“[…] Por un lado, [en el País Vasco] tenemos la presión terrorista, eso está claro. Pero ésta no tendría las consecuencias que tiene si no fuera administrada por un gobierno nacionalista que financia y protege el entramado de ETA. Lo hace a través de ayudas a las familias de los presos o por medio de subvenciones a publicaciones del entorno radical. Y éstos son sólo dos ejemplos. Por otro lado, está el hecho de que una parte de la sociedad no se implica en nada. Es lo que llama Aurelio Arteta ‘la sociedad del disimulo’. Todo junto crea un estado social, excepcional en Europa, que lleva necesariamente al silencio o a la expulsión.”

“[…] No puedo por menos que ser pesimista [por el futuro del País Vasco]. La presión nacionalista ha calado. Esa alteración artificial del censo no ha hecho que el País Vasco se hunda. Al revés, el hueco de los que se han ido ha sido ocupado por los adictos al régimen. Es una forma de competencia desleal.” (lavozdebarcelona.com, 09/11/2008)

Así se crean las nuevas élites nacionalistas vascas, con el terror. La utilidad social de ETA.