"(...) el fervor secesionista es un asunto del interior, para decirlo
finamente, y que en los lugares por donde circula el aire el
escepticismo es abrumador. Lo que va de Santa Coloma de Gramanet
(10,76%) a Manresa (37,88%), por poner dos ejemplos interesantes y
representativos. (...)
Sin embargo, las consecuencias fundamentales deberían sacarlas de los
resultados globales. Sobre una muestra estimada de 6.222.736 votantes el
secesionismo obtiene el 29,92% de apoyo. (...)
votar en una alegre e irresponsable mascarada (y aun contando que
tantos catalanes ya no distinguen) no es lo mismo que hacerlo en un
referéndum vinculante que, efectivamente, puede cambiar tu vida algo más
que la final de la Champions. También este escenario juega a favor de
la reducción del sofoco.
Por lo tanto, y usando sus propios datos, la conclusión no parece
discutible: el gobierno de Artur Mas cuenta con una cuarta parte
aproximada de los catalanes para llevar a caBo su tarea segregacionista.
Algo de lo que ya habían dado cuenta las encuestas menos indecentes y
los propios y repetidos resultados electorales en Cataluña, y cuya
ceremonia de confirmación ilegal e inmoral bien podrían haberse ahorrado
los nacionalistas si su verdadero propósito del 9 de noviembre no
hubiera sido humillar al Estado como lo han hecho.
Por lo demás, el
sentido de la Declaración Unilateral de Independencia que preparan está
perfectamente justificado por esos números. Muy unilateral, desde luego,
porque los secesionistas pretenden ahora separarse de la mayoría de los
catalanes, diga lo que diga esa intratable pandilla de falsos
demócratas." (EL MUNDO 11/11/14, ARCADI ESPADA, en Fundación por la Libertad)
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