"(...) Usted tiene que ser nacionalista y si no lo es da lo mismo, ya le pondrán algo apropiado que desenmascare lo que desea ocultar en el fondo de sus inclinaciones. Un españolista, por extensión. Me producen espanto el españolismo y el catalanismo, empezando por sus símbolos que no están hechos para causar respeto sino adscripción, como las enseñas de los equipos de fútbol.
Desde adolescente la bandera bicolor me dice cosas que no me gustan y el himno, militar por supuesto, felizmente sin letra, me deja frío. Lo mismo me ocurre con la “cuatribarrada” que engendró legendariamente El Pilós y la horrenda música de Els Segadors, que es a la canción lo que la “butifarra amb secas” a la gastronomía.
Mi pobre padre, un patriota que se decía español hasta las cachas, solía reprochar mi desdén y me advertía: ya verás cuando un día escuches un pasodoble en tierras lejanas y no puedas contener las lágrimas. Profecía paterna se cumple siempre y así tuve que aguantar un pasodoble en Helsinki y acabé pensando en la tontuna humana y en la invención sentimental como una de las artes de baja estofa que provocan más risa que llanto.
Me he tirado muchos años y muchos esfuerzos en forma de páginas durante mis estancias en el País Vasco. Si algo se repetía siempre como un bordón era el de explicarte el pacifismo de la sociedad vasca. Pero salías a la calle y te encontrabas a un personal airado del que debías huir en tu condición de “efecto colateral” y si te esforzabas un poco podías encontrar un muerto, nada casualmente amigo tuyo.
Cataluña está en un punto de ignición muy alto y no encuentro nada que sirva para enfriar la situación que no sea al tiempo un recurso para aumentar la calentura. Sin embargo, hay un rasgo llamativo de diferencia con lo que fue, y en gran medida sigue siendo, la situación vasca, y es que aquí los plumillas, más conocidos como creadores de opinión, intelectuales de lo efímero, hacen esfuerzos por hacerte creer que todos tenemos religión, sólo que unos la verdadera y otros la atea. (...)
¿Y la violencia? No inquietarse. Ya hemos detenido a cinco italianos del lumpen ácrata como protagonistas de los disturbios y el vandalismo. Los papás y las mamas pueden estar tranquilos, pero díganles a sus retoños que no se excedan mezclándose con la chusma, que hagan como Laura Borràs, que cojan el coche, esa joya del lujo y el empoderamiento, y que les visiten en la cárcel. Son buena gente, España los malea.
En resumen, todos tranquilos. Lo que pasa, acabará, y nosotros seguiremos montados sobre el caballo, aunque sea el de un tiovivo. Y a dar vueltas, felicitándonos. Los violentos son de fuera. Ahora lo entiendo todo y ya puedo escribir el editorial." (Gregorio Morán, Vox Populi, 06/03/25)
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