"El foralismo ha consistido desde antiguo en una hábil técnica para disimular unos repartos interciudadanos de la carga fiscal radicalmente injustos mediante la ventaja que obtiene el colectivo del privilegio (los sustanciales mayores recursos obtenidos gracias al sistema de Concierto).
No existe un momento práctico que mejor realice los ideales de la democracia moderna que el del debate público sobre la fiscalidad, puesto que a través de ésta se establece el reparto de las cargas y los derechos en los que, al final, se plasma nuestra idea de lo que es la igualdad entre los ciudadanos. Y no existe tampoco mejor índice de la pobreza de nuestra cultura política que el hecho de que, año tras año, la sociedad vasca asista indiferente al hecho de que ese debate se le escamotea por arte de birlibirloque.
Es decir, por el arte del institucionalismo neoforalista que consigue hacer opacas, borrosas y secretistas las decisiones públicas en materia de impuestos. Y es que el foralismo ha consistido desde antiguo en una hábil técnica para disimular unos repartos interciudadanos de la carga fiscal radicalmente injustos mediante la ventaja que obtiene el colectivo del privilegio (los sustanciales mayores recursos obtenidos gracias al sistema de Concierto). (...)
Por ejemplo, un cuadro que muestre dónde están realmente las diferencias de recaudación que produce el sistema vasco por relación al común español y que, de esta forma, permita al ciudadano identificar qué es lo que hacen exactamente las diputaciones con su capacidad fiscal propia. Y, por último, precisamos de una cuantificación seria y fiable sobre la evasión y fraude fiscal que se producen aquí y ahora, y de las medidas que pueden adoptarse para reducirlos. (...)
Y resulta que, ¡oh casualidad!, el tipo efectivo del Impuesto de Sociedades en las provincias vascas es del 14%, nada menos que 10 puntos menos que en el territorio español común. Es la diferencia más notable y llamativa entre el sistema fiscal vasco y el común español. Que pretende justificarse usualmente con el llamamiento de «hay que favorecer a nuestras empresas en la dura competencia», disimulando que de paso favorece a esos 'ricos' que el lehendakari dice querer gravar de acuerdo a sus posibilidades.
Es voz común entre fiscalistas que mientras el tipo efectivo del Impuesto de Sociedades no converja con el tipo marginal del IRPF se estará creando un agujero negro de irresistible atracción para las rentas empresariales y profesionales más altas, que buscarán su camuflaje societario adecuado para tributar por uno y no por otro. Y si este agujero no se corrige, y toda la facundia demagógica de 'los ricos' se limita (como es de temer) a subir un poco más los tipos del IRPF, lo único que se estará haciendo es gravar un poco más a las clases medias. Lo cual puede ser justo en sí mismo, ciertamente, pero no es desde luego equitativo cuando los verdaderamente ricos no pagan lo que deben." (Fundación para la Libertad, citando a José María Ruiz Soroa, EL CORREO, 4/7/2010 )
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