“Es impresionante comprobar cómo lo que valía para defender los derechos de los catalanoparlantes en las escuelas, durante el franquismo, no es válido para los castellanoparlantes, en la democracia. Les dejo con Josep Benet, en Combat per una Catalunya autònoma (1980), nada sospechoso de facha, centralista o genocida lingüístico:
“Se tortura a nuestros niños durante los primeros años de escuela aprendiendo en una lengua que no es la materna”.
“Los resultados analizados (desde 1928) mostraron que estos alumnos a los que se aplicaba un programa de cambio de lengua ‘casa-escuela’ presentaban en general peores resultados académicos y niveles más bajos de inteligencia que aquellos niños en los cuales la lengua de instrucción y la familiar coincidían. A partir de estos datos, la Oficina Internacional de Educación manifestó públicamente que la Primera Enseñanza en lengua materna había de ser condición sine qua non para un pleno desarrollo académico y psicológico de los niños.” (Criterio, 14-02-08)
“Escribió, a principios de mes en La Voz de Galicia, Roberto Blanco Valdés un artículo del que destacamos esto:
Yo, por ejemplo, no comparto el supuesto derecho de los padres a elegir la lengua en que sus hijos deben estudiar -derecho que conduciría a segregar dos comunidades lingüísticas dentro del país- aunque reconozco, desde luego, que exigir el respeto a ese derecho será lo único que les quedará a los ciudadanos si las autoridades siguiesen empeñadas en imponer un sistema de inmersión que solo tiene en cuenta la distribución real de los hábitos lingüísticos con la finalidad de alterarla de un modo artificial y obligatorio.” (Roberto Blanco Valdés: Sí, Galicia es bilingüe. La voz de Galicia, Cartas al director, 03-02-08)
“A los dos días, Assumpta Roura respondía -o aclaraba algunos conceptos- a Blancoen las mismas páginas del diario gallego tomando como ejemplo la política lingüística catalana -que no deja de ser el espejo en el que se mira la Junta de Galicia-:
La llamada inmersión lingüística [en Cataluña], pues, ha sido útil para evitar lo que Blanco Valdés define como segregación de comunidades lingüísticas y nada más. Si dicha inmersión era necesaria, no ha sabido aplicarse con el respeto que merece el conocimiento. En cambio, sí ha dado excelentes frutos en el terreno político. ¿Por qué? Porque dicha inmersión se hizo desde el principio con las cartas marcadas. Su intención no era salvar una lengua minoritaria, sino utilizarla como un radical instrumento de poder que uniformara toda la sociedad y luego inventar una representación asumible de única identidad nacional -el artificio señalado por Blanco Valdés-, difundida urbi et orbi por los medios públicos catalanes con comisarios encargados de reorganizar palabras e ideas de manera que cuanto más se relacionaran con los ancestros, es decir, directamente con lo emocional, mucho mayor sería su eficacia.” (Assumpta Roura: Apúntenme al bilingüismo; La Voz de Galicia, Cartas al director, 05-02-08; vía Criterio, 22-02-08)
Dice Josep Huguet, consejero de Innovación Universitaria de la Generalitat, el día 19 en TV3:
“La lengua ha de ser un ascensor social. De la misma manera que damos los derechos a los inmigrantes porque lo dice la ley, y creemos que hemos de hacerlo así, acceder a la sanidad pública y a la enseñanza, han de tener el derecho a acceder a la lengua. Es un derecho, eh, no es un deber. Es un derecho acceder a la lengua. Por tanto, a socializar. Cuanto más rápido se introduzcan en el país, más rápido serán ciudadanos y no serán clientes. Porque, ¿sabe qué pasa?, que si no, hay guetos, y entonces hay partidos políticos que juegan a tener clientela, que es a base de repartir subsidios y a tenerlos encerrados en un gueto. Nosotros queremos que sean ciudadanos.” (Traducción de Criterio.es, 22-02-08)
Todo depende de quién impone a quién la lengua, la suya. Porque puede o le dejan.
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