"(...) El informe dice que en otoño del año pasado, un 51,3% de los catalanes querían formar parte de España y un 41,8% eran partidarios de la independencia. Es una diferencia grande comparada con otros sondeos
La diferencia ha ido creciendo. Si miramos las series históricas, entre 2013 y el 2018, la independencia es superior a formar parte de España. Poco a poco el predominio del «quiero irme» va decreciendo hasta la diferencia actual. Pero ha habido momentos en que «mantenerse en España» cae.
Cuando preguntas «¿usted qué cree que debería ser Catalunya?», la respuesta ‘un estado independiente’ sigue teniendo un 30%. Históricamente, Comunidad Autónoma estaba en el 60%, la independencia estaba en el 14% y el estado federal, en el 15%.
Han cambiado muchas cosas. El concepto «federal», que hace 10 años nadie ni se lo planteaba, está ahora en el 25%. Aquella idea de que antes habrá la independencia que el federalismo “va a ser que no”. Los datos nos dicen que el futuro será federal.
Pero también se dice que, si hubiera un referéndum, un 44,4% votaría a favor de la independencia y un 33,3% lo haría en contra mientras que un 18,5% no iría a votar. ¿Se podría producir la circunstancia de que la mayoría de los catalanes no quieran la independencia pero que en un referéndum ganaran los que son partidarios de ella?
Las preguntas dicotómicas son de blanco o negro, no describen la pluralidad de una sociedad. Usted en caso de un referéndum, ¿qué votaría? ¿Sí o No? Yo tengo una teoría sobre este tipo de respuesta. Hay mucha gente que diría que Sí sabiendo que es una respuesta sin consecuencias. Pero otra cosa es si el referéndum estuviera convocado para dentro de dos meses. Entonces, sería algo tangible. En cambio hoy, ¿qué consecuencia tiene que yo diga que votaría Sí o No? Ninguna. Es un debate virtual. No es real. Puedo decir Sí hoy, decir No en un mes y volver a decir Sí más tarde. No tiene consecuencias lo que yo diga. Le estás pidiendo a la gente que se defina sobre un supuesto. En cambio, cuando preguntas «¿usted qué cree que debe ser Catalunya?», el estado independiente cae y sólo quedan los estructurales. Si sumas Comunidad Autónoma, federalistas y regionalistas tienes el 70%.
¿Los ciudadanos quieren un referéndum?
De los que están a favor de la independencia sólo un 9,1% creen que es posible. El Sí es una preferencia, en cambio, lo que vale es la creencia. En 1999, en la campaña de Pasqual Maragall, las encuestas decían que los electores preferían que fuera presidente Maragall pero cuando preguntabas quien creían que lo sería, decían que Pujol. Las encuestas nunca dieron una respuesta mayoritaria que creyera que Maragall sería presidente. Ahora pasa con la independencia. La pregunta Sí-No debe situarse en esta lógica. Prefiero la independencia, pero no la creo posible
¿Los independentistas aceptarían un referéndum con una pregunta diferente o con varias opciones?
El 9% que es el núcleo duro, no. La gran mayoría de los ciudadanos quieren más autogobierno. Ni los independentistas creen que la independencia sea posible. Europa ha dicho que no. España ha dicho que no. Como dice Puigdemont esto es un muro, una pared. No la ha superado. Cuando tuvo la oportunidad no la aprovechó. La oportunidad fue el 10 de octubre, aquellos ocho segundos. Nunca había visto el paseo de delante del Parlament tan lleno de televisiones. Aquel día el mundo sí que nos estaba mirando. Y ese día dejó de mirarnos. El mensaje fue: «lo prefiero pero no me lo creo».
En las redes sociales da la sensación de que el independentismo es muy mayoritario. Este 9% se hace notar mucho
Porque está muy bien estructurado, construido. Cuando yo era concejal me seguían en Twitter y cada vez que hacía un mensaje me atacaban automáticamente, me contraprogramaban constantemente. Es una estrategia muy bien diseñada. No lo critico. Alguien pensó que había que controlar las redes. Y realmente las controlan. Es un espacio cohesionado, con un relato, con mensajes. El otro lado sigue siendo un sistema de partidos plural, donde cada uno es cada uno. Y cada uno lucha solo. Esta es la gran diferencia.
Últimamente, sin embargo, en las redes también hay muchos palos entre independentistas
Los independentistas están entrando a la bronca entre ellos. La hegemonía del independentismo se jugará en las elecciones municipales de 2023. La campaña electoral ya ha comenzado en este espacio. Se están posicionando. Tienen que ganar en el territorio. Tendrán que hacer una política jesuítica donde ninguna palabra o concepto pueda ser interpretado de forma que pierdan una parte de su electorado.
Y ver hacia dónde van los jóvenes
El informe dice que la mayoría no es independentista. Esto no era así antes. También hay que analizar el territorio. La hegemonía en el independentismo se jugará en la Catalunya interior, lo que podemos llamar la Catalunya carlista.
La diferencia ha ido creciendo. Si miramos las series históricas, entre 2013 y el 2018, la independencia es superior a formar parte de España. Poco a poco el predominio del «quiero irme» va decreciendo hasta la diferencia actual. Pero ha habido momentos en que «mantenerse en España» cae.
Cuando preguntas «¿usted qué cree que debería ser Catalunya?», la respuesta ‘un estado independiente’ sigue teniendo un 30%. Históricamente, Comunidad Autónoma estaba en el 60%, la independencia estaba en el 14% y el estado federal, en el 15%.
Han cambiado muchas cosas. El concepto «federal», que hace 10 años nadie ni se lo planteaba, está ahora en el 25%. Aquella idea de que antes habrá la independencia que el federalismo “va a ser que no”. Los datos nos dicen que el futuro será federal.
Pero también se dice que, si hubiera un referéndum, un 44,4% votaría a favor de la independencia y un 33,3% lo haría en contra mientras que un 18,5% no iría a votar. ¿Se podría producir la circunstancia de que la mayoría de los catalanes no quieran la independencia pero que en un referéndum ganaran los que son partidarios de ella?
Las preguntas dicotómicas son de blanco o negro, no describen la pluralidad de una sociedad. Usted en caso de un referéndum, ¿qué votaría? ¿Sí o No? Yo tengo una teoría sobre este tipo de respuesta. Hay mucha gente que diría que Sí sabiendo que es una respuesta sin consecuencias. Pero otra cosa es si el referéndum estuviera convocado para dentro de dos meses. Entonces, sería algo tangible. En cambio hoy, ¿qué consecuencia tiene que yo diga que votaría Sí o No? Ninguna. Es un debate virtual. No es real. Puedo decir Sí hoy, decir No en un mes y volver a decir Sí más tarde. No tiene consecuencias lo que yo diga. Le estás pidiendo a la gente que se defina sobre un supuesto. En cambio, cuando preguntas «¿usted qué cree que debe ser Catalunya?», el estado independiente cae y sólo quedan los estructurales. Si sumas Comunidad Autónoma, federalistas y regionalistas tienes el 70%.
¿Los ciudadanos quieren un referéndum?
De los que están a favor de la independencia sólo un 9,1% creen que es posible. El Sí es una preferencia, en cambio, lo que vale es la creencia. En 1999, en la campaña de Pasqual Maragall, las encuestas decían que los electores preferían que fuera presidente Maragall pero cuando preguntabas quien creían que lo sería, decían que Pujol. Las encuestas nunca dieron una respuesta mayoritaria que creyera que Maragall sería presidente. Ahora pasa con la independencia. La pregunta Sí-No debe situarse en esta lógica. Prefiero la independencia, pero no la creo posible
¿Los independentistas aceptarían un referéndum con una pregunta diferente o con varias opciones?
El 9% que es el núcleo duro, no. La gran mayoría de los ciudadanos quieren más autogobierno. Ni los independentistas creen que la independencia sea posible. Europa ha dicho que no. España ha dicho que no. Como dice Puigdemont esto es un muro, una pared. No la ha superado. Cuando tuvo la oportunidad no la aprovechó. La oportunidad fue el 10 de octubre, aquellos ocho segundos. Nunca había visto el paseo de delante del Parlament tan lleno de televisiones. Aquel día el mundo sí que nos estaba mirando. Y ese día dejó de mirarnos. El mensaje fue: «lo prefiero pero no me lo creo».
En las redes sociales da la sensación de que el independentismo es muy mayoritario. Este 9% se hace notar mucho
Porque está muy bien estructurado, construido. Cuando yo era concejal me seguían en Twitter y cada vez que hacía un mensaje me atacaban automáticamente, me contraprogramaban constantemente. Es una estrategia muy bien diseñada. No lo critico. Alguien pensó que había que controlar las redes. Y realmente las controlan. Es un espacio cohesionado, con un relato, con mensajes. El otro lado sigue siendo un sistema de partidos plural, donde cada uno es cada uno. Y cada uno lucha solo. Esta es la gran diferencia.
Últimamente, sin embargo, en las redes también hay muchos palos entre independentistas
Los independentistas están entrando a la bronca entre ellos. La hegemonía del independentismo se jugará en las elecciones municipales de 2023. La campaña electoral ya ha comenzado en este espacio. Se están posicionando. Tienen que ganar en el territorio. Tendrán que hacer una política jesuítica donde ninguna palabra o concepto pueda ser interpretado de forma que pierdan una parte de su electorado.
Y ver hacia dónde van los jóvenes
El informe dice que la mayoría no es independentista. Esto no era así antes. También hay que analizar el territorio. La hegemonía en el independentismo se jugará en la Catalunya interior, lo que podemos llamar la Catalunya carlista.
(Entrevista a Gabriel Colomé, director académico y de investigación del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, Siscu Baiges , CatalunyaPlural, 13/07/21)
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