"(...) Algo más sobre lenguaje, falsedad y secesión.
¿Qué se nos
dijo hace unos cinco o seis años? Que la cosa iba del dret de decidir.
¿Qué dret es ese preguntamos? Un dret que tienen todos los pueblos del
mundo se nos respondió y luego se nos invitaba a ir a manifestaciones no
nacionalistas, eso nos decían, estrictamente democráticas. Democracia
es votar, se añadía, y nosotros no podemos votar, repetían.
Algunos,
incluso, fueron a rodear La Caixa, a ello nos convocaban, para
demostrar, mostrar o construir una punta anticapitalista en el
movimiento. La ingenuidad, demostrado está, no tiene límites. Muchos
cayeron en la trampa.
Luego, al cabo de poco, vimos que la cosa
no iba de votaciones ni de decisiones ni de mandangas.
Que la cosa iba
de secesión (no se usa casi nunca la expresión derecho de
autodeterminación, demasiada marxista y sin condiciones para su
concreción en el caso de Cataluña) y de antiespañolismo y, sobre todo,
de generar -poco a poco, granito a granito, por TV3, mar y aire- cultura
identitaria, valores identitarios, lenguaje nacionalista, cosmovisión
catalana-molt catalana, fuertemente antiespañola, arremetiendo incluso,
si “tocaba”, contra las personas que viven entre nosotros y tienen otros
orígenes geográficos (se les ha llegado a llamar colonos o
colonizadores lingüísticos; no es la primera vez [1]. El adjetivo
“xarnego”, que yo mismo he sufrido, no es en absoluto inocente).
Poco después, pancartas hasta entonces escondidas y manifestaciones sin
ropajes encubridores lo dejaron claro: “Cataluña un nuevo Estado de
Europa”. Y a seguir, a generar divisiones en el pueblo catalán y a
taparlo todo (sus principales políticas antipopulares) con lo mismo.
Conocemos la historia.
Mientras tanto, la tesis esencial: el ADN
genético-memético catalán (pensado siempre sin diversidad, una marca
inalterable en el espacio-tiempo) es inconmensurable con el español
(pensado también como conjunto unitario y uniforme, siempre imperial y
fachoso).
Esta semana tenemos otro ejemplo. La reunión del 23 se
anuncia como un encuentro por la democracia. ¿Por la democracia? Sí, sí
por la democracia, de tal forma que, en esa lógica, su ilógica lógica,
las gentes que no somos secesionistas ni soberanistas excluyentes ni
partidarios hoy de un imposible derecho de autodeterminación al no ser
Cataluña ni colonia ni país oprimido ni nada parecido, seríamos entonces
antidemócratas.
Somos cómplices de los que no les dejan votar a pesar
de haberlo hecho en siete u ocho ocasiones en los últimos años. Se vota
cuando ellos -cuidadito, cuidadito- dicen que se ha votado.
Y de
hecho, si lo pensamos sin miedo y hablamos con claridad, son ellos, las
fuerzas políticas secesionistas, los antidemócratas. Hablan de votar y
ya votamos el 27S y todo el mundo conoce el resultado: el secesionismo
perdió la apuesta plebiscitaria que ellos mismos organizaron. Pero no,
no fue suficiente.
A pesar de reconocer la derrota (Antonio Baños, David
Fernàndez) la misma noche electoral, luego cambiaron de opinión y
siguen adelante con un Parlamento colaborador, con truco de escaños, que
nos quiere y tal vez nos lleve a un escenario de enfrentamientos (de
los de abajo y entre los de abajo; ellos y ellas, que se las saben
todas, estarán a cubierto). (...)" (Salvador López Arnal, Rebelión, 24/12/16)
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