"P. ¿Fue un error convocar el referéndum?
R. Si me permite descodificar su pregunta, sería:
¿se equivocan los países que se consideran divisibles y no indivisibles?
La mayoría de democracias, entre ellas la española, se declaran
indivisibles. Hay dos excepciones claras: Canadá y Reino Unido, donde se
parte del razonamiento de que es mejor continuar juntos.
Pero la unidad
no puede construirse sobre el fundamento de una obligación. Si una
parte de nuestra población quiere abandonar la unión, hay que sentarse y
negociarlo. Así se razona en Reino Unido y en Canadá. (...)
El señor [Artur] Mas querría celebrar un referéndum, pero, si no existe
un marco legal para hacerlo, si el Tribunal [Constitucional] considera
no constitucional la ley de referendos catalana, ¿cómo organizarlo?
Quizá en Cataluña se haya tardado un poco en plantearse esta pregunta. (...)
P. En 1995, cuando se celebró el último referéndum de secesión en Quebec, ¿no había marco legal?
R. Es por este motivo por el que no habría habido secesión, aunque hubiera ganado el sí. El señor [Lucien] Bouchard, el principal personaje del sí, ha declarado [en un libro recién publicado] que si el sí
hubiese ganado y se hubiese intentado una secesión unilateral, habría
sido el caos. Yo quiero evitar el caos.
Y digo que es necesario un marco
jurídico en el que se puedan hacer las cosas. Si no, los ciudadanos no
aceptarán que se les retire la ciudadanía canadiense. Sin marco jurídico
para arbitrar el desacuerdo, vamos a un enfrentamiento entre
ciudadanos.
P. En España existe un marco jurídico que dice que…
R. Sí. Yo quería decir un marco jurídico para
realizar la secesión. Si el marco jurídico dice que no es posible, como
en Francia o en España, entonces significa que esto [la secesión] no
puede formar parte de las posibilidades concretas en democracia.
P. ¿Cómo puede resolver el conflicto entre una
mayoría de catalanes que quiere un referéndum de independencia y las
leyes españolas, el marco jurídico del que habla?
R. Creo que no es muy útil esconderse detrás de una
Constitución. Si se dice: mi país es indivisible porque es lo que dice
la Constitución, esto se queda corto. Detrás de esta cláusula
constitucional, ¿hay un principio moral? Si lo hay, hay que formularlo. Y
creo que lo que las democracias indivisibles dicen es que la ciudadanía
tiene demasiado valor para que se pueda perder en contra de la voluntad
de las personas.
Si Quebec fuese independiente, millones de quebequeses
perderían la ciudadanía canadiense en contra de su voluntad. Muchas
democracias dirán: yo esto no lo quiero; la ciudadanía de mi país tiene
demasiado valor para que pueda retirársele a ciudadanos que quieran
conservarla.
En todo caso, esto es lo que diría si yo formase parte de
una democracia indivisible. Pero en Canadá razonamos de otra manera.
Decimos: Canadá no sería lo mismo si una población no quisiera ser
canadiense. Sería mejor sentarse y abordar una negociación de la
secesión, aunque no nos gustase. No sé si en España puede iniciarse este
diálogo. Pero, en mi opinión, si se inicia este diálogo, debería ser
sobre bases morales y no sólo sobre la base de argucias jurídicas.
P. ¿Usted qué modelo prefiere, el canadiense o el español?
R. Para Canadá prefiero el canadiense.
P. Aunque los quebequeses perdiesen la ciudadanía con la independencia.
R. Yo soy feliz de ser quebequés y canadiense. Si
tuviese que dejar de ser canadiense, me pondría muy triste, por mi hija y
por las generaciones futuras. Pero preferiría esto a un Canadá en el
que los quebequeses no quisieran tener un papel positivo y quisieran
marcharse.
Lo que más eché de menos, en el debate en 1995, y también
ahora en Escocia, es el argumento según el cual debemos quedarnos en
Reino Unido o Canadá porque hemos logrado grandes cosas juntos y porque,
si nos marchamos, el país no funcionará tan bien como con nosotros.
Nosotros, los quebequeses, hemos construido Canadá. No sería lo que es
sin nosotros. ¿Y queremos renunciar a esto? ¿No arrancaría una parte de
nosotros? Si el argumento para quedarse en el país es sólo que no
sabríais gestionar la separación, que sois demasiado pequeños, no
suficientemente ricos, es demasiado negativo.
El argumento debería ser
más bien: hemos hecho grandes cosas juntos, os necesitamos, quedaos.
Reino Unido no sería lo que es sin la aportación de los escoceses. Y lo
mismo vale para Canadá y los quebequeses. Le dejo a usted determinar si
España, un país bien querido en el mundo, sería España sin la aportación
de los catalanes.
Si yo creyese que el único motivo para que Quebec
siga en Canadá es que Canadá nos envía camiones con dinero de Ontario o
de Alberta, me haría independentista. Diría: ¿ah, sí? ¿esto decís? Pues
os vamos a demostrar que somos capaces de hacer un bello país sin
vosotros. Si quiero seguir en Canadá es porque creo que sin nosotros
Canadá no lo conseguiría.
