12/1/15

Hay un fuerte componente étnico en las direcciones de los partidos de la izquierda catalana

"(...) La izquierda en Cataluña, al menos la que tiene presencia pública, ha optado por un apoyo al proceso secesionista. No hablamos de su posición en el voto final, que depende de filigranas coyunturales, sino de la demanda de la consulta del 9N. 

Pudiera parecer que ello es debido a la tradicional reclamación histórica del viejo PSUC y otros históricos, sobre el derecho a la autodeterminación. Y es en parte cierto, sobre todo en esa militancia que sufre la esquizofrenia de no sentirse nacionalista y reclamar una consulta que se le atraganta por su componente más derechista y etnicista. La realidad es que hay un fuerte componente étnico en las direcciones de los partidos de la izquierda catalana. 

El nacionalismo siempre ha sido transversal y su transversalidad es operativa, ha practicado el entrismo en todas las organizaciones de todo el arco político catalán. Las excepciones al origen “étnico catalanista” de las direcciones de los partidos (José Montilla, David Fernández, etc.) son causa de “caídas del caballo” a modo de las revelaciones de San Pablo, que de todo tenemos en Cataluña. 

 Los demás no han pasado del rango de “capitanes”, como significativamente se les llamaba a los dirigentes socialistas provenientes de la inmigración, que tenían como techo las alcaldías de las grandes urbes del Barcelonés y del Bajo Llobregat. Siempre se ha dicho que no hay peor nacionalista que un charnego agradecido. La realidad es que está vedado en Cataluña medrar en la izquierda a un crítico al nacionalismo.

Pretender la hegemonía en el proceso secesionista de esa izquierda es de una ingenuidad manifiesta. Dejando ahora a un lado la historiografía existente a este respecto, es evidente que quien dirige y gestiona el proceso es la casta catalana representada en este caso por la coalición no declarada pero real de CDC y ERC. 

A las grandes manifestaciones por la independencia asisten mayoritariamente gentes que nunca se movilizaron por los derechos laborales y nunca asisten a concentraciones contra los recortes. La convocatoria por una República Catalana realizada por el entorno de izquierda contó con una pequeña participación.

 La mayoría de los soberanistas dejan la respuesta y solución a tales asuntos sociales y políticos para el día en que se logre el edén independentista. Incluso desaprueban los movimientos sociales y cívicos más activos como el de Can Vies. Imposible el sorpaso, imposible la hegemonía. 

La conclusión más importante de todo ello es que una Cataluña independiente no será una sociedad más justa socialmente, en todo caso un estado pequeño y débil a merced del neoliberalismo. ¿Y qué pasará con los de abajo? Pues que estaremos peor, los de Cataluña y del resto de España, separados por identidades y más débiles, peor pagados, con menos derechos y más solos frente a la casta, a las castas. (...)

 La izquierda catalana parece haber olvidado sus principios ideológicos sobre la igualdad abrazando criterios que alimentan la diferencia y los privilegios de una parte de la población; en este caso, como afirma Jesús Sánchez Rodríguez en Rebelión (4), “estamos en presencia de una de las situaciones más habituales en la historia de las relaciones entre la izquierda (¿marxista?) y el nacionalismo, es decir, aquella en la que la izquierda (catalana) está en una situación de subordinación respecto al nacionalismo de derechas. 

En Cataluña es la burguesía (CiU) y pequeña burguesía (ERC) la que pilota el proceso soberanista, marcando los objetivos y los ritmos”. Aunque olvidado y sepultado, no es un hecho nuevo. Recordamos bien cómo en los años 60, 70 y principios de los 80, se desarrolló el debate suscitado por tal cuestión en las revistas teóricas del PSUC (Taula de Canvi, Nous Horitzons) y en otras como Materiales y Mientras Tanto."          (Vicente Serrano y Rafael Núñez , Crónica Popular,  Rebelión, 10/01/2015)

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