"El grupo de Bart de Wever superó ayer todas las expectativas al obtener del orden del 30% de los votos en Flandes (un 17,2% en el conjunto del país, con el 97% de los votos escrutados) y convertirse en el primer partido de Bélgica, con 27 de los 150 escaños del Parlamento en liza.
Los francófonos viven el veredicto de las urnas como un drama y se plantean cómo formar un frente ante las temidas reformas del Estado que reclamará la N-VA. (...)
Es una visión que pone los pelos de punta a buena parte del país y el propio De Wever lo reconoció: "Somos conscientes de que el 70% de los flamencos no ha votado por nosotros y que habrá que tender puentes". En su calidad de primer partido en Flandes, unos seis millones de habitantes de los 10,5 millones de Bélgica, el líder del N-VA habló de responsabilidad y fijó dos prioridades: "Poner orden en las finanzas públicas y reformar el Estado".
Lo primero supone controlar los flujos financieros entre las regiones y tutelar gastos como pensiones y seguridad social. Lo segundo, modificaciones en las estructuras y reparto de poderes entre las regiones. Su objetivo es descentralizar Flandes y Valonia para que vivan como entidades separadas que se unen cuando tengan algo en común. Lo que él llama una confederación. Para más adelante queda la independencia, que también predican otros dos partidos flamencos. Todos juntos forman el 45% del electorado en Flandes. (...)
Más allá del objetivo independentista -"No hay mayoría en Flandes para esta ambición final", reconoce con realismo Danny Pieters, uno de los cerebros del partido y responsable de la vertiente social del programa-, la N-VA ha catalizado la frustración de la población de Flandes con un sistema político que lleva años paralizado. Los flamencos han visto traicionadas las expectativas de las elecciones de 2007, ganadas arrolladoramente por Yves Leterme también con la promesa de reordenar el país. (...)Son los socialistas, grandes vencedores entre los francófonos, quienes llevarán ahora la voz cantante negociadora con la N-VA. Con el 34% de votos acumulados entre Valonia y Bruselas, más los sufragios que aportan sus correligionarios de Flandes, los socialistas son la primera familia política belga y, según Elio di Rupo, su líder, "el partido de los francófonos de Bélgica".
Un modo de decir que serán los socialistas quienes les defenderán de los temidos embates de De Wever. Di Rupo estuvo contemporizador y transigente. Las urnas, dijo, han demostrado que "una parte de la población flamenca quiere que el país evolucione. Si se quiere estabilizar el país, el PS actuará". Recordó que "el Partido Socialista está a favor de una reforma del Estado". Mano aceptada de De Wever." (El País, ed. Galicia, internacional, 14/06/2010, p. 2)
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