"(...) Primero, no es cierto que España sea un Estado federal, ni en
financiación, ni en claridad competencial legislativa entre gobiernos,
ni ante la clamorosa inexistencia de instituciones federales, etc. Otra
cosa es que el modelo autonómico, como ya dijo en su día Jordi Solé
Tura, tenga textura federal, pero también añadió otra cosa importante,
que carecía de cultura federal.
El federalismo es un concepto
polisémico, pero que se rige por tres principios: cooperación, lealtad
institucional y solidaridad. Existe un claro déficit de los dos primeros
en nuestro desarrollo autonómico. Por tanto, nada más lógico y
necesario que una clarificación federal del mismo. No estamos tan lejos.
Produce perplejidad, visto desde fuera, la incapacidad política para
dar este salto. (...)
Lo que ocurre con el federalismo en España encierra muchas paradojas.
Parece que hay un foso infranqueable que impide que acabe de serlo de
forma coherente y nominal. Las resistencias que suscita en la derecha
española se sitúan en el terreno de la cultura política.
España debe ser
el único país del mundo donde el federalismo se asocia a disgregación
cuando en realidad es unión en la diversidad. El nacionalismo de la
derecha le impide ser federal, por razones en el fondo parecidas a la de
los nacionalistas periféricos, que tampoco han querido prestar nunca su
apoyo al federalismo, ya que significaría cerrar el modelo territorial.
Como su sueño ha sido siempre la secesión, han preferido hasta hace muy
poco la indefinición del modelo autonómico, que permite alimentar la
tensión política y acumular agravios.(...)
Cuando desde fuera de Cataluña se argumenta que no vale la pena hacer
una reforma federal de la Constitución, porque no resolvería el problema
de fondo, se incurre en otro grave error.
Es cierto que eso no daría
satisfacción a los independentistas por razones obvias, pero sí a una
mayoría de la sociedad catalana, parte de la cual, si se ha hecho
secesionista o no hace ascos hoy a esta idea, es porque cree que no hay
otro camino, aunque extrañamente cierra los ojos al hecho de que la
independencia es una posibilidad aún más complicada e incierta desde
todos los puntos de vista. Pero se deja seducir por el componente
emocional y épico del “proceso”. (...)
En definitiva, España no es un Estado federal, pero está más cerca que
lejos. La incapacidad para llegar a serlo de forma consecuente y nominal
solo se explica por la influencia pésima de los nacionalismos, de uno y
otro lado del Ebro.
Más que el federalismo como técnica organizativa
del Estado, a los federalistas lo que nos interesa es la federación, que
es el deseo de querer seguir compartiendo un proyecto en común desde el
principio de igualdad y de respeto a la diversidad de los diferentes
pueblos de España." (Joaquim Coll, Crónica Global, Viernes, 28 de febrero de 2014)
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