"(...) — La lectura de su tesis deja alguna víscera encogida: ¿Tan negro ve el panorama?
— Hombre, la cosa no pinta muy bien. El brexit, Trump,
la eternización del PP por culpa de una oposición lamentable… Es como
si tuviéramos prisa por llegar a las manos, como si echáramos de menos
una guerra mundial…
— Dice usted que la idiotización
creciente de la sociedad española procede de la funesta moda de la
corrección política: producto USA por excelencia.
— La
corrección política empieza bien: no podemos ir por ahí llamando a la
gente “negro de mierda” o “maricón chupapollas”. Pero de ahí a vivir en
el reino del eufemismo hay un largo trecho que no hacía falta recorrer.
Yo no soy un hombre de visión alternativa, soy un cegato, ¡joder!
—
Parecía imposible, cuando se empezó a decir “empleada de hogar” por
asistenta, “persona con dificultad visual” por ciego o “movilidad
limitada” por cojera, que se iba a llegar a aceptar elefante como animal
de compañía o que Cataluña (y ahora también Andalucía) es una nación.
— El
nacionalismo es la única ideología de otros tiempos que ha sobrevivido,
probablemente porque es la más imbécil. Es fácil de entender: nosotros
somos estupendos y nuestros vecinos, unos cabrones. Lo que nos sale bien
es porque somos de traca; lo que nos sale mal, porque el vecino nos
tiene manía. El nacionalismo es un chollo, es el paraíso del imbécil.
— Una vez que implanta la corrección política en todo el mundo, va EEUU y elige a Trump… Quien, por cierto cree en la idiocracia y de ella se ha valido para llegar a presidente.
— Es incomprensible que semejante tarugo haya
llegado a la Casa Blanca. ¡Y ya le han dado los códigos nucleares! Eso
es como darle un AK47 a un crío de diez años.
— Teresa May, a premier británica; Boris Johnson, el exalcalde londinense… tampoco se quedan cortos.
— La actitud británica ante el mundo cada día resulta más ridícula.
— Por otra parte, en España a menudo se confunde el hablar claro con el insultar, ¿por qué será?
— Por burricie y falta de argumentos.
— ¿Qué es eso del síndrome Puerto Hurraco?
— Nuestra tendencia legendaria a eliminar a todo el que no está de acuerdo con nosotros. Franco es un claro ejemplo de esa tendencia. Y los nacionalistas en general. (...)
— ¿Cuánto le paga usted a su guardaespaldas?
— Nadie
me odia tanto como para tener que temer por mi vida. Estoy más
acostumbrado al ninguneo, al “usted no existe y su libro nunca se
publicó”.
— ¿Qué podría hacerle callar?
— Amenazas de muerte que no se producirán porque, como ya he dicho, yo no existo y mis últimos libros, los dos sobre el nacionalismo catalán y probablemente éste, nunca se han publicado. (...)" (Ramón de España, Cuarto Poder, 28/11/16)
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