"Como cualquier otro movimiento sísmico, el voto de
Reino Unido en favor de abandonar la Unión Europea comienza a hacer
visibles nuevas grietas y a generar olas que avisan de la llegada de un
tsunami que convertirá las predicciones actuales en terreno abonado para
la imaginación, ya que multitud de variables imprevisibles afectarán
también a otros países.
Una de estas variables afecta a la existencia misma de
alguno de los Estados directamente implicados. ¿Se mantendrá, valga la
redundancia, unido el Reino Unido, o será la independencia de Escocia y
su permanencia en la UE una de las consecuencias del Brexit? ¿Se
mantendrá unido el Reino de España, o también Cataluña conseguirá
alcanzar su independencia? (...)
La respuesta preferida de la UE a la mayoría de las crisis, "apañárselas
como sea", no será una opción posible en este caso, como tampoco lo
será la fantasía de estar al mismo tiempo en misa y repicando como se
les prometió a los británicos, es decir, obtener todos los beneficios de
la UE y no estar sujeto a ninguna de sus obligaciones. (...)
En el fondo, solo hay dos opciones y ninguna es buena: aceptar aranceles
al comercio con la UE según las reglas de la OMC, lo que perjudicaría
cerca de la mitad del comercio británico y desvirtuaría a Londres como
centro financiero, o aceptar las reglas de la UE sin tener voz sobre el
contenido de las mismas.
Entretanto, el Reino Unido tiene que llegar a nuevos
acuerdos con el resto del mundo sobre comercio, actividades comerciales
transfronterizas, regulaciones financieras, etc., que reemplacen los que
tenía con la UE y compensen por el abandono de estos.
Asimismo, el
parlamento tendrá que reescribir la ley para eliminar todo lo que la UE
había modificado, remodelar los últimos 60 años de legislación y renovar
los 12.295 reglamentos que la UE había integrado en la ley británica.
Un sueño jeffersoniano, pero a lo loco.
Sin duda una tarea colosal, desmoralizante y
abrumadora cuyas secuelas tensarán al máximo el ya desgastado deseo de
Escocia de permanecer en el Reino Unido.
(...)
Aunque una cosa es segura, cuanto mayor sea la pérdida
de acceso al mercado europeo, mayor será seguramente el aumento del 45%
de escoceses que votaron por la independencia en 2014 y que buscarán
recuperarlo.
Aunque no se trata de un intercambio fácil, ya que Escocia
vende más al Reino Unido que a Europa y el libre acceso al mercado
británico del que dispone ahora mismo se verá en peligro, sobre todo si
Escocia no es aceptada como miembro de la UE y no forma parte de los
nuevos acuerdos que se establezcan con el Reino Unido, si es que se
producen.
Sin embargo, las posibilidades de que Cataluña sea
independiente se han visto reducidas a causa de la confirmación de
España como miembro de confianza de la UE, que los otros miembros
evitarán presionar para que acepte un referéndum de independencia
catalán, lo único en lo que se basaba la estrategia catalana hasta
ahora.
Es un giro irónico, ya que el miedo disuasorio que generarán las
negociaciones del Brexit es probable que asuste tanto a los escoceses
como a los catalanes y que se resignen a aceptar el statu quo para evitar los riesgos y las incertidumbres que provoque la independencia, ya sea de esta mutuo acuerdo o no.
El referéndum sobre el Brexit daba a elegir entre dos
opciones muy claras: permanecer en la UE de acuerdo con las reglas
conocidas y existentes, o abandonarla en favor de una alternativa sin
especificar que no se podía prever.
Si la elección de los británicos a todas estos
imprevistos e incógnitas acaba fracasando como parece ahora mismo, no es
probable que los escoceses y los catalanes vean reforzado su interés en
romper las relaciones con el Reino Unido y España, sobre todo a causa
del creciente temor que genera el miedo a perder el libre acceso a los
mercados del que disfrutan ahora mismo.
A veces, las razones ideológicas, nacionalistas o los
deseos de libertad superan a las razones económicas. Es lo que ha
sucedido en el Reino Unido, aunque queda por ver todavía si Escocia y
Cataluña poseen la tenacidad necesaria para superar los miedos que
desencadenarán las secuelas del Brexit, dado que la salida tiene un
precio.
Se acabaron muchas de las ilusiones que definían a la
independencia como un paseo. Escocia y Cataluña no pueden estar en misa y
repicando, como todo el mundo comprenderá después de ver lo que sin
duda sucederá con el Brexit.
Hace falta tomar una decisión y no será una decisión agradable, sea la que sea." (Alfons López Tena, CTXT, 03/08/16)
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