"Si, según los sondeos, la mayoría de los catalanes –y sobre todo los más
jóvenes—no está de acuerdo con el referéndum auspiciado por la
Generalitat, ¿por qué la sensación es justo la contraria?
El silencio de
la mayoría, su ausencia durante años del espacio público, ha provocado
en la minoría independentista y también en quienes contemplan los
acontecimientos desde fuera de Cataluña una ilusión de unanimidad —“la
mayoría de los catalanes quiere la independencia”— que una y otra vez
desmienten las encuestas.
(...) ¿por qué calla la mayoría?
“No lo sé bien”, admite el arquitecto Fermín Vázquez, “pero la verdad
es que estar a la contra siempre es fastidioso. Todos queremos ser
tolerantes. Pero nadie piensa que van a romper la baraja y a
despreciarte de esta manera. Ir con una sonrisa y tocando la bandurria y
muy ilusionado no significa tener una bandera moral. Al revés: da
miedo.
Y al final da miedo enfrentarse a tanta gente que se toma esto de
una manera tan emocional. Las multitudes con banderas siempre dan
miedo. Y, probablemente, muchos de los que hablan de ilusión y alardean
de espíritu cívico, saben perfectamente el efecto amedrentador”. (...)
Un temor que aumenta, según subraya el prestigioso arquitecto, cuando se
comprueba que “la propia Administración está dispuesta a saltarse las
normas de una manera partidaria sin el menor empacho; es inevitable la
sensación de que el que discrepa es clasificado de desafecto”. (...)
Aguilar aporta otro aspecto al debate: “No se trata de una guerra
entre Madrid y Barcelona o entre catalanes y españoles, sino entre
catalanes. La mitad de Cataluña está oprimiendo a la otra mitad y,
además, es una revuelta de los ricos contra los pobres, como escribió
Javier Cercas”.
El médico Álex Ramos, militante socialista y activista de Sociedad
Civil Catalana, advierte de que se trata de un silencio forjado con
martillo y cincel. “Ahora vemos un golpe de Estado agudo”, explica,
“pero es crónico. Llevan muchos años sembrando y sembrando y sembrando.
Primero se instauró la espiral del silencio ante la hegemonía política
del independentismo, en la escuela, desde la televisión y los
periódicos. Nos hemos ido callando porque existe una fractura social y
la gente lo pasa mal. Se discute en las familias como pasaba en el País
Vasco.
Es verdad que allí te podían pegar un tiro, pero aquí existe la
muerte civil. Te puedes jugar el trabajo. Yo me lo juego porque creo que
debo hacerlo, pero muchos tienen miedo a significarse. El salir del
armario políticamente cuesta.
Hay alguien que se hace con la hegemonía
del poder e impone a los demás la espiral del silencio. Es muy duro,
porque ellos ya han mostrado su verdadero rostro, el de un nacionalismo
identitario, supremacista. Quieren ser independientes porque se creen
mejores”.
El arquitecto Fermín Vázquez amplía esa idea: “Se suele decir
que Rajoy es una fábrica de independentistas, pero el argumento se puede
también poner del revés: los independentistas serían una fábrica de
Rajoys.
No sabe uno qué le parece peor en el argumentarlo secesionista,
si la superioridad implícita en que el resto de España ‘no tiene
remedio’ o el escaqueo de la responsabilidad compartida. Por más que se
quiera vestir suena a supremacismo o egoísmo: ‘ellos siempre serán unos
tarugos. Nosotros no tenemos que ver con todo lo malo. Estaremos mejor
por nuestra cuenta”.
Y añade: “Nadie piensa que con una minoría y con
medias verdades o directamente falsedades, retorciendo conceptos
universalmente compartidos como libertad y democracia de una manera
burda, se fuera a llegar tan lejos. Pero pasó con Trump y su ‘America
great again’ y con el Brexit y su ‘Europa nos roba”.
(...) hay mucha gente que no se siente interpelada todavía. No le vale la pena
movilizarse ante el peligro de ser estigmatizada y etiquetada muy
rápidamente. Los partidos políticos están muy pendientes de la opinión
de unos y de otros para utilizarla en su favor. Por ejemplo, nadie en la
vida me había preguntado qué iba a votar, pero con relación al
referéndum tienes que estar posicionado forzosamente y lo tienes que
exteriorizar. Yo no estoy de acuerdo con eso”. (...)
La magistrada, nacida fuera de Cataluña, eligió hace casi dos décadas
Barcelona como un lugar ideal para vivir y ejercer su profesión. Ahora
no descarta tener que hacer las maletas. “El miércoles fue un día muy
duro. Tuve una sensación parecida a la del 23-F. Si este presidente y
este Gobierno existe es por la Constitución. Y si tú desobedeces a quien
te ha puesto en este cargo, pierdes la legitimidad.
Se arrogan la
representación de todos los catalanes, interpretan lo que según ellos
quiere la gente y dejan de lado al resto”. El editor Miguel Aguilar y el
médico Álex Ramos coinciden en que, aunque parezca asombroso, al Govern
no le importa tener a la mitad de Cataluña en contra.
Dice Aguilar:
“Para ellos, la mitad del país no cuenta y, como es una causa épica,
todas las trampas están permitidas. Dicen que España oprime, pero
presumen de lo bien que actuaron los Mossos. ¿Cómo puede ser un pueblo
oprimido uno que dispone, por ejemplo, de una policía autonómica tan
eficaz?” (El País, 11/09/17)
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