"Decía Woody Allen en no recuerdo qué película que el orgasmo
simultáneo era un mito, que él sólo había conocido un matrimonio que
hubiese disfrutado de uno: fue el día de su divorcio.
Algo parecido ha
ocurrido entre Mariano Rajoy y Artur Mas, quienes ayer domingo, mediante
una muy premeditatada ceremonia de la confusión, lograron llevar al
país (a uno de ellos por lo menos) a su nivel máximo de frustración,
encono, y empecinamiento. Banderas quemadas, cerraduras bloqueadas,
pintadas independentistas, urnas rotas. A la hora de sentarme a
escribir, la participación rozaba los dos millones de personas. No está
mal, teniendo en cuenta que se trataba de una votación con condón.
Las urnas eran de cartón, los votos también, lo cual da como
resultado una encuesta de fogueo. Pero hay algo absolutamente real en
este simulacro de sedición y es la gente que ha participado en él. (...)
Lo cómico es haber tenido que armar esta exaltación de la papelería sólo
para subrayar una obviedad. Hay que ser muy español para detener un
país, convocar manifestaciones, amagar con los tribunales, liarla parda,
y luego quedarse exactamente en el mismo punto de partida. (...)
El orgasmo simultáneo en este coito fingido consiste en que ambos
púgiles han obtenido a expensas de los contribuyentes una victoria
pírrica, una derrota pública y un ridículo total. Mariano ha logrado que
por unos días se deje de hablar de la peste bubónica en que consiste su
acción de gobierno sólo que a costa de agravar una fractura
irreversible. En cuanto a Artur, ha conseguido llevar a la nación
catalana al borde mismo del océano, lista para emprender la travesía,
sólo que sin barcos, sin botes, sin remos y sin él. (...)
Artur y Mariano han preferido ordeñar una corrida del bombero torero,
que es un espectáculo cómico y lastimoso donde alguien puede hacerse
mucha pupa y el público nunca sabe si reír o llorar. Ha sido todo un
papelón, uno de esos pollos de restaurante donde una pareja escenifica
sus agravios sólo para dar a los demás comensales una lección gratis de
buenos modales y que además apunten el sitio donde no deben volver a
comer. (...)
Mariano y Artur podían habernos ahorrado el bochorno y dramatizado su
desavenencia en la intimidad, pero entonces no hubieran disfrutado tanto
y nosotros tampoco. El gran José Luis Alvite escribió que él se había
casado dos veces, una por la iglesia y otra por lo civil; si lo hiciera
una tercera, añadía, sería por lo penal. En ello estamos." (David Torres, Público, 10/11/2014)
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