"(...) Más nerviosismo: la cosa Procés carece de verticalidad cachas. En la
primera edición, Mas cortaba el bacalao. Ahora parece que hay más jefes
que indios, lo que dificulta la comunicación corporativa. Es decir, la
propaganda. PDeCAT son varios sectores.
El más animado a tirar por la
cosa referéndum es el sector PDeCAT más alejado de PDeCAT. Es decir, el
Presi Puigdemont, que no vende una escoba dentro del partido. Los
nervios aumentan también porque estamos al final del tercer acto, y lo
más caliente está en la nevera.
A las dudas internas sobre la cosa
referéndum --resumen: cuanto más profesionales y cercanos a sus
aparatos, los políticos procesistas parecen ser menos proclives a un
referéndum unilateral/la inhabilitación/el ERE/pérdida de la segunda
residencia--, se suma el nerviosismo de que no hay plan B. Ni A. Es
decir, que detrás de la palabra referéndum no existe la logística, la
organización, el trabajo realizado para un referéndum. (...)
Es un aún-no que, por otra parte --y esto puede ser otro indicio-- ya
dura 5 años. El acto de hoy no pasa, así, de ser una declaración verbal.
Carece de consecuencias jurídicas. No ha habido emisión de ley. Y, por
tanto, de desobediencia.
Sí, se ha emitido una pregunta --buena, nítida,
clara, sexy, sin ambigüedad: "Quiere que Catalunya sea un Estado
independiente en forma de República"-- que, si esto es en verdad una
petición de diálogo con el Estado, puede cambiar por otra más de la
escuela Processista. Sí se ha emitido una fecha.
No está muy alejada de
la que prometieron --prometieron que sería en septiembre; es en octubre;
puede ser otro indicio de que van a volver a apurar el vaso todo lo que
puedan--, pero que en caso de diálogo --improbable con un Gobierno que
ha elegido la vía penal como solución a un problema político-, siempre
puede ser cambiada. Vamos, que todo lo dicho necesita verificación y
espera, la palabra mágica del Procés. (...)
Sigue siendo dudoso que el referéndum se haga. Por dos razones. Razón
a) el Gobierno --vía penal para solucionar un problema etc-- acabará
pagándolo caro-. Razón B) el Govern. Si verdaderamente estuviera por un
referéndum efectivo, se hubiera inhabilitado hoy mismo. O ayer. O hace
meses. No lo ha hecho. Es dudoso --sumamente-- que pueda organizar, por
otra parte, un referéndum que carece de todos sus ingredientes.
El
Govern está haciendo una batalla propagandística con las urnas. La
consellera del ramo --hija de un fundador de CDC y, actualmente, Presi
de CDC, que aún no se ha disuelto--, es poco probable que se juegue irse
al trullo por eso. Por otra parte, las urnas es lo de menos en un
referéndum. Se puede introducir el voto en una caja de zapatos. Pero no
sin censo y otros cacharros. Falta, por ejemplo, la Junta Electoral. No
es moco de pavo. Integra funcionarios king-size, como jueces, notarios, registradores, secretarios municipales.
Para el referéndum, calcula Dani Cordero, de El País Cataluña,
se necesitan de 4.000 a 5.500 funcionarios, y 7.000 funcionarios de ese
otro subtipo llamados también Mossos, que ya chaparon un referéndum
organizado por la izquierda alternativa en pleno Procés1.0.
Los
funcionarios, aquí y en Lima, suelen, además, ser personas que se meten a
funcionarios porque no quieren problemas en la vida, por lo que es
difícil que se los busquen. Es difícil, a estas alturas y a pocos meses
de octubre, en fin, construir un referéndum que pueda llevar ese nombre y
ser reconocido por la Comunidad Internacional. Y en el que, por tanto,
decidan participar los partidarios del no.
Aún así, ¿el Govern va en serio? Si eso es así, ¿cómo lo podremos
saber? Por dos actos a realizar en el futuro --un futuro que, en el
Procés, nunca llega-. Uno: que elabore la ley de convocatoria del
referéndum, lo que le conduciría a la inhabilitación, que hasta ahora ha
respetado, sin desobediencias. Dos: que dedique gasto --un solo euro-- a
ello, lo que le conduciría al trullo.
Y, ya puestos, también se puede
saber la verdadera intención del Govern por la manera de convocar el
referéndum. Puede convocarlo el Govern, momento en el que el TC y
fiscalía caería sobre ellos como ninjas. Eso sería un acto de decisión,
un cruzar una frontera, un poner al Estado en un aprieto estético
--ético, lo dudo--.
Pero también puede delegar la convocatoria en el
Parlament, de manera que los pringuis serían los parlamentarios
que la voten, y no los chicos del Govern, que podrían presentarse a
otras elecciones. Van a convocar el referéndum, en fin. No tengo dudas,
como tampoco las tengo, ahora mismo, sobre el hecho de que el referéndum
no se celebrará. Las dudas son quienes serán sus
víctimas/inhabilitados.
Me puedo comer estas palabras, pero no creo que
sea el Govern. El tiempo --muy poco; el margen para convocar elecciones
son 54 días antes de la fecha elegida, parece ser que no hay margen
establecido para un referéndum unilateral, pero estéticamente podría ser
ese-- lo dirá. Dirá si esto es una consulta como la del 9N, con la
diferencia de que no se llegará a votar, o un acto de decisión, la
apuesta de un Govern, evitada desde 2012, para ser encarcelado y llevar
el conflicto a Europa. Me inclino a creer, empero, que los cuerpos caen
hacia el lado al que se inclinan. (...)
Si, como los datos y la tradición apuntan, esto vuelve a ser un objeto
para consumo interno y con una meta electoral, el caso de la cosa sería
utilizarlo para un conflicto local. En esta temporada sería la cosa
Comuns y Podem. La dinámica es presionarlos a entrar en el corpus Procés,
en el que serían fagocitados, o ubicarlos fuera de él, en el campo
semántico de quienes no quieren un referéndum.
Es decir, en el campo
semántico PP, para entendernos. Hasta ahora les ha funcionado. A CDC, un
partido que debería estar muerto hace años, por corrupción, le ha ido
bien con ese juego. A ERC, un partido que ha introducido, junto a CDC y
PP, la austeridad en Catalunya, también le ha ido de película.
Y
subiendo. A las CUP, un partido que en verdad quiere un referéndum, es
decir, que choca con los dos partidos anteriores, y que ha pactado lo
inverosímil --es decir, ha sido fagocitado-- a favor de un referéndum
que oficialmente --recordémoslo-- carece de fecha y pregunta, parece no
irle tan bien. Comuns debería enfrentarse frontalmente al Procés y
empezar a hablar con culturas comunes sobre la viabilidad y el tiempo
real de un referéndum efectivo, que no substituya a la política ni a los
conflictos sociales.
Creo, en fin, que ya se puede empezar a hacer
cachondeo con el Procés. Ese manojo de nervios. Una parte de la sociedad
catalana, alejada de Ciudadanos, el PP o el PSOE, ya lo hace. Relaja." (Guillem Martínez
, CTXT, 09/06/17)
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