9/1/17

Breve historia del proceso independentista catalán


"¿Quién quería en 2006 que Catalunya fuera un Estado independiente? Pues muy pocos, la verdad, si tenemos en cuenta los datos del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) comparados con los episodios más relevantes de los últimos años. 

Por aquel entonces, con el Tripartit en la Generalitat y Zapatero en la Moncloa, la mayoría de los catalanes apostaban por seguir siendo una comunidad autónoma dentro de España (38,2%) y, los más atrevidos, querían ser un Estado dentro de una España federal (33,4%). El Estado independiente era una quimera que perseguían el 13,9 por ciento de la población. Y para el 8,1% era suficiente con que Catalunya fuera una región dentro de España.(...)

Las cosas se mantuvieron más o menos imperturbables durante los siguientes meses. Las cosas se movían, aunque eran temblores más o menos controlados. El PP ya hacía tiempo que había empezado su campaña contra la reforma del Estatut y fue en julio de 2006 cuando los populares presentaron su recurso de inconstitucionalidad ante el TC. (...)

Aún así, Catalunya siguió viviendo en su particular oasis hasta bien entrado 2009, cuando la crisis económica era un huracán que amenazaba con hacer saltar todo el sistema por los aires. (...)

El CEO registró en aquel momento el primer repunte de los partidarios del Estado Independiente, que alcanzaron ya el 21,6 por ciento. Caían los defensores del Estado dentro de una España federal (29,9%) y aguantaban el tirón los que apostaban por seguir como comunidad autónoma (37%). La tendencia empezaba a cambiar, aunque aún faltaban tres años para el punto de inflexión.

Mientras empezaban a calentar los motores de la campaña electoral en Catalunya, el Tribunal Constitucional resolvió el recurso del PP. El 28 de junio de 2010, los magistrados declararon inconstitucionales 14 artículos, impusieron una interpretación determinada a otros 27 y afirmaron que el término “nación” del preámbulo no tenía “ninguna validez jurídica”. (...)

En octubre de ese año, un mes antes de que Artur Mas alcanzara la presidencia del Govern, las encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió reflejaban un aumento significativo entre los catalanes en pro del Estado Independiente (25,2%). Esa no fue una legislatura fácil, con una crisis económica que comportó grandes recortes sociales. (...)

La situación se estaba precipitando hacia un punto de no retorno. El año 2012 amaneció con más recortes y acabó con centenares de miles de personas manifestándose durante la Diada para reclamar que Catalunya fuera “un nuevo Estado de Europa”. Esa concentración finalizó su marcha ante el Parlament reclamando la independencia de Catalunya.

Y, entre medias, llegó el punto de inflexión, cuando los defensores del Estado independiente eran ya el 29% y los partidarios del Estado Federal y de seguir siendo una comunidad autónoma habían caído hasta el 30,8 y el 27,8 por ciento, respectivamente  (...)

De ahí la desesperada e infructuosa reunión de Artur Mas con Mariano Rajoy en La Moncloa a finales de septiembre. El presidente catalán reclamó un pacto fiscal y otras 22 medidas para dar aire a Catalunya y el mandatario español le respondió que no podía tomar decisiones de ese calado porque era “un simple diputado más”.

 Mas regresó a Barcelona en una situación difícil y trató de capitalizar el creciente fervor independentista. Convocó unas elecciones de urgencia, que se celebraron el 25 de noviembre, y apostó por una mayoría absoluta que nunca llegó. CiU pasó de 62 a 50 diputados mientras la ERC de Oriol Junqueras escalaba hasta los 21 parlamentarios. (...)

Según las encuestas del CEO, el 34% de los catalanes se decantaba por esta opción en junio de 2012, ya eran el 44,3% en octubre de ese mismo año, crecieron hasta el 46,4% en febrero de 2013, subieron un poco más (47%) en junio y alcanzaron su máximo histórico (48,5%) en noviembre de 2013.

En ese momento de euforia independentista se comenzó a fraguar la consulta del 9N de 2014 en la que participaron más de 2.300.000 votantes (de los cuales casi el 81% votó a favor de la independencia) y que ha llevado a Artur Mas, Joana ortega, Irene Rigau y Francesc Homs al juzgado.
Las desavenencias entre partidos políticos (CiU y ERC, principalmente) a la hora de resolver el conflicto con el Estado y la irrupción de los “comunes” provocaron pérdidas en las filas de los partidarios del Estado Independiente, que sufrieron un duro golpe al pasar del 45,3 hasta el 36,2% de octubre a diciembre de 2014. En ese preciso momento, según el CEO, los partidarios del Estado federal -opción defendida por Ada Colau y los suyos- crecieron seis puntos (del 22,2 al 28,2%).

Desde entonces, las distintas opciones de organización planteadas por el Centre d’Estudis d’Opinió para Catalunya se han mantenido estables, aunque ha habido un ligero trasvase entre los que quieren mantenerse como comunidad autónoma y los que prefieren una España federal.

El Estado independiente sigue siendo la opción mayoritaria con repuntes que han alcanzado el 41,1% en octubre de 2015 tras las elecciones del 27S o el 41,6 por ciento en junio de 2016 -poco después de que el Parlament aprobara una moción reivindicando la vigencia de la declaración independentista del 9N anulada por el TC.

La tensiones entre Junts pel Sí y la CUP que acabaron mandando a Artur Mas “a la papelera de la historia”, según los cuperos, hicieron mella en marzo de 2016 (38,8% de partidarios del Estado independiente) y el choque cada vez más evidente con el Estado español han hecho bajar ligeramente el número de catalanes que optan por la independencia de Catalunya. 

Pasaron a ser el 38,9% en noviembre y del 36,1 este diciembre, coincidiendo con la declaración de Carme Forcadell en el TSJC. Coincide este bajón con cierta recuperación de los que optan por un Estado dentro de una España federal. Aunque nunca hay que olvidar que el CEO asume que sus encuestas tienen un margen de error del 3%.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que ante la pregunta más concreta y con respuesta binaria (sí/no) de “¿Quiere que Catalunya se convierta en un Estado independiente?” las diferencias son mínimas entre los partidarios de romper con España y los proclives a mantener la vinculación con el Estado. Los últimos datos de diciembre de 2016 señalan que el no se impone por 46,8% a 45,3%.

Además, el director del CEO, Jordi Argelaguet, calcula que una gran parte de los que aseguran “no saber” (4,6%) o “no contestar”(3,2%) irían al no y solo una pequeña proporción al sí. ”La gente que quiere la independencia lo manifiesta sin matices, en cambio, los que no la quieren muestran más oscilaciones, no se atreve a decirlo, y menos en una encuesta telefónica”, afirma. (...)"              (La Vanguardia, 30/12/16)

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