"Inexplicablemente, sin embargo, no se discuten las consecuencias que
esta independencia tendría sobre la financiación de la economía
catalana, en mi opinión la cuestión más importante en la situación
actual. (...)
Sin embargo, hay un factor que no debe desconocerse en este proceso y
que no sabemos bien cómo va a afectar al futuro de los flujos
financieros entre las regiones españolas.
Me refiero a la fuerte
presencia en toda España de La Caixa, que representa aproximadamente una
cuarta parte del balance de las cajas españolas. Si hasta ahora esta
entidad está siendo vista como una verdadera caja de ahorro y como un
banco de proximidad por andaluces, extremeños, castellanos o canarios,
no sabemos cómo va a ser percibida en el futuro si llegara a convertirse
en una entidad extranjera en España, un país donde nunca han conseguido
tener éxito los bancos extranjeros. (...)
Unos datos muestran claramente cuál viene siendo el comportamiento de
la financiación bancaria y de la relación depósitos / créditos en
Cataluña en los últimos años. Si, a 30 de junio de 2012, los depósitos
de sectores residentes en Cataluña representaban el 16,17% del total
nacional de las entidades de depósito de España y los créditos el
19,34%, con una relación depósitos / créditos del 55%, esto significa
que el 45% de la financiación bancaria de Cataluña procede del resto de
España y, en menor medida, de la financiación mayorista del exterior, lo
que representa aproximadamente unos 150.000 millones de euros, algo más
del 75% del PIB regional.
La cifra es realmente preocupante, y no solo
por el amplio uso de recursos financieros bancarios procedentes de otras
regiones españolas que actualmente hace Cataluña, captados en gran
parte por entidades financieras domiciliadas allí, sino por el riesgo
país que ello significaría en caso de independencia.
Hay otros aspectos de la financiación no menos importantes, que
arrojarían todos ellos resultados inviables: los mercados de capitales
nacionales, en los que por su mayor densidad empresarial Cataluña tiene
un claro saldo positivo; la propia financiación de las entidades de
depósito en el Banco Central Europeo, con garantía de títulos listados;
la pérdida del mecanismo de financiación estatal del MEDE en sus
distintas variedades o incluso la recepción de los fondos europeos del
presupuesto comunitario, de los que Cataluña habrá recibido 10.392
millones de euros entre 1989 y 2013.
También, cómo no considerar
igualmente el impacto negativo en su balanza financiera por los casi
52.000 millones de euros que las empresas extranjeras han invertido en
Cataluña por su valor añadido, merced entre otros a la plataforma de
distribución en el mercado común con el resto de España, rota tras la
independencia.
Y finalmente, no obviar la débil situación financiera de
partida, al tener a su entidad de mayor integración local con una
necesidad de recapitalización pública de 11 millardos de euros y unos
mercados externos cerrados para su financiación, como lo refleja el
fracaso de los bonos patrióticos.
La financiación de Cataluña por tanto constituye un hándicap
insuperable como para llegar a plantearse siquiera otras posibles
ventajas económicas derivadas de su independencia.
Esto no tiene
directamente que ver con su balanza comercial, ni con un eventual boicot
a los servicios de entidades financieras catalanas en España, ni con la
posibilidad de construir un nuevo marco institucional, que no podría
ser muy distinto al común de la Unión Europea.
Se trata de algo aún más
importante, de la restricción financiera exterior de su economía,
imposible de resolver a medio plazo si prescindiera de su actual esquema
de financiación, muy estrechamente relacionado con los recursos
financieros del resto de España. (...)
En este tiempo, los andaluces, en particular, hemos aprendido mucho de
nuestro declive económico, y de nosotros mismos, gracias a catalanes
extraordinarios como Miquel Siguán, Jordi Nadal o Alfonso C. Comín.
Ahora, en términos estrictamente económicos, no entendemos lo que está
ocurriendo allí. Si se tratara solo de sentimientos, debería plantearse
así, y puede que lo entendiéramos mejor." (
Manuel Martín Rodríguez , El País,
18 NOV 2012 )
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