"Hace unos días escuchábamos decir que el informe de la Comisión de Venecia sobre la reforma del TC suponía un tremendo rapapolvo para el Gobierno de Mariano Rajoy.
El mensaje que los políticos soberanistas
difundían con éxito es que Europa denunciaba la forma antidemocrática
en que el Estado español está intentando imponer a las instituciones
catalanas el cumplimiento del orden constitucional. Una vez leído el
informe íntegro resulta que dice todo lo contrario.
Nuevamente, como en
tantos otros temas, el separatismo demuestra ser un alumno aventajado de
la posverdad. En realidad, quienes salen malparados
son aquellos responsables públicos que no quieren cumplir las leyes.
Este organismo que asesora al Consejo de Europa
sostiene, en esencia, tres cosas:
1. las sentencias y órdenes del TC son
de inexcusable cumplimiento;
2. quien no las acate ha de ser forzado a
hacerlo; y
3. para imponer su autoridad el TC tiene que apoyarse en
otros organismos del Estado y pedir su colaboración.
Lo único
que cuestiona, acertadamente, es que la ejecución forzosa de las
sentencias recaiga en el mismo tribunal que las dictamina. La reforma
que impulsó en solitario el PP fue electoralista,
carente de sentido de Estado, efectuada a las puertas de las autonómicas
del 2015, y dio atribuciones coercitivas al TC con el fin de garantizar
la efectividad de las resoluciones tras la amarga experiencia del 9-N.
El
problema de fondo es que el Gobierno no ha querido hacer de poder
ejecutivo, por miedo a las críticas, y ha intentado descargar en el TC
ese cometido. En Austria, por ejemplo, el presidente federal puede
desplegar el ejército para tal fin. Aquí los poderes del Estado están
actuando de forma cautelosa ante la desobediencia
manifiesta de los políticos separatistas.
La prudencia, de entrada,
siempre es buena consejera frente a quien buscar provocar. Otra prueba
de ello es la sentencia indulgente contra Artur Mas por el 9-N. El TSJC
ha hecho un esfuerzo notorio por dejar las penas en el mínimo. El
'expresident' querrá lucir martirologio, pero es de 'low cost'." (Joaquín Coll, El Periódico, 17/03/17)
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