Ferrer Dalmau declara su "amor a España" y aclara que "nunca he renegado de Catalunya", además de denunciar a "los miserables que decidieron separar siglos de unión". También cuenta que tenía que "pagar cantidades ingentes de dinero para que mi hijo pudiera estudiar en un colegio inglés, ya que no había lengua castellana". "Me niego a que mi hijo sea un analfabeto y se críe en un ambiente de prejuicios", deja claro.
Este pintor, igualmente, critica que "mis impuestos se veían malogrados en intereses independentistas que no son los míos". "Incluso cuando pintábamos soldados catalanes, lo hacíamos fieles a la historia, con una bandera española, lo que para mi satisfación les cabreaba soberanamente", reconoce.
Augusto Ferrer Dalmau se felicita porque "hoy vivo en paz, dolido por el abandono a mis raíces, pero aliviado también por dejar atrás parte de mi pasado para hallar un presente real sin beligerancia".
"Sirva esta carta como prueba por si algún día alguién se atreviera a negar que un catalán ha tenido que marchar de su tierra ancestral por culpa de la mentira repugnante de un pueblo que sólo ha aprendido a obedecer y callar, heredero de inmigrantes acomplejados que se averguenzan de sus orígenes y se unen a esa doctrina antiespañola".
"Me consta que muchos catalanes piensan como yo y si pudieran seguirían mis pasos", concluye." (e-noticíes, 12/01/2010)
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