30/9/20

El director del Diari de Girona denuncia intimidación del gobierno de Torra... 'amenazando con un sueldo público'

 "A pesar de que se crean los más sabios y astutos del mundo, los processistes catalanes no han inventado nada. Todos sus métodos ya los habían aplicado los populismos que les han precedido.

 Uno de los primeros libros que tuve que leer cuando estudiaba periodismo fue La opinión pública, del sociólogo francés Albert Sauvy. Escrito en 1970, ya contaba que la propaganda política se utiliza «para mantener las tropas activas, se repiten durante mucho tiempo las mismas palabras, las mismas fórmulas que han dado resultado. Se afirma. Se repite. Pero como las expresiones acaban por gastarse o no corresponden ya a la situación, el propagandista capta los hechos recientes más importantes, los selecciona, y los presenta de forma que sirvan para confirmar las teorías propuestas y para consolidar la causa ».

Tampoco son ninguna novedad las amenazas a periodistas y medios de comunicación para intimidarlos. En la democracia española, el primero que las aplicó fue Miguel Ángel Rodríguez, lo que fue todopoderoso Secretario de Comunicación del primer gobierno del PP, con José María Aznar al frente. Terminó dejando el cargo antes de tiempo. Eran otros tiempos. El processisme tiene varios cargos, pagados con dinero público, que se dedican, ahora sí con absoluta impunidad, a esta actividad.

 Esta semana, el objetivo de los «nuestros» profesionales del insulto y la calumnia ha sido el Diario de Girona y el periodista Albert Soler. El pistoletazo de salida lo dio Aleix Clarió, del círculo de máxima confianza de Carles Puigdemont. Clarió es un chico al que acogió Puigdemont en el Ayuntamiento de Girona tras ser expulsado de Unión Democrática. Puigdemont se lo llevó a la Presidencia de la Generalitat con el cargo de «asesor del presidente en gestión de redes sociales». 

Destituido por el artículo 155 continuó trabajando por el expresidente de la Generalitat hasta que le recompensaron los servicios prestados con un nuevo cargo en el gobierno de Quim Torra, el de «asesor en comunicación digital», retribuido con 57.466,40 euros anuales. 

Este martes, acusó Albert Soler en Twitter de «fascista declarado». Desde un cargo público de la Generalidad. Un ejército de fanáticos processistes, entre ellos Elsa Artadi, se sumó después. La revolución de las sonrisas.

 El motivo era un artículo de Albert Soler sobre el escandaloso salario de 6.000 euros mensuales que cobra la esposa del ex presidente, Marcela Topor, por un programa en inglés, que no ve nadie, de una televisión dependiente de la Diputación de Barcelona; un artículo que leyeron tarde y mal. Los paladines de la libertad de expresión, los que han convertido los insultos del tal Valtonyc en un referente de esta libertad de expresión, no aceptan ni las críticas, ni una visión diferente de su mundo de fantasía. 

 Todos se declaran defensores de Charlie Hebdo, hasta que ellos son los receptores de las críticas y / o los sarcasmos. Como sólo existe su verdad y consideran las administraciones públicas un patrimonio privado, encuentran normal que Puigdemont, cuando decidió instalarse en Waterloo, exigió a su partido, el PDeCAT, que pagara unos cuantos miles de euros mensuales a su mujer por los gastos familiares de Girona y, como Marta Pascal se negó (esto y su apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy propiciaron su defenestración), optó por la vía de la Diputación de Barcelona, presidida entonces por la convergente Mercè Conesa, y que luego, por cierto, ha aceptado el PSC en el pacto con el PDeCAT para gobernar la institución barcelonesa. 

 No sólo encuentran «normal» este salario de 6.000 euros mensuales por un programa ad hoc, sino que insultan y amenazan a quien ose criticarlo. Es lo mismo que ha pasado con la propuesta de retirada de la Medalla del Ayuntamiento de Barcelona a Heribert Barrera. Los que hace años que retiran medallas a troche y moche a los que no se han sumado a la causa, ahora se indignan cuando toca a uno de los suyos, un xenófobo y racista de manual. El pensamiento único y la eliminación del disidente son dos divisas de estos movimientos populistas.

 Hablarles de Voltaire ( «no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo») o George Orwell ( «libertad de expresión es lo que la gente no quiere escuchar» ) es como hblarle a una pared. Donde no hay no busques."                          ( , Diari de Girona, 27.09.2020)

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