26/9/17

Si tradicionalmente era el capital, y no la izquierda, el que se dedicaba a dividir a los trabajadores, con la llegada de la modernidad se han trastocado los papeles, y es la izquierda la que, infectada con el virus del nacionalismo, ha cambiado la internacional por els segadors

"(...)  Y la izquierda catalana no ha vacilado en sumarse al carro patriótico para no quedarse sin su trozo de pastel institucional, apostando por independizarse antes de España que del capital. Que la corrupción envuelta en la bandera huele menos, y el “pueblo catalán” engloba a todos, desde Pujol al obrero emigrado.

 Y así vemos a pudientes y pringados, oriundos y conversos, unidos por la causa común, por encima de diferencias y privilegios, para pasmo del mundo entero.

Si tradicionalmente era el capital, y no la izquierda, el que se dedicaba a dividir a los trabajadores, con la llegada de la modernidad se han trastocado los papeles, y es la izquierda la que, infectada con el virus del nacionalismo, ha cambiado la internacional por els segadors y defiende con más ardor las fronteras que los trabajadores. 

Sin duda que para hacer frente al capital soberano, lo mejor es el terruño soberano; pequeñito, pero soberano. Ahí es . Temblad multinacionales. Que para dar un toque de tipismo y sabor local a la revolución el nacionalismo no tiene rival.

Pero si eso es la izquierda, que baje la derecha y se la lleve, si es que todavía no lo ha hecho. No hay nada más parecido a un obrero de derechas que un independentista de izquierdas, ni nada más obsceno que sustituir las clases sociales por clases nacionales, haciendo política con la identidad y el origen de pertenencia. 

Como si alguien fuera responsable del lugar donde ha nacido o eso tuviera algún mérito. Porque si por ser diferentes no se pudiera vivir juntos, hace tiempo que la humanidad habría desaparecido de este planeta.

En el mundo sólo hay dos naciones: la de los ricos y la de los pobres, cuyas fronteras traza el dinero y no la geografía. Lo que estamos viviendo no es un proceso de desconexión, sino de descomposición, y solo queda por ver si lo que empezó en Andorra terminará en Soto del Real.

Puestos a desconectar de algo, mejor sería hacerlo del nacionalismo. Por desgracia nada hay tan difícil de conseguir como la independencia mental. Algo que no se consigue alistándose bajo ninguna bandera."                                           (Andrés Herrero , InfoLibre, 03/06/2017)

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