"(...) Para muchos empresarios la estabilidad y los mercados peligran.
Y
es que, dígase lo que se diga, el gran mercado para Catalunya es el
español, aunque se argumente que su volumen es similar al que representa
el resto del mundo. Pero se obvia que es, con mucho, el más estable y
el de mayor valor añadido. Esto ayuda a entender que el superávit
comercial con España sea enorme, mientras que con el resto del mundo es
justo lo contrario.
Acerca de la estabilidad, la declaración
amenaza los fundamentos de la actividad empresarial al poner en duda
nuestro mercado natural -el español-, el espacio económico único -la
Unión Europea-, y la estabilidad financiera -el euro-. Por ello, las
alarmas se suceden, y la deslocalización de sedes empresariales, con ser
su manifestación más llamativa, no refleja por sí sola la dimensión del
problema.
Hay otras evidencias de ese malestar.
En primer lugar,
la creación de filiales fuera de Catalunya, pues por qué razón un
empresario va a trasladar su sede, con el coste de imagen que acarrea,
cuando desarrollar la actividad a través de una filial resulta muy
simple.
En segundo lugar, la actitud de las multinacionales que deciden
sus inversiones con mucha antelación. Así, hoy se ejecutan las
decisiones adoptadas hace unos años. Pero después, por ejemplo, del
reciente comentario editorial de 'Financial Times', la loca
carrera de Catalunya hacia la independencia, no creo que estén
decidiendo inversiones para los próximos años.
Y, finalmente, nuestro
estado anímico. No hay que ser psicólogo para observar que entre
nosotros reina una pesadumbre que no se percibe más allá del Ebro o los
Pirineos. (...)" (JORDI ALBERICH, El Periódico, 28/11/15)
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