"(...) ¿El bilingüismo mata —como reza el título del libro del filólogo y escritor Pau Vidal—, al catalán o es que lastra decisivamente el proyecto independentista? (...)
¿Resulta razonable privar de la educación en su lengua materna a casi
la mitad de los catalanes? ¿España puede permitirse el lujo de avalar políticas lingüísticas que refuercen la hegemonía cultural, ideológica y política nacionalista y lubrifiquen el camino de la ruptura?
"No hay ningún país o territorio autogobernado con más de una lengua
oficial que excluya a una de esas lenguas de la condición de lengua de
enseñanza.
La inmersión no cumple ninguna función pedagógica o social
que no se pueda alcanzar por el sistema del bilingüismo vehicular, pero
sí cumple la tarea de corroer los lazos sentimentales comunes que los
nacionalistas necesitan para llevar a cabo su apuesta secesionista",
asegura el ensayista y diplomático Juan Claudio de Ramón.
(...) es que, en Cataluña,
particularmente, la lengua actúa no solo como marcador identitario,
sino también como elemento de distinción social que aporta estatus y
prestigio. (...)
De hecho, el porcentaje de los profesores y políticos locales de
origen castellano hablante que se han pasado a adoptar el catalán es
mucho más elevado que el que se produce entre la población en general.
Y, por lo mismo, no deja de ser significativo que los policías
autonómicos y otros colectivos hayan encontrado en el uso exclusivo del
castellano una forma provocadora de protesta sindical y que esa actitud
levante reacciones como la que el presentador de las "Actas del Simposio
España contra Cataluña", Manuel Cuyás expresó en las páginas del El
Punt Avui:
"Lo que debería hacer el consejero de Interior Felipe Puig
es hacer formar a los Mossos, identificar a los culpables y decirles
usted, usted y usted fuera de la fila, y arrestados. O echarlos fuera
del cuerpo. O degradarlos en una exposición pública (...) Algunos mossos
han manchado el uniforme".
"La posesión de rasgos asociados con el grupo étnico dominante puede
procurar, tanto a los que buscan la movilidad ascendente como a los que
buscan evitar la movilidad descendente, ventajas simbólicas en términos
de estatus social y puestos privilegiados en el mercado de trabajo.
Estos procesos se exacerban en situaciones de crisis económicas.",
explica Thomas Jeffrey Miley, sociólogo y profesor en la Universidad de Cambrige.
Miley hizo su tesis doctoral sobre la política lingüística catalana y
no oculta su sorpresa por "el éxito" en la aplicación de un modelo
educativo, "falsamente llamado de inmersión", dice él. "No conozco un
caso parecido en ninguna otra parte del mundo. Ese éxito se explica, sin
duda, por la hegemonía de un nacionalismo que ha hecho de la lengua la
columna vertebral de su proyecto", afirma.
"Cuando llegué a Cataluña me sentí desconcertado al comprobar que el
conjunto de la izquierda catalana apoyaba la llamada inmersión
lingüística. Procedo de California y conozco bien el problema de la
escolarización de los inmigrantes en los años 90. Allí, ha sido siempre
la derecha la que ha tratado de imponer las políticas de inmersión en
inglés frente a quienes consideramos que el respeto a la lengua materna
en la educación es sagrado.
Los pedagogos piensan que, de lo contrario,
los niños pueden tener más dificultades de aprendizaje en los primeros
años, sentir que proceden de estratos sociales inferiores y desarrollar
actitudes de rechazo a la escuela.
Pronto comprendí que la alianza entre
el nacionalismo y el progresismo catalán tenía su origen en el trauma
compartido del franquismo
pero no deja de ser un disparate que la izquierda acepte que el sector
público sea monopolizado por la población de lengua materna y piense en
la protección de la lengua antes que en la protección de los derechos de
los ciudadanos", indica el sociólogo norteamericano.
En su opinión, no cabe asimilar la inmersión lingüista catalana con la aplicada en Quebec
a la minoría de habla inglesa que, por lo general disfruta de un
estatus social medio alto. "En Quebec, la inmersión es voluntaria, no
obligatoria, y no hay riesgo de que el profesor denigre la cultura
angloparlante. Más que inmersión, lo de Cataluña parece una sumersión",
concluye.
Es un análisis que rechaza gran parte de la izquierda catalana
aunque últimamente surgen voces críticas, desde las filas del PSC, preferentemente, que cuestionan la política lingüística. (...)
Investigadores como Pau Mari-Klose y Albert Julià sostienen, sin
embargo, que, a igualdad de condiciones socio-económicas, los
estudiantes catalanes que tienen el castellano como lengua de uso
habitual obtienen peores resultados en las pruebas estandarizadas que realiza PISA. (...)
"Tenemos en marcha un nacionalismo de dominación, no de liberación. El
catalán no está en peligro. Ahora, la lengua es una coartada para
protegerse frente a la competencia y reservarse el sector público para
ellos y sus descendientes. Ya hay estudios de altos funcionarios y
miembros de las élites políticas que demuestran que cuanto más
nacionalista eres más puestos importantes llegas a ocupar.
Pasa en todos
los partidos, salvo en ERC, pero es porque ahí todos son igual de nacionalistas", sostiene el profesor Enric Martínez,
doctor en Ciencias Políticas. Un dato a favor de esa tesis es que, a
principios de este siglo, el 67% de los parlamentarios autonómicos era
hijo de padres nacidos en Cataluña, frente al 33% del conjunto de los
ciudadanos nacidos en esa comunidad. (...)
"En momentos de crisis o escasez, la nacionalidad se convierte en un
arma por la competencia de los recursos y la transmigración ideológica
es una forma de subirse a la lancha salvavidas inflada con los
materiales gaseosos e inflamables del repertorio romántico", concluye
Martín Alonso, autor del trabajo: "El viraje étnico de la
intelectualidad catalana". (
José Luis Barbería
, El País, Madrid
24 SEP 2015)
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