12/9/16

‘La raza catalana es el elemento clave del nacionalismo’

"El catalanismo desde un punto de vista doctrinal debe ser colocado entre las filas de lo que se denomina técnicamente la raciología. Un leitmotiv lo guía: el de la amenaza de extinción de una raza, la catalana, y la necesidad, a toda costa, de preservarla”. 

Así lo manifiesta a GACETA.ES el filósofo y profesor Francisco Caja, que  destaca que  “éste es el núcleo doctrinal del catalanismo. El de antaño y el de hogaño”, y que lo que nos impide verlo es la “eficacia ideológica de la renovación doctrinal y política de lo que debemos denominar con propiedad el pujolismo”.

En este sentido, indica que la hegemonía ideológica del pujolismo ha deformado hasta tal punto la verdad que la ha ocultado incluso a sus críticos. Además, explica que el nacionalismo es, al mismo tiempo, en su origen, una ideología de clase, la de un sector regional de una clase social, la burguesía catalana, enriquecida con el oro de las colonias españolas, con el fin de mantener su hegemonía económica y lograr la hegemonía política.

 “Este es el proyecto político inicial de Prat de la Riba, quien decía que la segunda fase de la nacionalidad no la hizo el amor, sino el odio”, relata. (...)

Caja expuso su estudio sobre lo que constituye el núcleo de la doctrina del catalanismo históricamente, desde sus orígenes en Valentí Almirall y Llocer hasta Jordi Pujol y aquellos intelectuales que secundan la obra política de Pujol.

“Primero, hice una serie de consideraciones necesarias para levantar el velo con el que el relato pujolista ha cubierto la naturaleza del nacionalismo como ideología política. Y en primer lugar recordé que a principios del siglo XX el nacionalismo tenía prácticamente carta de naturaleza en Cataluña, que la mayoría de los catalanes eran antinacionalistas y que denunciaban el nacionalismo como una perversión política”, detalla.

El profesor recordó un episodio acaecido en Sant Feliu de Guixols, una población cercana a Barcelona, donde actuaron los nacionalistas cantando el himno de Cataluña y fueron abucheados. Cuenta que cuando el Orfeó Catalá entonó Els Segadors inmediatamente ‘los corrieron a gorrazos’ porque se consideraba una ideología reaccionaria y contraria a los intereses de los propios catalanes, y que el público protestó cantando La Marsellesa

Informa de que en 1887 se publicaron los primeros libros que contenían ya una ideología nacionalista y que el nacionalismo progresó como ideología política. Explica que eso tiene que ver con el hundimiento del imperio español y con la idea primitiva del nacionalismo de reeditar el imperio español y que Barcelona hiciera metrópolis y el resto de España, las colonias. 

“A través de los principales textos del catalanismo mostré que para ese proyecto político gente que en la burguesía catalana había hecho mucho dinero bajo las alas del águila imperial española y a la pérdida del imperio español habían repatriado sus capitales, como reconoce el propio Francesc Cambó, uno de los autores de este invento del nacionalismo catalán”, detalla.

Francisco Caja hace hincapié en que ese proceso de hegemonía política fue acompañado de un suplemento ideológico que fue “la doctrina racial, que está en boca de todos y cada uno de los autores de los principales textos del nacionalismo catalán inequívocamente, además, como mínimo hasta la II Guerra Mundial”.

“Uno coge los textos y se constata la existencia de una raza catalana con unas características singulares”, manifiesta el presidente deConvivencia Cívica Catalana, que explica que la definen fundamentalmente, porque no pueden recurrir a otra cosa, por rasgos espirituales, una diferencia espiritual en relación al otro, al enemigo, que es el castellano”.

“Si el castellano es blanco, el catalán es negro; si es rojo, el catalán es azul. Todo siempre por referencia a las características del castellano que son evidentes”, añade.

Además, subraya que lo que determina su efecto político es que descubren desde muy tempranamente que es una raza en extinción. Apunta que el índice de natalidad en Cataluña en 1915, según un famoso artículo del doctor Puig i Sais, era el más bajo de toda Europa y, por lo tanto, era una raza singular, que encima estaba amenazada de muerte, lo que implica que “había que hacer cualquier cosa para que subsistiese y evitar su extinción”. 

