14/5/18

El proceso vuelve a empezar. Si observan con atención el rostro de Quim Torra verán a un hombre nostálgico, que vive con Prat de la Riba. Pero es que todo eso ya pasó, la sociedad catalana evolucionó. Sí, ¿independencia de quién y para qué en 2018? Tal vez, lo que Cataluña no ha sabido incorporar es una corriente liberal, que prime la idea de ciudadanía...

"Era ya otro país. No lo quisieron aceptar. Es una realidad diferente, con la que se debe poner en pie otro discurso, otro modelo social. Gustará más o menos, provocará añoranza, tristeza, pero es la vida. Las palabras no son exactas, pero recuerdo el significado de sus explicaciones y los gestos del historiador Joan Lluís Marfany al relatar esas ideas, en una conversación sobre su libro Nacionalisme espanyol i catalanitat (Edicions 62). 

Marfany se refería a la evolución de Cataluña, a los años cincuenta y sesenta, cuando los españoles del resto de España se trasladan a Cataluña por cuestiones laborales, cuando se conforma una sociedad nueva, aunque ya había experimentado importantes cambios desde los años veinte, con las primeras oleadas de inmigrantes.

Hay muchas interpretaciones, y buenos deseos para contar esa historia. Y podía haber acabado bien, si los defensores de la Cataluña primigenia se hubieran olvidado de sus lamentos y añoranzas. Pero todo camina en dirección contraria.

Si observan con atención el rostro de Quim Torra verán a un hombre nostálgico, que vive con Prat de la Riba, en un apartamento alquilado, que dialoga con él y es capaz de ofrecer consejos al presidente de la Mancomunitat. Torra no está sólo. 

Unos cuantos iluminados creen que todo es todavía posible, que el Noucentisme no acabó, que sigue vigente, y que ya toca culminar el proyecto político: un país moderno, al estilo germánico, con una lengua catalana que brilla, con un pueblo culto, todo ordenado, frente a ese pueblo español que languidece, patán, que no sabe comportarse, que no está a la altura de las democracias avanzadas.

Pero es que todo eso ya pasó. Es que la sociedad catalana evolucionó, con influencias distintas, con aportaciones de muchas latitudes, y es, ahora, una sociedad, sí, moderna, que pide que se protejan los derechos individuales y se le deje a cada uno ser como es. El Noucentisme, señores y señoras, desapareció, fue fruto de una época, crucial para Cataluña, eso que nadie lo olvide, pero pasó señor Quim Torra. 

Deje de discutir con su amigo Prat de la Riba o con sus compañeros invisibles de Acció Catalana, el partido que surgió a partir de la Lliga. Señores y señoras independentistas, dejen la historia ya, para los profesionales y para los estudiantes. 
Todo eso hay que conocerlo, sí, pero ya no vale aplicar, como dicen ahora los independentistas sobre el Gobierno español en relación a la situación vasca y catalana, la plantilla del Noucentisme, que Jordi Pujol prorrogó desde 1980.

Y es que, aunque pese, no se trata de demonizar nada ni ninguna idea. Pero es la propia idea del independentismo la que es un error. Sí, ¿independencia de quién y para qué en 2018? Cataluña ya no será la Cataluña primigenia que añora Torra. 

Cuanto antes reaccione toda esa intelectualidad que ha vivido y vive del procés, cuanto antes rectifiquen los políticos independentistas, cuanto antes sepan ver que la aventura de Puigdemont ha sido un verdadero desastre, más ayudarán a todos los catalanes, a los que leen con pasión las aventuras de la penya de l’Ateneu y a los catalanes que, siendo respetuosos con el sentimiento comunitario, lo que desean es desarrollar sus vidas como hombres y mujeres con derechos y obligaciones, libres, en un país democrático y poco más.

Tal vez, lo que Cataluña no ha sabido incorporar es una corriente liberal, que prime la idea de ciudadanía, que exija a sus gobernantes que gestionen con rigor, y dejen de soñar ya en proyectos superados por el tiempo, amarillentos, que descansan en viejos papeles que Torra ha estudiado y ha editado con pasión. 

Está muy bien para pasar una tarde agradable, con un buen puro --aunque yo no fumo-- pero puede ser ya nefasto para los intereses de los ciudadanos que Torra y sus amigos, y el hombre de Berlín, dicen defender. No, no puede ser ese el camino, el de un señor, Quim Torra, que sólo piensa en lo auténtico, en un país de catalanes-catalanes --es una distinción muy clara que algunos entenderán-- dispuestos a hacer realidad sus sueños disparatados."                (Manel Manchón, 12/05/18)

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