"(...) Se ha extendido entre la intelligentsia catalana, en la industria
cultural, el concepto de que si nos creemos una serie de cosas y
conseguimos que la sociedad se las crea, esas cosas van a existir.
Entonces, desparece el concepto de verdad, como una identificación entre
los significados y la realidad, y lo que hacemos es decir “República
catalana”, “somos independientes”, “España es Turquía”, etc.
Podemos
decir cualquier cosa y si conseguimos que todo el mundo se la crea, esa
cosa va a ser verdad. Nuestra preocupación deja de ser reflejar la
realidad y se convierte en crearla. Pero no se ve como una realidad
paralela, porque en el momento en que dices que la realidad es lo que
dices crees que estás modificando la propia realidad. Y tampoco es una
corriente aislada. Es algo de lo que ya hablaron Laclau o Althusser.
¿Para que esto ocurra, es necesario el concurso de una industria cultural?
En los años 80, colaborábamos con Joaquín
María Puyal en un programa de televisión que se llamaba “La vida en un
chip”. Antes de empezar el programa., había como una sitcom
de veinte minutos que discurría en un bar de Barcelona (donde entraba y
salía mucha gente porque allí se vendían billetes de autobús), en el
que se comentaba algún tema de actualidad, que luego se trataba en el
programa.
En dos o tres años que duró el programa, nunca entró en el bar
nadie que hablara castellano. Si, como estadísticos, nos preguntamos
sobre la probabilidad de que en un bar de Barcelona no entre nadie que
hable castellano, resulta incomprensible. Eso era una licencia, que se
discutía mucho, porque Puyal quería que todo fuese lo más realista
posible. Pero tenía esa limitación. Podía ser muy realista, menos eso.
En ese momento no me daba cuenta, porque pensaba que estábamos
reconstruyendo un país y por tanto nos tomamos una licencia artística,
en aras de nuestro patriotismo catalán. Eso empezó como una cosa
inocente…, pero esa gente, que es la mitad de la población, no solo dejó
de entrar, por decisión nuestra, en ese programa, sino en TV3 o en
cualquier otro sitio.
En el momento en que aquello se generalizó acabó
convirtiéndose en ignorar al 50% de la población. El problema que ha
tenido este sistema de crear una situación política inventada a base de
modificar el lenguaje es que un cincuenta por ciento de la gente no se
lo ha creído, que cuando había que creerse que no entraba nadie que
hablara castellano pues se creía, porque el programa caía simpático y ya
está.
Pero cuando se ha tratado de creerse que el cien por cien de los
catalanes son independentistas no se ha creído, y no se ha entrado en el
juego.
¿Por qué esta
construcción de “realidades” incluye valores, datos, conceptos…, que han
venido siendo patrimonio progresista o incluso de izquierdas?
Es cierto que las palabras significan lo que
significan arbitrariamente. Cuando decimos que el nacionalismo ha
inventado un lenguaje podemos aludir a que tiene más distancia de la
realidad que otros posibles. Cosa que no quiere decir que el significado
de las palabras es esencial, invariable.
Lo que pasa en nuestro caso es
que las palabras en lugar de tener como objetivo reflejar la realidad
tienen como finalidad crear una realidad diferente. Este lenguaje nuevo,
que es el “Procés” (porque el “Procés” es una forma de hablar, de
imponer en los debates, tertulias, conversaciones privadas, reuniones…
un idiolecto) se ha construido utilizando mimbres como la mitología del
antifranquismo, que daba legitimidad a la Generalitat después de la
Dictadura.
Y al hacerlo se han utilizado elementos de la izquierda,
porque la lucha antifranquista era patrimonio de la izquierda. También
se ha utilizado el milenarismo de los Cinco Condados, de Carlomagno y
1714, disfrazando lo que fue una rebelión anti-moderna. Sin embargo, lo
más doloroso es lo que se ha hecho de la mitología del antifranquismo.
Después del debate que hubo entre Benet y Solé Tura (que había escrito
que la burguesía modernista era catalanista en tanto que burguesía), se
inventó la expresión “un sol poble”, que fue un acuerdo entre Candel y
Benet. Así, se venía a decir que todos somos catalanes y vamos a teñir
el catalanismo de progresismo, como en el cambio del XIX al XX se pasó
de un catalanismo rural a otro industrial y modernizante.
Ahora,
cambiamos un catalanismo burgués por otro progresista…, El propio Jordi
Pujol se consideraba socialdemócrata. La utilización, en fin, de la
mitología del antifranquismo por la ANC es moralmente reprobable porque,
aunque no exista una moral absoluta, Dios…, hay cosas que están bien y
cosas que están mal.
¿Por qué?
Porque a toda la gente que se embarcó en
hacerse catalanista sin siquiera hablar catalán, que se fraguó en el
crisol de la lucha antifranquista de finales de los 70, se la ha
traicionado, se la ha excluido, se la ha robado su mitología y su
identidad. Está de moda decir que el independentismo es poco práctico,
pero no es solo eso.
Es profundamente inmoral, porque traiciona unos
pactos que estaban en la raíz de la sociedad catalana. El
independentismo le da patadas a Rajoy en el culo del cincuenta por
ciento de los catalanes.
Teníamos una inmensa mayoría de catalanes dando
sustento a unas instituciones y ahora las tenemos deslegitimadas, y la
sociedad dividida entre la gente que se ha adoptado una manera de hablar
y la que habla de otro modo. Si cada uno decide dar a las palabras el
significado que le dé la gana, tenemos un problema de entendimiento.
Cuando una mitad adoptan una forma de hablar, pueden entenderse entre
ellos. El problema está cuando se intenta hablar con el otro. Mientras,
por ejemplo “democrático” signifique “independentista”, no hay manera de
entenderse. Pero, en cualquier caso, hay que tener cuenta que esto es
producto de personas y grupos. Hay partidos que han adoptado este
lenguaje.
Por ejemplo, identificar democracia con independentismo es una
decisión que adoptó ERC con plena conciencia y lo convirtió en eslogan,
haciendo con ello un daño tremendo. Ya no solo decimos que si no se es
independentista no se es catalán, sino que no se es demócrata. Y
teniendo en cuenta la brutalidad del lenguaje que se está utilizando, la
reacción de la sociedad es benigna. (...)"
(Entrevista a Román Ceano, responsable del ámbito de economía de Iniciativa per Catalunya, El Triangle, 22/04/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario