"La simplificación del conflicto histórico entre Cataluña y España es un
hecho bastante habitual. Un ejemplo puede ser la interpretación de la
guerra de sucesión (1701-1715) como si fuera estrictamente un
enfrentamiento bélico entre catalanes y españoles.
Una lectura rigurosa
de la historia nos cuenta una versión mucho más compleja: Partidarios de
Felipe V, mayoritarios en la Corona de Castilla y minoritarios en la
Corona de Aragón, con la ayuda del Reino de Francia y otros reinos y
ducados menores, se enfrentaron con los seguidores del archiduque Carlos
de Austria, mayoritarios en la Corona de Aragón y minoritarios en la
Corona de Castilla, con la ayuda del Imperio Germánico, el Reino de
Inglaterra (Gran Bretaña desde 1707) y otros reinos y ducados menores,
defendiendo dos líneas sucesorias a la Monarquía Hispánica.
Ciertamente
el 11 de septiembre de 1714 y la caída de Barcelona en manos de las
tropas borbónicas son un hecho histórico muy importante, aunque la
guerra se prolongó hasta el mes de julio de 1715 con la ocupación de
Mallorca, pero el Decreto de Nueva Planta y la perdida de los derechos
forales o las constituciones de Aragón, Cataluña, Valencia, o Mallorca
fueron sólo un aspecto destacado de aquella larga y sangrienta guerra,
de gran repercusión en buena parte de Europa, que algunos
independentistas quieren reducir simplemente a una guerra entre
catalanes y castellanos.
Otro ejemplo es la guerra civil española
propiamente dicha (1936-1939). Hay quien defiende la poco rigurosa idea
que fue un supuesto "Ejército Español" el que ocupó Cataluña entre 1938 y
1939. No hay duda de que hubo territorios, entre ellos Cataluña,
Valencia, Euskadi, Asturias o Madrid, que frenaron el avance de fascismo
durante buena parte de la contienda, pero no se puede olvidar que las
fuerzas republicanas resistieron en Madrid hasta finales de marzo de
1939, dos meses después de la caída de Barcelona en manos de las tropas
franquistas, y apenas unos días antes del final de la guerra, lo que
pone claramente en entredicho cualquier versión interesada de un
conflicto Cataluña-España.
A menudo se simplifica también la
realidad, hablando de España como si fuera el único y anti-democrático
estado donde se niega el derecho de autodeterminación. Es cierto que
Quebec en Canadá en los años 1980 y 1995 y Escocia en el Reino Unido en
2014, pudieron realizar referéndums para decidir una posible separación
que no tuvo éxito.
Pero no parece probable a corto ni medio plazo que
otros territorios con gran sentimiento nacionalista como Córcega,
Irlanda del Norte o Puerto Rico, por poner algunos ejemplos, tengan
posibilidades de hacer una consulta de este tipo.
Otra cosa bien
diferente es la secesión de cerca de veinte nuevos estados de las
antiguas Unión Soviética, Yugoslavia o Checoslovaquia, con un amplísimo
apoyo de los países occidentales, en realidad una apuesta inequívoca
para favorecer el hundimiento del llamado “bloque socialista”.
También
es una simplificación extrema afirmar que "España nos roba", en
referencia a Cataluña, a pesar de tener su parte de "verdad" si nos
referimos al estado estrictamente, y no evidentemente a los andaluces,
castellanos o extremeños, como demasiado a menudo se hace.
Pero la
frase, además de injusta, se parece demasiado a la "Unión Europea nos
roba", que cada día tiene más éxito entre los sectores nacionalistas
xenófobos de algunos de los países más ricos de la UE (Alemania, Países
Bajos, Suecia...), sobre todo cuando cuestionan o rechazan las
importantes ayudas a los estados menos desarrollados, entre ellos
Bulgaria, Rumanía o Croacia.
Tampoco es demasiado riguroso
plantear que la lengua catalana sólo podrá sobrevivir en una Cataluña
independiente. Irlanda se separó del Reino Unido en 1922 y, después de
casi un siglo de independencia, apenas un 5 % de sus habitantes habla su
lengua tradicional, el gaélico o irlandés. Y no parece demasiado
razonable afirmar que la oficialidad exclusiva del catalán sea la única
garantía para el futuro del idioma, si observamos la situación de la
lengua en el Principado de Andorra, donde es el único idioma oficial, ni
podemos ignorar que el castellano es hoy en día la lengua habitual de
buena parte de la población.
Todo ello sin perjuicio de priorizar el
catalán como primera lengua oficial, y de fomentar su uso en todos los
ámbitos donde todavía es claramente minoritario (Administración de
Justicia, cine y video, aplicaciones informáticas y de telefonía, entre
otras).
Finalmente, y más allá de la simplificación fácil y
cómoda, no podemos olvidar que hay muchas "Cataluñas" diferentes. Por un
lado, la de tantos pueblos llenos de “esteladas” en los balcones
cualquier día del año. Por otro, la de pueblos o barrios donde apenas se
ven unas pocas “señeras” en días tan destacados como la “diada
nacional” del 11 de septiembre.(...)" (Jordi Córdoba
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