16/12/13

El Scottish National Party ha jugado limpio, ha propuesto en dos elecciones la celebración de un referéndum sobre la independencia... CiU no ha utilizado jamás el concepto “independencia” en sus programas electorales

"(...) Desde el lado de la coalición nacionalista-independentista catalana (básicamente CiU-Esquerra) el llamado “proceso” que en estas horas registra una alta temperatura agitatoria, ha registrado unos acusadísimos déficits democráticos en relación con los ciudadanos de Cataluña. (...)

— (...) El Gobierno autónomo ha actuado de hecho presumiendo una respuesta favorable a la separación, contra el ejemplo británico-escocés de total respeto a la situación existente mientras no se operase su modificación (cláusula rebus sic stantibus). 

 Ha puesto en pie, y proclamándolo abiertamente, “estructuras de Estado”, propias de un Estado independiente. Y ha establecido un “Consejo de Transición nacional” de expertos y asesores en su abrumadora mayoría partidarios de la independencia, que marca las pautas y las opciones, tanto más que del referéndum, del camino a la secesión.

 — Ha habido una diferencia abismal entre la veracidad empleada y la lealtad practicada respecto a los electores entre los partidos de Gobierno, en Escocia y en Cataluña. El Scottish National Party ha jugado limpio en un asunto fundamental: ha propuesto en dos ocasiones en su programa electoral la celebración de un referéndum sobre la independencia; ha ganado las elecciones en ambas ocasiones; y en la segunda, con mayoría absoluta. 

Mientras, la coalición nacionalista catalana en el poder no ha utilizado jamás en la historia, jamás, el concepto “independencia” en sus programas electorales. Pero la ha balizado con subterfugios y sucedáneos. Y ahora patrocina una improvisada precipitación hacia ella.

— El Gobierno de la Generalitat ha utilizado masivamente un lenguaje ambiguo conducente a la confusión de los ciudadanos, con el resultado de minimizar la seriedad e importancia del proceso. 

No se hablaba de “autodeterminación” o de “convocatoria de un referéndum”, sino de “derecho a decidir” y de celebración de una “consulta”. Apenas se mencionaron los conceptos “independencia” o “separación”, reemplazados por el menos conflictivo y más amable de “soberanía”. 

No se aludía, hasta hoy, a un “Estado separado”, ni siquiera a un “Estado independiente”, sino a un “Estado propio”, que podría ser común al del conjunto de los españoles, o particular para los catalanes.

— El Gobierno autónomo ha ocultado, minimizado o ignorado las consecuencias eventualmente negativas (o que puedan ser percibidas como negativas por la población) de un proceso independentista: la exclusión (incluso momentánea) de Naciones Unidas; la marginación de la Unión Europea y la necesidad de una petición de ingreso y de un proceso de negociación para la adhesión, con el requerimiento de la (problemática) unanimidad de todos los Estados miembros (como acaba de reconocer el Gobierno escocés); la exclusión de la unión monetaria (escudándose en el argumento inane de que se usaría el euro); los eventuales efectos de una desviación de comercio (intraespañol e intraeuropeo) y de una eventual reposición de otras barreras…

— La masiva utilización de los medios públicos de información como canales de propaganda unidireccional, hasta el punto de que la propia televisión pública autonómica se ha convertido en convocante activo de los eventos de movilización y agitación proindependentistas, principalmente manifestaciones y conciertos (con coberturas técnicamente magníficas en directo), mientras los de signo contrario o simplemente discrepante se ignoraban.

Y ahora ¿qué? Ahora todo se complicará más, todo se polarizará aún más, todo concitará más desencuentro y fraguará frustraciones futuras.(...)"             ( , El País, 13 DIC 2013 )

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