13/5/13

El arranque comercial e industrial del siglo XVIII catalán tuvo mucho que ver con la 'derrota' de 1714

"No es un problema circunscrito a la historia de la Generalitat. La historia de las relaciones económicas entre los distintos pueblos y naciones de España es también objeto de simplificaciones salvajes. La historia de la Guerra Civil, la de la Transición... podría seguir enumerando. 

JL: Por desgracia eso se enseña en el sistema educativo y no pondría la mano en el fuego por lo que se refiere a las universidades catalanas. La bobada de los 129 presidentes está muy enraizada también en ella y ha sido cultivada, a fondo, por “historiadores” mediáticos, algunos con carrera televisiva y otros con carrera política. 

Déjame señalarte una tergiversación análoga, y ésta muy expandida también en la educación universitaria: en 1936-1939 no hubo una “guerra civil”, sino una “guerra contra Cataluña”; bonita manera de tapar las vergüenzas de los Valls i Taberner y tantos otros. (...)
 
Por cierto, ya que estamos y nos aproximamos a 2014, ¿qué tipo de guerra fue esa guerra de 1714 que hoy se sitúa como origen de todas las calamidades para Cataluña? ¿Cuál fue el verdadero agravio que sufrió Catalunya a manos de Felipe V?

AD: La pérdida de sus instituciones. Sí. Y que de paso se le abriesen a los comerciantes las puertas del comercio con América. En fin, un balance más complicado que el que usualmente se mienta.

JL: Aunque para la población catalana, para los sectores populares, la ocupación del territorio por tropas que se consideraban vencedoras tuvo una consecuencia realmente calamitosa. Ese agravio de la tropa ocupante, dio alas al agravio político, que ciertamente fue complejo, aunque en el fondo indiscutible: el modelo dual de la monarquía hispánica se quebró y fue sustituido por un inadecuado modelo centralista, aunque ese pudo beneficiar el acceso de la burguesía al negocio americano.

¿De qué burguesía hablas? ¿Qué tipo de negocios?

JL: La burguesía catalana pudo beneficiarse de la apertura de todos los territorios de la metrópoli española al comercio con las colonias, hasta entonces reservada a los territorios de la Corona de Castilla. El arranque comercial e industrial del siglo XVIII catalán tuvo mucho que ver con ello. La presencia catalana en Nueva España (México) y sobre todo en Cuba, o Filipinas, se hizo importante.

Otra más y no abuso. ¿Catalunya ha sido alguna vez una comunidad independiente? 
 
AD: En el sentido de Estado-nación contemporáneo, no. En el sentido histórico de entidades de raíz feudal y de soberanía dinástica, sí, claro.

La última: la II República española, en vuestro opinión, ¿maltrató o siguió maltratando a la ciudadanía catalana en sus derechos nacionales como, según se apunta, ha sucedido a lo largo de la historia? 
 
AD: Pues no. Otra cosa es que hubiesen negociaciones arduas. Jaume Carner fue un perfecto ejemplo de implicación catalana en la suerte del proyecto republicano.

JL: La Segunda República no es un sujeto homogéneo. No tuvo la misma política el gobierno reformista de 1931-1933, que el reaccionario de 1933-1935. Y no hablemos de la guerra civil. 

En conjunto, yo creo que Cataluña puede, debe, hacer un balance positivo de la etapa republicana, que de haberse prolongado, con la victoria, más allá de 1939 sin duda, y esto no es un contrafactual sino una consideración de la correlación de fuerzas, habría evolucionado en un sentido federal, multinacional.

Era la penúltima, esta es la última. Los intelectuales ibéricos, no catalanes, incluyendo políticos con peso y solidez, ¿siempre han incomprendido el “hecho diferencial catalán”, “el fet nacional català”? ¿Por qué si es el caso? ¿No están dotados para estas temáticas? ¿Todo es españolismo uniformista?

AD: Algo de ello hay. Pero asegurar que en España no hay federalistas es una inmensa tontería. Los grandes enemigos de una España federal son los nacionalismos que confunden nación y lengua, e identifican nación y Estado-nación. De esos hay tres: el español, el vasco y el catalán. Ni el gallego ni el andaluz -salvo excepciones- adolecen de tal querencia ochocentista.

JL. Cuarenta años de dictadura no pasaron en balde. El españolismo que se impuso no fue el de la “España de todo”, sino el de la “España mía”. Sin esconder que en el campo republicano no todos soportaban bien el “hecho diferencial”, la multinacionalidad; no lo soportaba bien Azaña, ni Negrín, que merecen mucho respecto en otros aspectos, por poner dos ejemplos clásicos. 

En cambio Besteiro, con el que no me identifico en absoluto, tenía una posición diferente. Los republicanos españoles de la época eran mayoritariamente unitarios, no federalistas, pero el desenlace de la guerra en su favor, en lo que de haberse producido Cataluña habría tenido un peso fundamental, habría tenido como consecuencia un ascenso cualitativo de la opción federal."       (Entrevista a Àngel Duarte Montserrat y José Luis Martín Ramos.

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