"(...) En Cataluña el proyecto socialdemócrata ha tenido problemas para
penetrar en el mundo rural o semi-rural y ha sido entendido como un
proyecto urbano; es decir, en el área metropolitana de Barcelona aparece
como algo atractivo y fuera de ella apenas puede competir con otras
propuestas alternativas.
Algunos dirán, sin embargo, que esto no es del
todo exacto, que la socialdemocracia ha gobernado en algunos municipios
de fuera del área metropolitana. Esto es cierto y falso a la vez. Es
cierto porque, en efecto, en muchos ayuntamientos pequeños los
socialdemócratas alcanzaron el poder y lo mantuvieron durante años. Pero
es falso en el sentido de que ganaran únicamente porque fueran
socialdemócratas.
En algunos pueblos de Cataluña ganaban, en parte,
porque uno de sus grandes caladeros de votos provenía de las gentes
venidas de otros lugares de España.
Esas gentes encontraban en la mayor
de estas fuerzas, el PSC, su partido, pero no necesariamente porque
estuvieran particularmente comprometidos con el ideal de la
redistribución de la riqueza, sino porque el PSC —y, por un periodo,
también el PSUC— ejerció durante décadas de partido transversal desde el
punto de vista de la identidad, de forma que en él esas gentes
encontraban también a su gente.
De esta manera, aquellos que provenían
de otros lugares de España votaban socialdemócrata siempre o casi
siempre y con independencia de las circunstancias políticas del momento.
Dicho con otras palabras: el voto español no era condición
suficiente para vencer, pero sí condición necesaria. Sin embargo, muchas
de esas personas están empezando a desaparecer, simplemente por una
cuestión de senectud. Y sus hijos y sus nietos ya no les votan siempre o
casi siempre, al menos no con independencia de las circunstancias
políticas del momento.
Durante años, los socialdemócratas del PSC no
tuvieron que esforzarse demasiado —estoy exagerando, por supuesto— para
ganar en esos lugares porque les votaban fielmente. Cuando esas gentes
empiezan a desaparecer, la socialdemocracia queda confinada a las
grandes urbes. (...)
Por otro lado, el actual clima soberanista tampoco ayuda a la
socialdemocracia, sobre todo porque, cuanto más lejos de Barcelona, más
acentuado es aquél. Sin embargo, y contra el actual sentir mayoritario,
no todas las cuestiones políticas en Cataluña están necesariamente
ligadas al famoso procés: la socialdemocracia seguiría siendo
percibida como un proyecto urbano aunque no existiera tal clima. De
hecho, es lo que ocurre en otros lugares donde la cuestión nacional pesa
menos." (
Pau Luque Sánchez
, El País, 21 ABR 2014 )
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