"¿Y a mí qué me cuentan?. Quisiera que
alguien me explique de una puñetera vez qué pretenden decir con
esa murga de "es que yo soy de aquí, y no soy de allí"
que le salta a uno a la cara cuando abre un periódico, o enchufa la tele,
o el arradio.
Porque, a ver. ¿Dónde diablos es aquí y dónde
es allí? Y cuando se invoca un hecho diferencial como si fuese palabra
mágica, ¿estamos hablando de diferencias con quién? Porque
si de lo que se trata es de ser diferentes, el de arriba firmante es tanto como
el que más.
Y a la hora de plantear argumentos nacionalistas, paletismo
local o factores raciales e históricos no estoy dispuesto a dejarme achantar
por nadie. Puestos a ello, puedo ser tan poco español o tan cantamañanas
como cualquiera.
Porque vamos a ver. Si de lo que se trata es de marcar paquete,
diré que yo, por ejemplo, soy de Cartagena: una ciudad que tiene tres
mil años de historia y que podría abastecer de solera a media
Europa. Fue capital de la España cartaginesa, y capital de cada una de
las cinco provincias romanas de Hispania.
Mis antepasados eran griegos, fenicios
y cartagineses; y cuando de jovencito me zambullía en el mar, sacaba
ánforas que llevaban veinte siglos allá abajo, enfrente de mi
casa. En cuanto a raza también soy distinto, porque mi RH positivo es
mediterráneo, antiguo y sabio.
Y puestos a eso, me siento más
a gusto en un cafetín moruno de Tánger o bebiéndome un
vaso de vino con aceitunas bajo una parra griega, que en la Gran Vía
de Madrid, El Sardinero, Las Ramblas o la plaza mayor de Trujillo.
En cuanto a peripecias históricas, pues bueno. Mientras
los comerciantes, los campesinos y la gente de la iglesia y de la paz se iban
al interior - a Murcia- para esquivar las incursiones de los piratas berberiscos,
mis architatarabuelos se quedaron en la costa a pelear.
Y cuando la primera
república, el Cantón de Cartagena se autodeterminó por
las bravas, acuñó su propia moneda, poseyó su escuadra,
y al aparecer las tropas centralistas no se desbandó como una manda de
conejos, sino que resistió seis meses a cañonazo limpio.
Y en
lo que se refiere a lengua propia, cierto es que no hay una nacional cartagenera;
pero los críos, antes de tener uso de razón, saben leer en las
piedras inscripciones en latín.Y mucho podríamos discutir sobre
si decir: "deme sinco sentímetros de sinta de senefa asul"
o blasfemar con la barroca riqueza léxica del habla cartagenera no es
un hecho diferencial lingüístico de cojones..
En cuanto a agravios, para qué les voy a contar. Hoy,
Cartagena es una ciudad industrialmente desmantelada, deshecha por el paro,
con menos alternativas que un bocadillo de mortadela en Ruanda. A los cartageneros
no es que los hayan puteado histórica y sistemáticamente el gobierno
central, las monarquías austriaca y borbónica, la dictadura franquista
o los cien años de acrisolada honradez.
A los cartageneros nos han hecho
la puñeta la administración fenicia, la griega, la de Roma, la
bizantina, los suevos, los vándalos, los alanos, los visigodos, el califato
de Bagdad, el de Córdoba, el Cid Campeador, los reyes de Castilla, los
de Aragón, Napoleón Bonaparte, el general Martínez Campos,
la primera y la segunda repúblicas, y todo el que pasó por allí.
Mis antepasados pagaron impuestos, palmaron en la Invencible, Trafalgar, Santiago
de Cuba, Filipinas, Annual.
Y a cambio, como el resto de los españoles,
recibieron hostias hasta en el cielo de la boca. Cierto es que fueron cómplices
y actores en empresas imperiales de la España centralista castellana.
Pero cuando vas y abres los libros de historia, compruebas que en cualquier
batalla de Flandes, en cualquier episodio colonial de América, en cualquier
aventura española en Nápoles, Sicilia, norte de África
o Constantinopla, los apellidos de los capitanes, soldados, marinos, comerciantes
y frailes eran también, y no pocos, vascos, catalanes, gallegos, navarros,
mallorquines y etcétera.
En esta galera hemos remado todos, y a todos
nos han dado infinitas veces por detrás y por delante. Aquí no
hay víctimas de primera y de segunda clase, y sólo a los muy canallas
o a los muy imbéciles se les ocurre trazar líneas divisorias con
tan irresponsable arrogancia.
¿Diferentes? Claro que sí. No sólo
van a serlo tres o cuatro chantajistas bocazas. Aquí todos tenemos motivos
para piarlas, y cuando llueve se moja todo cristo. Así que, para diferencia,
la mía y la de la madre que me parió. A ver qué se ha creído
esa panda de gilipollas." (Arturo Pérez-Reverte, 06/10/1996)
No hay comentarios:
Publicar un comentario