. Son una cultura amplia. 

 Por lo que hay que aprender de sus errores e intentar dialogarlos. En ese sentido, observar a la CUP puede ayudar a las izquierdas peninsulares tentadas a apostar por el marco pueblo. Sí, con el marco pueblo se ganan más votos que sin él. Pero la capacidad de hacer políticas diferenciadas de la derecha disminuye. 

De ruptura, ni te digo. Apostar por ser la única izquierda posible, por la izquierda como identidad –no sólo nacional; la izquierda como autoformulación, como identidad, como peinado, como texto de una camiseta, como léxico– es una muy buena idea comercial. Pero también una invitación al ensimismamiento y a la irrelevancia discursiva. Algo que puede también crear –ya ha pasado, me temo– sistemas de selección negativa procesista en las izquierdas.

 Las izquierdas, lo dicho, somos una cultura. Es decir, muchas. No unos gestos y palabras teatrales, dogmáticas, con las que son fáciles los eslóganes, si bien es imposible dialogar. Como perdamos la capacidad de hablarnos, estamos perdidos. Más en Cat, donde podemos acabar con tantas izquierdas como pueblos nos proponga la derecha. Lo que sería la monda.  (...)

14- La CUP, cabe suponer, dificultará la legislatura. También cabe suponer que la legislatura pensará en la CUP, y ofrecerá algo parecido a un Proceso Constituyente, o a una Asamblea de Representantes. Si se les puede ofrecer consulta por referéndum, o no-DUI por DUI, y los “fiscalizadores” compran, pues esto también.

 La fiscalización parece consistir, desde 2012, en pugnar por el léxico. Esa cosa que puede esconder la nada en una política propagandística y de marcos, como ya se vio, por todo lo alto, el 27O. (...)"                (Guillem Martínez, CTXT, 15/05/18)

No hay comentarios: