Por ejemplo, como peaje para la integración del inmigrante; y como herramienta para la cooptación de un élite monopolizadora del poder; y sustento de la mentira social sustentadora de la corrección política nacionalista; y para la represión lingüística en el adoctrinamiento escolar; y simple ceremonial de conveniencia para los de la “panda”. Resultado: cierto desapego afectivo. Comprensible. (La cita de este extraordinario artículo se debe, cosa frecuente, a Criterio, 07-03-07)
"La recuperación del euskera se convirtió en el nuevo evangelio y en la condición tácita para que los inmigrantes y sus descendientes se integraran sin complejos en la sociedad vasca. Había otras variantes: hablar castellano con impostado acento euskaldun o ser más 'borrokilla' que nadie para compensar los fracasos en el euskaltegi. (...)
El euskera es residual en Álava desde hace varios siglos y de mi Donosti natal, salvo en el puerto, en el mercado y en algunas canciones -una mención especial para el Gure Aita de la misa de Capuchinos-, tengo muy pocos recuerdos infantiles del vascuence, como se decía entonces. Pero la mentira social que hemos contribuido a crear, por activa o por pasiva, nos invita a sospechar de nosotros mismos, como si hubiera alguna impostura en ser de aquí y no saber euskera. (...)
Por mucho que lo llamemos inmersión en vez de represión, ello contraría las recomendaciones de
la Unesco y el sentido común de todos esos padres que no pueden ayudar a sus hijos con los deberes escolares. Eso sólo tiene un nombre, totalitarismo, porque
se pide a los individuos que sometan su realidad individual y tangible a los proyectos colectivos y virtuales de unos cuantos visionarios que sueñan con un monolingüismo euskaldun que ni ha existido ni existirá nunca. (...)
Pero lo más hiriente es la parte de negocio que el nacionalismo vasco se juega en este empresa. Haciendo del euskera condición de la identidad vasca, se han hecho con un funcionariado a su medida y distorsionan la competencia profesional de profesores, sanitarios y tantos otros oficios a favor de esa elite perfectamente euskaldunizada que está copando el mercado laboral vasco en detrimento de tantos profesionales excelentes que han de dejar su tierra natal por el delito de haberse equivocado de lengua materna. (...)
Dirán las estadísticas que la euskaldunización va bien, y me alegro, pero me apena que cada vez haya más personas, y me incluyo, capaces de manejar el euskera como herramienta laboral o estudiantil pero que no lo hablan habitualmente porque se sienten más cómodos, libres y competentes en castellano así como afectivamente distantes de un euskera impuesto por obligación, corrección o amenazas. (...)
Pero lo más sangrante es comprobar su carácter virtual, tener la certeza de que quienes defienden la trascendencia histórica de tal esfuerzo luego hacen los negocios en castellano, cuentan el dinero en castellano, toman las decisiones importantes en castellano y se permiten decir puertas afuera qué importante es no hacer lo que ellos hacen puertas adentro." (Vicente Carrión Arregui El totalitarismo euskaldun; El Correo, 04-03-07)
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