“Eso proporciona una excusa: podemos hacer lo que queramos, efectivamente, sin ningún tipo de escrúpulo moral porque la causa lo exige”, remacha. Caja explica que el nacionalismo se convierte entonces en una especie de religión política en donde, además, tiene una contribución muy importante la Iglesia catalana”.

Cuenta que la jerarquía católica desembarca en el partido de la liga de Prat de la Riba, uno de los fundadores del catalanismo, por obra y gracia del padre Miquel d’Esplugues. “Los políticos catalanes comen en el refectorio del convento de los franciscanos y este individuo consigue que se adhieran”, aclara.

Francisco Caja rememora que el carlismo había llevado a la Iglesia católica a un callejón sin salida político y que aquí tenía la posibilidad de tener poder político, por lo que desembarca en el catalanismo de Prat de la Riba, que evoluciona hasta Montserrat.

Asimismo, destaca la influencia del abad de Montserrat en el joven Pujol, un católico convencido, que infunda una organización denominada CC, que nunca se supo lo que significaba, pero que, a su juicio, es Cristo Cataluña, y que fue así como se unió la religión y el proyecto político del nacionalismo.

Explica que después de la guerra, con el descrédito del racialismo como consecuencia de la derrota nazi y las campañas posteriores de la UNESCO, fue cuando intervino Pujol renovando la doctrina del catalanismo para superar la paradoja y conservar íntegramente los fundamentos raciales de la doctrina mediante su reelaboración, una verdadera metamorfosis, en términos aparentemente no raciológicos.

No obstante, dice que “por mucho que cambien aparentemente y que el discurso de apelación a la raza pura y dura de antes de la guerra se convirtiera después en uno sobre la integración y sobre la necesidad de defensa de la lengua eso solamente encubre y, además, con un velo muy tenue, la naturaleza racial constitutiva de la ideología nacionalista”.

Francisco Caja hace hincapié en que la lengua de los nacionalistas“es un devorador de cuerpos, un super-organismo que tiene derechos imprescriptibles, que impone deberes, que exige fidelidad absoluta, una lealtad inexcusable, que toma posesión de los cuerpos”.

“La lengua es el símbolo del legado de la tierra y los muertos, o sea, la raza. Dejarla morir (una fantasía verbalizada a diario por los catalanistas) es un pecado contra ellos. Un pecado original contra los orígenes.

 Y las consecuencias políticas de tal apotegma son devastadoras”, expresa el filósofo.
Destaca que “los catalanistas vieron el gran problema de la baja tasa de natalidad de lo que ello llamaban su raza” y fue entonces cuando “se plantearon este nuevo proceso en el que Pujol encuentra en la inmigración tanto un problema, el problema político de Cataluña, y al mismo tiempo una “esperanza”, la esperanza de la “construcción” de Cataluña.

Cuenta que “la doctrina de la integración sostiene que Cataluña carece de cuerpo, pero tiene espíritu que puede insuflarse en un cuerpo, una especie de conversión de los que allí llegaban”. Caja da una fórmula “la integración es igual a abducción de los cuerpos más conversión o redención de las almas”, e indica que “la traducción simbólica de la integración será la inmersión lingüística“.

Xarnego sí, pero si parla català y, consecuentemente, piensa en catalán (o sea, es catalanista) y podrá incluso llegar a ser President de la Generalitat. Integración, integración y aquí paz y después gloria, la gloria de Cataluña: un unic poble, una unica llengua, un sol poble, repetirán como en un eco los comunistas del PSUC, los inventores de esa monstruosidad que se llama inmersión lingüística, un verdadero rito de paso, pero de paso de frontera, que el charnego debe repetir una y otra vez como un exorcismo y un rito de iniciación a la vez”, explica el presidente de Convivencia Cívica Catalana. Recalca que la exclusión del castellano de las escuelas catalanas lo inventó el PSUC, se lo vendió al PSC, y que en la actualidad Cataluña trata peor la lengua española que las extranjeras. (...)"             (Somatemps)

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