30/3/14

Los eventos auténticamente emancipadores siempre exigen que se ignoren las identidades particulares

"Las ciudades ardían la semana pasada en Bosnia-Herzegovina. Todo comenzó en Tuzla, una ciudad con mayoría musulmana.

 A continuación las protestas se extendieron a la capital, Sarajevo, y a Zenica, pero también a Mostar, donde vive un gran segmento de la población croata y a Banja Luka, capital de la parte serbia de Bosnia. Miles de manifestantes iracundos ocuparon e incendiaron edificios gubernamentales. Aunque la situación se calmó posteriormente, sigue prevaleciendo una atmósfera de alta tensión. 

Los eventos provocaron teorías conspirativas (por ejemplo, que el gobierno serbio había organizado las manifestaciones para derrocar a la dirigencia bosnia), pero pueden ser ignoradas sin temor a equivocarse ya que es obvio que, sea lo que sea lo que acecha, la desesperación de los manifestantes es auténtica. Uno se tienta a parafrasear la famosa frase de Mao Zedong; ¡hay caos en Bosnia, la situación es excelente! 

¿Por qué? Porque las demandas de los manifestantes no podrían ser más simples –puestos de trabajo, la posibilidad de una vida decente, el fin de la corrupción – pero movilizaron a gente en Bosnia, un país que, en las últimas décadas, se ha convertido en sinónimo de una feroz limpieza étnica.(...)

  En una de las fotos de las protestas, vemos a los manifestantes agitando tres banderas una al lado de la otra: bosnia, serbia, croata, expresando la voluntad de ignorar diferencias étnicas.

 En breve, estamos ante una rebelión contra elites nacionalistas: el pueblo de Bosnia ha terminado por comprender quién es su verdadero enemigo: no otros grupos étnicos, sino sus propios dirigentes que pretenden protegerlos de otros. Es como si la antigua y muy abusada consigna titoista de la “hermandad y unidad” de las naciones yugoslavas adquiriera nueva actualidad. 

Uno de los objetivos de los manifestantes era la administración de la UE que supervisa el Estado bosnio, imponiendo la paz entre las tres naciones y suministrando una ayuda financiera significativa para permitir que funcione el Estado. Esto puede parecer sorprendente, ya que los objetivos de los manifestantes son nominalmente los mismos que los de Bruselas: prosperidad y el fin de las tensiones étnicas y la corrupción.

 Sin embargo, la manera como la UE gobierna efectivamente Bosnia afianza las particiones: trata con las elites nacionalistas como sus socios privilegiados, mediando entre ellas. 

Lo que confirma el estallido bosnio es que no se puede superar genuinamente pasiones étnicas imponiendo una agenda liberal: lo que unió a los manifestantes es una demanda radical de justicia. El paso más cercano y más difícil hubiera sido organizar las protestas en un nuevo movimiento social que ignore las divisiones étnicas, y organizar más protestas, ¿es posible imaginar una escena de bosnios y serbios exasperados manifestando juntos en Sarajevo? 

Incluso si las manifestaciones pierden gradualmente su poder, seguirán siendo una breve chispa de esperanza, algo como soldados enemigos fraternizando a través de las trincheras en la Primera Guerra Mundial. Los eventos auténticamente emancipadores siempre involucran que se ignoren de esa manera las identidades particulares.(...)"     (Slavoj Žižek, The Guardian, en Rebelión, 20/03/2014)

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