"(...) ¿Qué papel juega la izquierda catalana?
Antes
del 9N Artur Mas era un político acabado, pero el sucedáneo de consulta
lo cambió todo. No sólo ha cumplido con su promesa, sino que ha
encabezado la movilización de 2,3 millones de personas. Y todavía puede
engordar más gracias al PP por intentar canalizar su nacionalismo españolista con la fiscalía general del Estado por delante.
Pero
lo curioso es que el resurgir del líder de la derecha neoliberal
catalana no hubiera sido posible sin el concurso de la izquierda
socialdemócrata, transformadora y nacionalista, que en vez de anticipar
elecciones autonómicas al no cumplirse el acuerdo de referéndum, han ejercido de salvavidas del presidente más neoliberal de la historia de Catalunya.
La
“izquierda real” (ICV-EUIA) se ha doblegado a la estrategia del
nacionalismo neoliberal y el independentismo identitario dentro de la
dinámica de confrontación España/Catalunya, asustada sin voz propia
frente a quienes agitaban las banderas para tapar sus recortes, dándole
oxigeno a CIU a costa de erosionar la independencia política de la clase
obrera y la izquierda.
Para el ideólogo Artur Mas ha sido
fácil, la eliminación de las pagas extras de los empleados públicos
durante tres años, la subida del agua, el copago a los enfermos de larga
duración, el tijeretazo a las universidades y a la dependencia, las
dobles listas de espera en la sanidad pública para promocionar la
sanidad privada, etc., todo ha quedado tapado bajo el manto del
nacionalismo, y es que "en una Cataluña independiente no habría habido
tantos recortes " (20) (Artur dixit). Y ante este despropósito parece no haber una respuesta seria desde la izquierda catalana.
El
proyecto independentista de Catalunya goza de un gran apoyo por la
creencia en el espejismo de que es posible mediante su conversión en un
nuevo Estado de la UE, ser tratado como un país centro europeo, de la
“Europa linda” (donde se concentra el poder de decisión política,
financiera, y tecnológica), de las economías exportadoras y acreedoras,
alejarse del intercambio desigual y el empobrecimiento de los países de
la periferia y el sur. (...)
Esta creencia es consecuencia en parte de la ineficacia de la
izquierda política y social en alejarse de la centralidad de la lucha de
clases (burguesía/clase obrera), en no combatir el origen de los
problemas de la crisis uniendo los movimientos obrero y populares, en no
disponer de un proyecto propio de Estado (la IIIª República), en no
batallar contra la ideología pequeño burguesa del “europeísmo” y la
“Europa de los pueblos” vinculado a la UE de las transnacionales y el
euro y no señalar el verdadero enemigo, que no son los “gandules” del
sur, ni los inmigrantes del “tercermundo”, sino el imperialismo alemán, y
su arma de destrucción masiva de conquistas obreras, el euro.
En
definitiva, el nacionalismo implica no enfrentar los problemas de clase
y los problemas de la crisis, los desplaza para más adelante, cuando
seamos independientes. Pero ¿alguien cree que la
independencia de Catalunya es una ganga de ocasión para conseguir la
ruptura democrática, romper con Bruselas, Frankfurt y Washington, evitar
los “rescates” financieros y salir de la crisis?
El
nacionalismo también en aras de ese “adn catalán”, hace pasar por
amigos a los enemigos, como Artur Mas promotor ideológico de la reforma
laboral del PP, igual que Pujol en los años 90 promoviera los contratos
basura y las ETTs. (...)" (Miguel A. Montes , Rebelión, 15/01/2015)
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