"EL ANTIGUO entrenador del Barça, al abandonar este club, se pasó un
año sabático en EEUU; después ejerció en Baviera (Alemania); y antes fue
jugador en Italia.
En estos tres países democráticos, sus respectivos
Tribunales constitucionales o el Supremo han rechazado tajantemente, sin
remilgos, la secesión de territorios y, en particular y de forma
reciente, la realización de sendos referendos independentistas para la
Baviera alemana y el Véneto italiano.
Véneto es una rica región que desde los años 90 aprobaba normas
ilegales ensanchando su muy limitada autonomía; casi todas declaradas
inconstitucionales. Véneto fue más lejos e intentó que el electorado
regional tuviera capacidad de enmienda constitucional; algo claramente
rechazable para el Tribunal Constitucional italiano dado que la revisión
del marco constitucional «no puede ser reservado a una fracción del
electorado, sino que tiene que dirigirse a todo el pueblo que es único y
da forma a la unidad política de la nación» (sent. 496/2000).
A Guardiola, esa sentencia ¿le suena a algo? Pues, sí, a democracia y
Estado de Derecho. Una reforma de ese Estatuto del Véneto en 2012 habla
de la «preexistencia política y jurídica de una población regional».
Son palabras, sí pero que excitaron a los políticos ávidos de liberarse
de controles y aprobaron en 2014 la ley para convocar un referéndum para
decidir que el Véneto se convirtiera en una República independiente y
soberana.
La rápida y categórica sentencia del Tribunal Constitucional
italiano en 2015 dejó claro que no está entre las competencias de la
región plantear la secesión; a mayores, la secesión era radicalmente
incompatible con los principios fundamentales de unidad e
indivisibilidad del Estado proclamados en el art. 5 de la Constitución
italiana (similar al art. 2 de la Constitución española). Se respetó la
sentencia.
Es más, como los italianos son finos juristas con sentido del Estado y
de su permanencia, su jurisprudencia ya había dejado claro que la
unidad e indivisibilidad ni tan siquiera pueden ser objeto de revisión
constitucional. La unidad de un Estado es un núcleo duro inderogable. En
Italia, ni la menor esperanza a que un cambio constitucional permita la
ruptura del Estado. A perpetuidad. (...)
Guardiola, cuando abandonó el F.C. Barcelona, se pasó un año sabático
en Estados Unidos. Pudo haber leído algo sobre la historia, la guerra
de Secesión y la Constitución de los EEUU. Allí también el Tribunal
Supremo confirmó, muy tempranamente, que se trata de una «Unión
indestructible compuesta de Estados indestructibles», expresión que en
ocasiones repitiera el presidente Obama.
Desde sus pactos iniciales en
la fase de Confederación, EEUU proclamó que «la unión tendrá un carácter
perpetuo». La unión indestructible la pusieron a prueba los
secesionistas del rico Sur esclavista (otra vez los ricos). El
presidente Abraham Lincoln rechazó el chantaje de los secesionistas que
le amenazaban con «el choque de trenes» (en el pobre y ridículo lenguaje
actual); ese chantaje de los secesionistas consistía en que, para
evitar una secesión salvaje, se pactare una secesión civilizada.
El
presidente Lincoln se negó a negociar la secesión con los esclavistas a
cambio de evitar la secesión salvaje; y les hizo con la justicia y con
las armas, amén de la determinación de un buen gobernante. La ley ciñe
espada para cuando no se le respeta. Primero la ley, luego la sanción.
Y Lincoln hizo mantener la Unión indestructible. A perpetuidad. ¿Se
atrevió Guardiola, allí en EEUU, a hablar de los abusos y autoritarismo
de Lincoln y sus sucesores? ¿o a pedir ayuda de la comunidad
internacional para que Texas u otros Estados pongan urnas?
Sigamos con Guardiola por el mundo. Si la estancia de jugador en
Italia le queda lejos, en la rica Baviera alemana (siempre los ricos) le
queda cercana en el tiempo por su etapa de entrenador del Bayern. Y no
aprendió nada tampoco del recto proceder de los admirados alemanes en el
respeto a la Constitución. Es cierto que la resolución del Tribunal
Constitucional alemán es de enero de 2017; la puede leer en el alemán
del que tanto presume.
El Tribunal Constitucional alemán fue muy tajante y no admitió ni a
trámite la petición de secesión. Alemania no se esconde tras un Estado
plurinacional; su Tribunal reafirma que Alemania es Estado-nación basado
en el poder constituyente del pueblo alemán y en el que «las regiones
no son dueñas de la Constitución».
Dijo que no hay espacio bajo la
Constitución para que las regiones (länders) puedan separarse. Esto
violaría el orden constitucional dado que el poder constituyente reside
en todo el pueblo y «no hay espacio para aspiraciones secesionistas».
Muy claro; todo el pueblo decide; también en Alemania, un Estado se
constituye a perpetuidad.
Conociendo Pep Guardiola Estados Unidos, o Alemania e Italia no se
entiende por qué no extendió los insultos en su discurso del odio contra
España a los abusos de Estados autoritarios como EEUU, Alemania e
Italia que rechazan «poner urnas».
Cuando cobraba millones del Bayern no
hizo un discurso incendiario contra el Estado alemán que niega –sin
opción de queja– el derecho de libre determinación a Baviera, a pesar de
que el muy filósofo entrenador estima que rechazar un referéndum de
secesión es «una persecución política impropia de una democracia en la
Europa del siglo XXI».
Para Herr Guardiola, Alemania o Italia están
entre los estados autoritarios de cuyos abusos pide ayuda a la comunidad
internacional. Aunque le gusta hacer creer a todos que él es más leído
que los profesionales de su entorno, pudo haber aprovechado su estancia
en esos tres países ejemplares, para España y para el mundo en la
concepción de la democracia y el Estado de derecho, a fin de adquirir
cultura y recobrar el sentido común. (...)
NINGÚN ESTADO puede aceptar el derecho de una parte a la secesión. Un
Estado así sería impracticable. Dejemos el peculiar caso británico
basado en una adhesión previa, que no se da en los restantes casos –como
ya lo habían declarado otro tribunal alemán sobre el hecho de que
Baviera no se había adherido, sino que era parte del Estado, luego no
podía abandonarlo–.
La comunidad internacional, a la que Guardiola y las
mentiras del independentismo apelan, protege un principio fundamental
del Derecho Internacional: todo Estado tiene derecho a que se respete y a
proteger su unidad nacional frente a reivindicaciones que no se funden
en el reglamentado derecho de libre determinación. La unidad nacional e
integridad territorial es un bien público internacional. Ningún Estado
puede aceptar que se pueda destruir su unidad y la indivisibilidad de su
soberanía. Tampoco la comunidad internacional.
Guardiola se paseó por el mundo, pero el mundo no pasó por él. Es lo
que pasa cuando los sectarismos se encierran entre cuatro barras y sus
mentiras: no tienen amplitud de miras. Hay que abrirse al mundo de
experiencias del respeto a la ley y al patrimonio constitucional europeo
del Estado de Derecho tantas veces proclamado por la Comisión de
Venecia del Consejo de Europa." (Araceli Mangas, El Mundo, 22/06/17)
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