"Podemos es la única formación de izquierdas que emplea la palabra
“patria” sin complejos. ¿Es una estrategia para contrarrestar el uso que
le da la ultraderecha?
R [Pablo Iglesias, 2016]: Absolutamente. En
nuestro país tuvimos la desgracia de perder una Guerra civil, con lo
cual determinados significantes quedaron en manos del adversario
político. Palabras como “España” o “patria”.
Una de las cosas que
aprendimos de cómo se debe hacer política a partir de América Latina fue
lo fundamentales que son los movimientos nacional-populares. Todas las
revoluciones de izquierdas se han hecho en última instancia desde la
construcción de lo nacional y de lo popular. (...)
Sí señalo que la respuesta de Pablo Iglesias -en cuya veracidad y
acierto político no entro [1]- pide-exige a gritos una nueva pregunta:
¿ha hecho algo la izquierda para que una de las palabras citadas
-España- no se siga guardando, de manera excluyente y en propiedad y con
éxitos innegables político-culturales, en la mochila de la derecha
española? Aquí, en .Cat, sabido es, nada de nada; más bien lo contrario.
Los nacionalistas, incluidos los de los Países Catalanes menos Andorra,
se ríen a carcajadas. Su triunfo político-lingüístico es aplastante... y
duele a cualquier persona nacionalmente no cegada.
Seguimos hablando de
“Estado español” porque la palabra “España” -la de Machado, Lorca,
Hernández. Ibárruri, Matilde Landa y Teresa Pàmies por ejemplo- es
propia, dicen y repiten, de fascistas, reaccionarios y botiflers.
Lo
nuestro, dicen -la izquierda que ahora se dice soberanista
incluidísima-, es otra cosa. Suena así: Catalunya, Catalunya y Catalunya
-con “ny”, nunca con eñe aunque se escriba castellano- versus España
(aquí sí), el “Estado español”, “Madrid o incluso “Reino de España”.
La
elección terminológica según convenga pero siempre echando porquería a
los otros y contemplando, extasiados, maravillados, felices de conocerse
a sí mismo y de sentirse molt però que molt de aquí,, la historia
mágico-fraternal en el ombligo catalán-catalanista. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 31/12/16)
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