18/7/10

Los vasco/americanos... son republicanos... de derechas...

"Sucedió en 2008, en plena campaña electoral del hoy presidente de Estados Unidos. El alcalde de Boise, el demócrata David Bieter, se dirige al graderío del estadio de la capital de Idaho, mayoritariamente republicano, y arenga a la multitud: «One, two, three! Gora Obama!». A decenas de miles de kilómetros de Euskadi, la audiencia jalea en euskera al candidato.

La anécdota sólo se entiende en toda su amplitud si se bucea en la historia familiar del alcalde y, en concreto, en la de su madre, Eloise Bieter, de soltera Garmendia. La progenitora del regidor, de ascendencia vizcaína, y su esposo, Pat, fallecidos en accidente de tráfico en 1999, fueron referencia indiscutible para los 'basque americans' que han vuelto la vista atrás para buscar sus raíces.

Aunque por sus venas corría sangre alemana e irlandesa, el cabeza de familia abrazó la cultura de su mujer y, en los últimos años del franquismo, se convirtió en precursor de los estudiantes de intercambio. Él mismo vivió su propia inmersión euskaldun en Arantzazu y Ustaritz. Dos años más tarde, en 1974, puso rumbo a Oñati con Eloise, sus cinco retoños y ochenta jóvenes estudiantes de Boise y abrió el camino a las estancias de jóvenes vascoamericanos en Euskadi para conocer la lengua y las tradiciones de sus ancestros, una costumbre que hoy se ha convertido en moneda común. «Se quedan fascinados. En cierto modo, se 'vasquizan'.

También se lo pasan en grande, alucinan con las gaupasas», bromea el profesor Joseba Zulaika, director del prestigioso Centro de Estudios vascos (CBS) de la Universidad de Nevada, en Reno. (...)

Para entonces, López ya habrá dado por concluido su viaje, tras recorrer bajo el sofocante calor seco de julio en el Oeste americano las antiguas casas de huéspedes, el frontón, el mercado y el museo del 'Basque Block' y quedar para la memoria de la diáspora vasca en EE UU como el primer lehendakari no nacionalista que participa en sus festejos, fiel reflejo de la idealización de la tierra de sus ancestros.

Allí no hay rastro de la Euskadi moderna. «Me preocupa que en Boise o en Rosario, allá donde haya una euskal etxea, piensen que Euskadi sigue siendo el país que dejaron sus tatarabuelos. Ibarretxe, como buen nacionalista, se sentía más cómodo en esa realidad de ensueño», reflexiona el viceconsejero de Cultura Antonio Rivera. La historia de los 'jaialdis', los macrofestivales en los que los 'basque americans' celebran sus raíces, beben, cantan y bailan, es la historia de la pujanza de la comunidad vasca en Estados Unidos.

El primero se celebró en 1959 en Sparks (Nevada) y congregó a miles de vascos asentados en el Oeste americano, tanto los de origen vizcaíno -sobre todo de Gernika y de la comarca de Lea Artibai-, repartidos por Nevada, Idaho y Montana, como los vascofranceses y bajonavarros, que echaron raíces en California, aunque también fundaron sus sagas en los alrededores de Reno.

Los impulsores de la fiesta fueron los hermanos Laxalt, hijos de un pastor de Zuberoa -Paul, senador y gobernador de Nevada, fue uno de los hombres más influyentes en Washington en su época, y su hermano Robert fue un autor reconocido que narró en 'Dulce tierra prometida' el regreso de su padre al País vascofrancés- y John Ascuaga. En su descomunal hotel-casino de Reno se alojará la expedición del Gobierno vasco en la primera etapa del viaje. Puede que incluso se dejen caer por el 'Orozko Lounge', una sala bautizada por el dueño en honor a su pueblo natal.

Aquella cita fue el germen del movimiento asociativo que culminó con la creación de NABO (North American Basque Organizations) en 1973, hoy presidida por Valerie Arrechea, mujer de negocios, licenciada en Berkeley y profesora de danzas vascas, quizá la ramificación de 'lo vasco' que con más fuerza ha enraízado en las colectividades de EE UU. No en vano, una de las 37 euskal etxeak oficialmente reconocidas en el país es la del famoso grupo Oinkari de dantzaris.

Juanita, 'Jay', Uberuaga fue su impulsora en Boise -el corazón de la inmigración vasca-, además de anfitriona en varias 'boarding houses' de la ciudad. Estas pensiones son también parte de la historia de la comunidad: en ellas pasaban los pastores vascos, pioneros de la emigración a Norteamérica, sus escasos momentos de asueto y eran las mujeres de la casa, en la mejor tradición del matriarcado, las que ejercían de madres y consejeras.

Allí hacían su exigua vida social, se ennoviaban y prometían y aprovechaban para hablar euskera, la lengua madre que no ha llegado a perderse del todo, ni mucho menos, en las familias de ascendencia vasca. Hoy se contabilizan, según los datos del censo recopilados por las propias colectividades, en unos 60.000, aunque, -sin llegar a los 10.000 'Aguirres' del listín telefónico de México D.F. o el millón de argentinos de ascendencia vasca- es posible, según los estudiosos, que haya muchos más.
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Es la teoría de las tres generaciones. «La primera busca sobrevivir. La segunda se mimetiza con el entorno. La tercera es la que vuelve los ojos hacia sus orígenes», explica el catedrático y filólogo Pello Salaburu, miembro de la comisión asesora del CBS de la Universidad de Nevada.

¿Y quiénes son esos 'basque americans' de hoy? La coincidencia entre los expertos es notable, y todos dibujan una comunidad perfectamente integrada aunque consciente de sus raíces, emprendedora y, en algunos casos muy exitosa, más bien «conservadora» y mayoritariamente de ideología republicana, aunque no siempre.
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Su vasquismo, explica Zulaika, es de raíz «cultural» y toma como referencia el país que hace años dejaron sus padres. «Mitifican a los vascos. Su país de origen es un país idealizado al que les gusta volver, pero no quieren sus problemas», explica el profesor. Por eso, o a pesar de ello, el rechazo a ETA es tan abrumadoramente mayoritario como en Euskadi.

Salaburu les define como «sobre todo, americanos» y el burukide del PNV Andoni Ortuzar, responsable de Acción Exterior en los Gobiernos de Ardanza, les dibujaba en un reciente artículo como más cercanos «al prototipo yanki que al vasco». «Su vinculación con Euskadi es más identitaria y cultural que política. Nuestros dimes y diretes les pillan muy lejos», explicaba entonces el dirigente jeltzale, apelando a la raíz económica de la emigración a EE UU. Ésa es la razón de que nadie espere un recibimiento hostil a López.

El pasado 18 de junio, el periódico digital de Boise Idahostateman.com publicó un artículo titulado, en traducción libre, 'La política puede entrometerse en el Jaialdi'. ¿La razón? Que Euskadi «enviará por primera vez a un presidente que se opone al referéndum por la independencia, no es étnicamente vasco ni habla el idioma». El articulista concluía que no se esperan problemas porque la «vasquidad» de los vasco-americanos es más un empeño en mantener el legado de sus antepasados que una cuestión enconada y partidista, como sucede en Argentina. " (Fundación para la Libertad, citando a EL CORREO, 18/7/2010
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