"(...) Como catalán, siento vergüenza del patético espectáculo dado el 6 de
septiembre en el Parlament, que pasará a la historia de la ignominia de
la delincuencia política.
Siento vergüenza ante una derecha catalana,
incivilizada, trabucaire y delincuente, que, por sus ambiciones de casta
–no tuvo el menor reparo en saquear la Sanidad Pública para enriquecer a
la privada–, ya ni disimula su falta de ética. (...)
Y siento vergüenza por la pasividad y connivencia con esa burguesía
nacionalista –la idea más reaccionaria posible– desde el gobierno
español, que alimentaron cediendo a todo lo que estos insaciables
depredadores decían (...)
Y siento vergüenza ante el espectáculo dado por los que debieran ser
los principales enemigos de la desigualdad que provoca esta burguesía, los Comunes, Podem
o como se llame ese batiburrillo de independentistas colaboradores con
la derecha, gente de buena fe, y arribistas, que en lugar de abandonar
el Parlament cuando se iba a cometer la barbaridad que perpetraron, se
mantuvieron sentados en sus escaños, validando de alguna manera el golpe
fascistoide de la derecha, en lugar de abandonarlo como hicieron los otros grupos para mostrar su repulsa.
Y siento vergüenza de que no haya una izquierda en Cataluña con un
discurso nítidamente social, que huya de la justificación de los
desvaríos del nacionalismo, cayendo en sus redes, justificándolo, y no
se entere de que ese camino ya lo recorrimos con el PSUC y después con el inventado PSC
por la misma burguesía, liquidado el primero por los colaboradores de
la derecha en su dirección, y el segundo, que llegó a ser el
mayoritario, hasta que los nacionalistas lo hicieron estallar en
pedazos; muchos de los cuales hoy le hacen la ola a la derecha golpista
desde los escaños de ésta y desde puertas giratorias. La nómina es
apabullante.
Hoy, Cataluña ha dejado de ser una tierra segura. Porque, desde hace
tiempo, todo el que no comulga con los planteamientos de los tres
partidos de la derecha, CDC –que aunque le hayan cambiado el nombre son los mismos actores–, ERC, los cupidos y
sus delirios decimonónicos, es un enemigo, un mal catalán, un facha. Y
ya pueden ser los señalados gentes que cuando ellos cantaban el Cara al
sol, o estaban en colegios caros, esos señalados como “malos patriotes”, estaban en la clandestinidad luchando contra la dictadura, eso carece de importancia.
Como dice en El Periódico, Enric Hernández, su director –también en el punto de mira de los talibanes– “Ojalá que el mundo no nos esté mirando“.
Siento vergüenza de que nos estén mirando. Porque, sin duda, todos nos
miran y deben pensar con asombro: ¿en qué galaxia viven estos catalanes? "
(Ubaldo Plaza Requena (Guadix, 1945), granadino emigrado con 9 años con sus padres a Tarrasa, militó en el PSUC hasta 1983, año en que dejó la militancia por discrepancias con la dirección del partido de los comunistas catalanes “por su deriva nacionalista”. Es autor de los libros La memoria posible y La última batalla del viejo Julián, Crónica Popular, 12/09/17)
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