"(...) Quienes hemos vivido de cerca las primeras celebraciones de la Diada,
cuando se conmemoraba de forma unitaria entre todos los partidos, hemos
podido comprobar que el ascenso progresivo de la pulsión
independentista en Cataluña no tiene más de cuatro años.
El desafecto
manifestado en sus expresiones más radicales es relativamente reciente.
Justo después de que la crisis pusiera de manifiesto la incapacidad del
Gobierno de Artur Mas para gestionar las dificultades (había heredado
del tripartito un déficit de 18.000 millones de euros) y se envolviera
en la senyera para echar la culpa a Madrid, después de que la sentencia
del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto encendiera los
ánimos de los independentistas.
Tan incapaz para gobernar que sus legislaturas han sido más bien
cortas. En el 2010. En el 2012 convocó elecciones anticipadas y las
urnas le castigaron. Desde entonces, preso de la segunda fuerza, ERC, no
ha hecho otra cosa que caer en la espiral de la radicalidad. Mañana
veremos a muchos ciudadanos insatisfechos por pertenecer a España. Pero
Mas sabe que no les da derecho a atribuirse la representación de toda la
ciudadanía.
El PNV de Urkullu, que aprendió de los errores de su antecesor,
quiere un pacto con el Estado para reformar el Estatuto vasco. No es que
sea más moderado que CiU. Es que la presión independentista en las
calles de Euskadi es sensiblemente inferior a la catalana. Si Mas
convoca, de nuevo, elecciones anticipadas, habrá seguido, uno a uno, los
pasos que marcó Ibarretxe. Cinco años después." (TONIA ETXARRI, EL CORREO – 10/09/14, en Fundación para la Libertad)
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