"No nos cabe la más mínima duda que ha existido un pacto entre el gobierno central y Artur Mas. Éste último era un cadáver político hace escasos meses. La “permisión” del Gobierno central del “nuevo” 9N, ha sido reconocida explícitamente por Joan Rigoll, presidente del Parlamento Autonómico en una reciente entrevista a TV3,
un día antes del proceso.
Por eso el actual presidente de la
Generalitat catalana, pudo jactarse ante la prensa sobre la
responsabilidad política de este acto ilegal. Este pacto ha permitido a
ambos presidentes, central y autonómico, hacer su discurso de cara a sus
bases e intentar no salir demasiado tocados. Objetivo cumplido en Mas, y no tanto en Rajoy.
¿Cuáles son las claves del Pacto? Por un lado la supervivencia de Mas
ante ERC; y, por otro, que el gobierno central pueda tener un
interlocutor más “moderado” que no fuera un futurible “Presidente
Junqueras”. El gobierno central ha estimado que prefiere salvar a Mas
que enfrentarse a una posible Declaración Unilateral de Independencia (DUI),
si ERC accediera a gobernar Cataluña. Una acción así obligaría a
movimientos ya fueran judiciales, ya policiales, de envergadura.
Paradójicamente, Rajoy ha tenido que salvar a Mas
y, así, salvarse a sí mismo; pues España podía entrar en una crisis
institucional sin precedentes, que alejara a los mercados y hundiera la
recuperación económica. Para ello ha sacrificado la confianza que
millones de catalanes tenían depositada en las promesas del gobierno.
Y
total ¿para qué?
Un editorial del independentista y subvencionado diario Ara, titulaba el día anterior a la consulta: “Primera victoria psicológica en el proceso”.
Y así ha sido. La consulta no ha desequilibrado numérica mente las
fuerzas políticas en Cataluña, pero sí los equilibrios psicológicos. Por
un lado los que han vivido la consulta como una victoria y los que la
han sentido como una quiebra del Estado de derecho y una voladura de los
diques de contención del nacionalismo.
La propia presidente de la ANC, Carme Forcadell, declaraba en la mañana de la consulta: “Hoy, independientemente de lo que pase, ha sido una victoria, porque hemos votado contra el Estado”.
Es ingenuo pensar que esta consulta tenía como intención conocer qué
piensa el pueblo catalán.
Eso, como hemos dicho, ya lo sabíamos por
infinidad de estudios demoscópicos. La consulta es una etapa más en el
proceso hacia la independencia que pasa por el hundimiento del Estado de
Derecho. Artur Mas gestionara la “victoria” de la
consulta y podrá alargar la legislaturas, con el apoyo económico del
gobierno y la aprobación del los presupuestos gracias al PSC. Pero ello
no “centrará” la política catalana.
Tarde o temprano, y pasando por unas
elecciones municipales, el independentismo radical tomará el timón de
la nave. Frente al tacticismo ganará la estrategia.
Hace 10 años el independentismo representaba un 15% del electorado;
ahora está en el entrono del 30%. Las políticas tacticistas han
legitimado futuros referéndums legales y que el independentismo pueda
dar en pocos años otro salto cualitativo hasta situarse en un 45%.
Entonces ya no habrá constitucionalismos que frenen este “proceso”. En
estos momentos el nacionalismo necesita sólo ganarse un millón de
voluntades más … y eso no es imposible, sino véase el proceso escocés. Artur Mas y/o CDC, que ha sido salvada in extremis
por el gobierno central, esperará al acecho las elecciones generales.
El gobierno que salga, sea del color que sea, será débil y necesitados
de pactos. Entonces veremos cómo “agradecen” los servicios prestados por
el gobierno central." (Somatemps, 10/11/2014)
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