15/7/13

Se introduce la otra lengua poco a poco y el problema se disuelve aproximadamente a los 6 años

"En torno al tema de la “inmersión lingüística” escribe JV: “Y no es un tema intocable (en Cataluña seguiremos hablando y discutiendo lo que sea necesario), sino un tema sobre el que estamos menos dispuestos a permitir la injerencia externa (en este caso, el gobierno de Madrid), por su importancia en la consolidación de una sociedad menos conflictiva”. Se me escapa lo de “injerencia externa”.

 ¿Habría algún problema en que el gobierno de Madrid apoyara el conocimiento de catalán entre los funcionarios del estado desplazados en Cataluña. ¿No sería loable esa “injerencia externa”? ¿No estaría mejor que bien que el gobierno de Madrid apoyara el conocimiento del catalán (o del euskera o del gallego) en Extremadura o en Castilla la Mancha por ejemplo?

Hay mucha gente, señala JV que, a pesar de vivir en Cataluña, “nunca ven televisión catalana, ni oyen radio en catalán, ni leen prensa o novelas catalanas, y nunca adquirirían un nivel con suficiente competencia del idioma si no fuera por la "inmersión lingüística". Mi suegra por ejemplo pero sus nietas le haban en catalán y no pasa nada (mejor dicho: pasa: las escucha y se emociona). 

Sin la inmersión, pues, sería imposible incluso la utopía del "bilingüismo", que requiere también que todo el mundo sea capaz de entender el catalán (realidad que ni hoy se alcanza, después de tantos años de inmersión)”. No es un buen argumento: en algunas escuelas privadas no se practica la “inmersión”, las gentes en su casa ven, oyen y leen lo que mejor estiman, y los niños y niñas son bilingües.

 Ejemplo: la escuela Aula, la de Mas, la escuela en la que trabajaba la señora de Mas-Colell (una gran matemática chilena) donde se introduce la otra lengua poco a poco y el problema se disuelve aproximadamente a los 6 años. ¡Todos los niños son bilingües! ¡Sin conflictos lingüísticos aireados políticamente!

Por lo demás, “inmersión” es un término absolutamente inadecuado e incluso interesado. Mi hijo no sufrió ninguna inmersión: le hablo en catalán, nos hablamos en catalán, y Daniel fue a una escuela pública donde le hablaron en uno de sus idiomas. 

No fue el caso de otros niños y niñas, en la escuela no se les habla en su idioma materno, que era, lo recuerdo sucintamente, una de las revindicaciones esenciales de los movimientos de renovación pedagógica durante el franquismo: los niños y niñas deben escolarizarse en el idioma materno, era un derecho humano básico solíamos añadir."       (Salvador López Arnal, Rebelión, 08/07/2013)

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