Queremos tener un gran papel en este país. Y
debemos seguir teniéndolo porque Canadá es importante en el mundo y
debemos demostrar al resto del mundo que es posible que poblaciones que
no hablan la misma lengua y que no tienen la misma cultura son más
fuertes por estar juntos. Y esto se llama Canadá. (...)
P. Usted dice que el referéndum divide. Pero cualquier elección divide.
R. Sí, pero un referéndum divide profundamente. Es
existencial. No tomas una decisión para los próximos cuatro años y, si
te equivocas, puedes cambiar de opinión. Tomas una decisión para las
generaciones venideras. Esto es algo que se pierde de vista en los
procesos de referéndum.
Tanto en Escocia ahora como en Quebec en 1995 se
dice: no nos gusta el gobierno actual, así que nos independizamos. ¿No
te gusta el gobierno actual? ¿No te gusta el gobierno de [el primer
ministro británico] Cameron? Por eso no se hace la independencia. Quizá
en dos años ya no esté.
No hay que elegir en función de la popularidad
del jefe de turno, sino lo que se crea que es interés para uno mismo,
para los hijos, para las generaciones venideras. Respecto a la
independencia algunos dicen, y sé que también se dice en Cataluña: no
importa, si no quieren negociar la declararemos unilateralmente.
La
pregunta es: ¿cómo hacerla unilateralmente? En términos concretos, la
independencia es un pulso administrativo. Hay que encontrar la manera de
transferir del Gobierno central al Gobierno de la región miles de
leyes, millones de reglamentos, miles de millones de dólares en
transferencias. Hay que encontrar su declaración de impuestos que va a
Madrid, los fondos de pensión, los tratados internacionales. Y quien
debería hacer esto es el Gobierno del país.
Si este no quiere cooperar, y
en una tentativa de secesión unilateral no cooperará, prácticamente es
imposible. En Quebec, en Escocia y en Cataluña. De ahí que la única
manera de que sea posible hacerlo sea obteniendo no sólo la aprobación
sino la cooperación activa del Gobierno central.
Por eso es necesario un
marco jurídico. En Canadá lo tenemos. Espero que jamás tengamos que
usarlo pero si algún día llegamos a esta situación, pero lo tenemos. Y
en Reino Unido hay un marco jurídico. El marco jurídico no hace las
cosas fáciles, seguirán siendo difíciles, pero las hace posibles.
P. Usted insiste mucho en el marco jurídico. ¿Es
necesario un marco jurídico en España o el marco jurídico actual es
suficiente para gestionar el problema político con Cataluña?
R. Ustedes tienen un marco jurídico que prohíbe la
independencia, la secesión. Lo que yo digo es que, para llegar a la
secesión, se necesita un marco jurídico que lo permita. No me
corresponde a mí decirle al Gobierno español: se equivoca por no tener
un marco jurídico que permita la secesión.
Lo que digo es que en Canadá
tenemos uno y que en 1995 no teníamos. Era importante tenerlo porque, se
esté a favor o en contra de la independencia, queremos que si algún día
hay que hacerla, haya el menor número de problemas posibles.
P. Usted dice que en Canadá no se puede forzar a un provincia a continuar en la federación contra su voluntad.
R. Pero es necesario que los jefes independentistas
demuestren que esta población verdaderamente quiere la secesión. Debe
estar claro, y aquí llega el debate sobre qué es claro y qué no. A mí me
parece irresponsable pensar que pueda hacerse una secesión sobre la
base de un recuento judicial [si el resultado es igualado].
Debemos
asegurarnos de que haya una pregunta clara y un resultado claro. Y en
segundo lugar, todo esto debe negociarse en el marco constitucional del
país: debe haber una negociación que busque la justicia para todos. Y
esto implica Gobiernos adultos y responsables, y mucha buena voluntad.
P. ¿Cómo se resuelve, en el caso español, el hecho
de que la mayoría de una población, una región, pueda querer marcharse y
el marco jurídico que lo prohíbe sea claro?
R. Supongo que hay que demostrar de verdad que esto
es lo que la población quiere. Y decir: sed razonables, no podremos ser
buenos españoles, no podemos quedarnos, España funcionará mejor si nos
vamos.
Decir nos marchamos unilateralmente me parece impracticable, y es
irrealista creer que así se obtendrá un reconocimiento internacional.
No habría reconocimiento internacional posible para Quebec si Ottawa [la
capital de Canadá] no está de acuerdo. Los líderes independentistas
quebequeses han hecho circular con frecuencia esta quimera…
P. ¿Pero Francia [histórico aliado del francófobo Quebec] no lo reconocería?
R. Me extrañaría. Pero no importa: sólo sería un
país. Muchos países han reconocido a Kosovo, también Canadá, y todavía
no pertenece a la ONU. Para los quebequeses ser reconocidos significa
serlo en todo el mundo, pertenecer a los foros, participar en los Juegos
Olímpicos.
Y esto no ocurrirá si el Gobierno canadiense dice: no, no,
Quebec sigue siendo una provincia canadiense. Creo que la Unión Europea
lo ha dicho con claridad en el caso de las regiones europeas. Así que
hay que obtener la cooperación activa del Gobierno central del país." (
Marc Bassets , El País, 14 SEP 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario