20/9/17

¿Son los trabajadores andaluces o extremeños enemigos de los trabajadores catalanes? La izquierda catalana, al perder de vista la lucha social, supedita todo a una vaga unión histórica con la derecha para salvar la nación

"(...) Asombra la postura de los sindicatos de ”clase” que, entre balbuceos, son incapaces de defender a sus propios afiliados de esas amenazas. Se asombran de que, a pesar del seguidismo del proceso de desconexión, sigan siendo vistos como parias del mismo. 

El coordinador del área pública de CCOO exclamaba hace pocas semanas de que “estamos recogiendo firmas del manifiesto y a favor del Referéndum y nos gritan “¡españolistas!”. No lo entendemos”.

 Abandonado desde hace decenios el análisis de la lucha social como un proceso de enfrentamiento de clases donde se incluía el hecho nacional; sustituida la lucha de clases por la vaga apelación al Estado opresor y al Estado oprimido; el paso siguiente, no queda otro, es dar apoyo al proceso de ruptura, incluido aquello de: “España ens roba”

 ¿Será que el resto de los trabajadores españoles, incluidos los afiliados de CCOO, son responsables de esta opresión y de este latrocinio? ¿Son, en definitiva, los trabajadores andaluces o extremeños enemigos de los trabajadores catalanes? 

Al perder de vista la relación explotadores y explotados todo queda supeditado a una vaga unión histórica con la derecha por salvar la nación.  Los análisis hechos por las fuerzas sindicales obvian que el movimiento independentista está dirigido, posiblemente, por la derecha más reaccionaria de todo el estado.

El problema catalán no es únicamente una cuestión de imaginario simbólico o de sentimiento identitario, que existe y ha de ser respetado, sino de reparto y de reestructuración de las formas de dominación. La pieza clave es la crisis del 2008. La política económica de las clases dirigentes catalanas coincide plenamente con las del resto del estado. No hay una burguesía “española” y otra “catalana” enfrentadas.  (...)

El desconcierto en la izquierda política es similar al sindical. Esa izquierda política que debería actuar como contrapeso ideológico al discurso dominante ha claudicado en su responsabilidad. No ha querido o no ha sabido anteponer al discurso “esencialista” un discurso antagónico fundamentado en la lucha contra los grandes responsables de la crisis económica y social que vive Cataluña y España. El debate sobre la autodeterminación, centro de todo el conflicto, no es sino una añagaza que oculta la lucha de sectores de la burguesía nacional e internacional por posicionarse en el nuevo escenario de la crisis económica.

 La izquierda ha caído en esa trampa y es en este momento incapaz de salir de ella. Líderes de la izquierda con un pasado irreprochable a sus espaldas, como Julio Anguita, se embarcan en discusiones bizantinas sobre el derecho a la autodeterminación, cuando lo que se precisa no son análisis jurídicos-semánticos, sino alternativas e ideas que orienten en este laberinto.
Las consecuencias para la izquierda que pretende ser transformadora, ya lo estamos viendo, son su fragmentación, la disensión interna y la pérdida de militancia.

 IU, de la mano de un personaje tan reprobado como Joan Jose Nuet, se ha convertido en irrelevante. El coordinador general de esta organización se ha desdicho tantas veces de lo dicho anteriormente que ha convertido su discurso político en un enigma digno de la esfinge. Podem Catalunya es otro ejemplo. Las luchas cainitas en su interior y la falta de propuesta política provocan una hemorragia de militancia que ningún torniquete puede restañar. La organización, en un futuro inmediato puede hallarse al borde de la irrelevancia política.

 Su principal líder, es ya un secreto a voces, coquetea con Esquerra Republicana de Cataluña. El personaje, hace un año por estas fechas, proponía que los círculos votarán si él debería asistir a la manifestación independentista o no. Más del 70% de los círculos votaron negativamente, pero Dante Fachin intervino en el acto pro independencia flanqueado por una “estelada”. Ahora, mientras habla de no reconocer el referéndum secesionista, participa de la mano de la CUP y Esquerra republicana en actos a favor del sí.  (...)

Por definición todo nacionalismo sea español, catalán o responda al cantonalismo cartagenero, es excluyente. Se acentúan las diferencias respecto al “otro” porque se busca la homogeneidad social. Se pretende alcanzar el Paraíso del nuevo Estado, donde fluirán ríos de leche y de miel. Pero bajo una premisa: ha de ser fácil y no ha de implicar ningún riesgo.

 La lucha por la independencia en Cataluña carece de épica y es por ello que es poco creíble. A los funcionarios, a la ciudadanía catalana se le vendió el lema: “Es fácil: Independència”, ahora se choca de bruces con la realidad. Los primeros en salir huyendo han sido los propios miembros del ejecutivo. Frente al dilema, “Mi bolsillo o la patria”, han escogido lo primero.

 Todo el mundo comienza a tentarse la ropa. El ejecutivo catalán pretende hacer de los alcaldes y los funcionarios públicos el ariete de su desobediencia. El funcionario público, que ha de responder únicamente a la institución de la cuál procede su legitimidad, va a sentirse amenazado. (...)

Los dirigentes políticos imputados hasta el momento, han dado una pobrísima imagen frente a los jueces. Los altaneros gallos cuando insuflan proclamas delante de los medios afines, se convierten en gatitos trémulos delante del tribunal. Muchos de estos dirigentes no han hecho otra cosa en la vida que actuar de políticos, y ahora ven con horror como su “modus vivendi” peligra.

  Valoraron mal la posición de Rajoy (¡triste personaje que pasará a la historia por no hacer nada!), al PP no le interesaba ofrecer nada. El enroque en sus posiciones le permitía envolverse en la bandera y reafirmar su estatus de partido para todos los españoles.

 Lo propio hizo la “casta catalana”; se envolvió en la cuatribarrada, intentó tapar el saqueo que habían ejercido durante treinta años a su propio país y, en una continua huida hacia adelante, subieron una y otra vez la apuesta. Ahora estamos al final de esa pendiente y se acerca el desenlace.

Nos quieren hacer votar algo que ignoramos. ¿Cómo se quiere que sea el nuevo estado catalán? ¿Cómo se controlará el día 2 de octubre, las fronteras o el espacio aéreo? Esa es la pregunta del millón. No hay respuestas porque el independentismo sabe que no es viable.

 Mientras los Referéndums escocés o canadiense contaron con meses de debate social sobre  documentos elaborados y públicos, en Catalunya esa misma documentación, a la cual solo ha podido acceder un puñado de escogidos, se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados. 

Se rehúye el debate porque sólo apelando al sentimiento ampliamente amplificado por los medios, es posible encontrar bases para la movilización social. La mayor parte de la sociedad catalana no ha desconectado del Estado “opresor”. Son demasiados años de historia conjunta, de vicisitudes comunes los que unen a unos y otros.

El Referéndum será “non nato”. El Estado tiene medios suficientes para ello. Estamos en la primera fase de la carrera electoral para las próximas elecciones autonómicas, donde se producirá el cambio o el recambio en los grupos dirigentes de la derecha catalana. ERC, que sabe nadar y guardar la ropa, se convertirá en el partido hegemónico de la derecha y habrá conseguido desgajar votantes de Podem, Els Comuns, la CUP y la antigua Convergencia.

 El objetivo de los de Junqueras & compañía será convertirse en un partido-estado hegemónico. El “problema catalán” no se resolverá el 1-0, se enquistará y permitirá repetir “ad nauseam” el mismo círculo victimista que asegure mantener las formas de dominación, aunque con otros actores.

Y mientras… ¿qué hay de la Izquierda? Otro día hablaremos. (...)"                                   (Eduardo Luque Guerrero perteneció a los Movimientos de renovación pedagógica del Vallés occidental (Barcelona), Crónica Popular, 12/09/17)

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