"(...) ¿No creen que estamos haciendo el ridículo? Aquí, en Catalunya. La
historia de monseñor Pujol y la “madre superiora de la congregación”,
sor Ferrusola, constituye un hallazgo que coloca a este país en la cima
del esperpento y el despendole.
Como atento seguidor de los servicios de
información, antiguos y modernos, y de los procedimientos del espionaje
sofisticado, estudié con rigor las grandes figuras: Kim Philby, Richard
Sorge –el más audaz y menos conocido–, y por supuesto, Leopold Trepper…
Pero nunca llegué a imaginar, ni ellos mismos, de seguro, que la esposa
de un presidente constitucional, votado arrolladoramente por una masa
lacayuna, beata, ansiosa de verle aparecer en el balcón de la
Generalitat con tanto fervor como Mussolini cuando se asomaba a la
Piazza y las madres ponían en alza a sus hijos para que vieran al
asombro de Catalunya.
Brillante. Es verdad que no tenía el don de la
oratoria y que todos los idiomas, desde el catalán al alemán de su
adolescencia, pasando por el castellano, los hablara igual de mal. ¿Pero
qué importaba ante aquel ancestral vigor de un hombre de honor que
había conseguido que toda Catalunya, o casi, le imaginara levantándose
en el Palau de la Música –lugar hoy nefando–y entonara ante el asombro
de una burguesía complaciente, que se forraba gracias a su victoria
sobre los rojos y su adhesión al mayor negocio que existió en Catalunya,
el franquismo. Siento decepcionarles.
Ni Pujol entonó la Santa Espina, o
lo que fuera, porque no estaba en el Palau. Le detuvieron luego por la
denuncia de uno de los suyos.
¡Pero, y la “madre superiora de la
congregación”! Con su catalán escrito que no pasaría el nivel C que se
exige a la población que aspira a un cargo, carguito o empleo de menor
cuantía, escribe a unos banqueros andorranos –nuestro futuro, sería
convertirnos en Andorra y dedicarnos al comercio, que se nos da muy
bien; turismo y puros habanos–.
“Reverendo mosén, soy la madre superiora
de la congregación, desearía que traspasases dos misales de mi
biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia, él ya le dirá
dónde se han de colocar. Muy agradecida. Marta”. Es verdad que la
traducción al castellano pierde mucho de ese aire religioso que
enmascara una verdad que no dudo indiscutible.
Llamar “misales” a los
millones, y denominar capellán de la parroquia a un eventual
comisionista financiero es algo que ni los anarquistas de los años
dorados hubieran sido capaces de imaginar. Ni siquiera Umberto Eco.
Quizá
forma parte de ese informe aceptado por jueces y fiscales, según el
cual la familia Pujol-Ferrusola –“això és una dona”, gritaban las masas,
emulando a Evita Perón– constituye una “organización criminal”. De
donde se deduce, sin demasiados zarandajas jurídicas, que Catalunya ha
sido dirigida durante 23 años por una organización criminal. Como Totò
Riina en Sicilia.
El “billete” de Marta Ferrusola–que así se decía de las notas cortas y
privadas, hace siglos– tiene un rasgo curioso que empalma con la
tradición católica, apostólica y romana. Cuando leí que el abad de
Montserrat afirmaba con desparpajo y autoridad real absolutamente
limitada a la parroquia militante que el Vaticano reconocería una
Catalunya independiente, volví al carlismo.
¡Qué bonito! El sueño de
Torras y Bages. La república vaticano-catalana, y el que no quiera que
se vaya. ¡Bendito sea el nombre del Señor: o será católica o no será! Un
profeta.
Dudo mucho que la equívoca trayectoria del jurista
catalán, con más cargos y más cambios que un militante de Esquerra
Republicana, Alfons López Tena, que se ha paseado por instituciones de
fuste y partidos de papel maché, acaba de declarar en una revista
modesta, local, asturiana, Atlántica XXII, n.º 50, verdades de a puño.
¡Ay, pero tan lejos! Título general: “En Cataluña (con ñ) la situación
es de omertá”. No hace falta ser siciliano para entender la expresión.
“La corrupción catalana ha sido acumulativa y no sustitutoria como la
española. De ahí la omertá y de ahí el oasis. Nadie habla porque todos
tienen el techo de cristal”.
Y añade: “Ni un solo caso de corrupción en
Cataluña ha sido levantado por la prensa catalana. Ni uno. Todos han
sido levantados por la prensa española… Cataluña no es un país de leyes,
sino un país de personas. Lo importante es conocer a la persona
adecuada. Lo mismo se podría decir de Sicilia”.
El periodista,
magnífico, que hace la entrevista se atreve a un comentario, porque él
es italiano, Steven Forti: “En Italia cuando estalló lo de
Tangentópolis, al líder socialista Bettino Craxi la gente le tiró
monedas.
En Cataluña nadie ha ido a manifestarse bajo la sede de
Convergència. Al contrario, millares de personas han acompañado a Mas…”.
Y como colofón valga un ejemplo que desarrolla el jurista López Tena:
“Jordi Pujol, siendo presidente de la Generalitat, no pagó los impuestos
de sucesiones sobre su casa de Vilassar.
Y se trataba de un impuesto
que se pagaba a la misma Generalitat, no a España. Él no lo pagó, nadie
lo inspeccionó y tras diez años prescribió”. Carezco de espacio para
mayores citas e historias chuscas de la “organización criminal”. Puede
leerlas en el último número de Atlántica XXII, n.º 50, que se edita en
Asturias.
Grupos de neonazis independentistas están asaltando las
sedes de los partidos adversarios –Cs, PP y socialistas– al grito de
“fascistas”. Silencio mediático, quizá una nota. Una singularidad en la
que no parecen tener ningún interés las autoridades de la Generalitat,
preñadas de miembros de la CUP, que representan algo similar a lo que
fueron los inefables hermanos Badía durante la República; aquellos
valientes que se escaparon por las alcantarillas.
Este país está
haciendo el ridículo ante el silencio de abades y parroquianos. No hay
creo ni un solo conocedor de la realidad que no tenga claro que ni habrá
referéndum ni separación unilateral y que en un tiempo récord hasta el
Barça entenderá que la vaca está ya esquilmada de tanto ordeñarla. Ahora
bien, hay tanta gente para quienes el referéndum, la independencia, la
separación sin contemplaciones, les da de comer, y bien.
Si se cortan
las subvenciones hay la posibilidad de que se produzcan dos hechos
dignos de la madre superiora; la organización criminal desenmascarada y
los idiotas que no saben que sus padres acabarán el calle: cuando al fin
empiece el proceso contra Artur Mas, por causas de mayor cuantía, y la
izquierda real, si es que ha quedado algo después de tanta desvergüenza,
se dedique a otra cosa que a derribar estatuas.
Ninguna ciudad
del mundo podría soportar la guillotina de sus emblemas, porque nacimos
de la explotación, crecimos en la explotación y ahora decimos que nos
era ajena. Dejen las cosas como están y preocúpense de la gente a quien
no le quedará otro beneficio que recoger los cascotes. Los reaccionarios
de anteayer se han vuelto jacobinos, sin tener ni puta idea que serán
pasados por la ruina a la menor ocasión, algo así como la guillotina.
Les quitarán la subvención." (Gregorio Morán , La Vanguardia, en Rebelión, 15/05/17)
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