" La vida en el exterior es un poco diferente, porque solemos ver con los
ojos y escuchar con los oídos. Pasa lo mismo con la visión, por
ejemplo, de lo que es un «contexto bronco y tabernario» en la Audiencia
Nacional como eximente de la amenaza de muerte que un significado
comisario político del mundo de la vieja y nueva Batasuna espetó a unos
chavales que celebraban el triunfo de la selección española por las
calles de San Sebastián portando la enseña nacional.
ETA no se molesta en matar ahora porque su debilidad operativa se ha convertido en una oportunidad de victoria política a largo plazo. A lo mejor es eso lo que querían decir los jueces y no tuvieron su día bueno al argumentar.
Pero no es cosa de minusvalorar el odio, o las amenazas que
se expresan en contextos broncos y tabernarios ni en el País Vasco, ni
fuera de él, porque no es escasa la cantidad de burradas que pueden
originarse mientras se recuecen los sujetos humanos en alcohol u otras
sustancias.
Qué diré, si simplemente un fulano se recuece en el odio
contra algún colectivo humano ideológicamente distinto y el hecho
causante del odio está bendecido por la comunidad.
Aprendí a no minusvalorar los contextos broncos y tabernarios hace muchos años, cuando mis propios hermanos tuvieron que dejar de salir de noche durante las celebraciones de las fiestas patronales en el pueblo donde crecimos, Hernani. Las amenazas en un contexto bronco y tabernario nunca fueron una broma. No fueron una broma.
Unos años más tarde, durante las fiestas patronales de San Juan, en pleno día, en el contexto de las txoznas que se instalaban en los aledaños del paseo de los Tilos, fui yo misma la que escuchó un «hay que matar a todos los españoles». No era una broma.
Cualquier ciudadano o ciudadana vasca que haya sufrido la amenaza de ETA o de su entorno ha aprendido a valorar adecuadamente el sentido de las amenazas en contextos broncos y tabernarios donde el anonimato o la jauría pueden actuar de forma desinhibida.
Pero sobre
todo, a valorar adecuadamente la cadena planificada que comienza a
actuar después de la amenaza, con el chivateo de la persona amenazada, a
veces por varias vías, por varias fuentes. Y desde luego jamás han
necesitado permiso de armas en Euskadi para pegar un tiro a un ser
humano amenazado." (MAITE PAGAZAURTUNDÚA, EL CORREO 01/07/13, en Fundación para la Libertad)
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