"La crisis del Coronavirus puede pillarnos
seguramente con el peor gobierno de la Generalitat de la historia y, a
este paso, también de Madrid.
No en vano España está en cuarta posición mundial con más de 5.000
afectados. Hasta Marruecos ha cerrado las fronteras. Y más de 60 países
han suspendido los vuelos.
Tiempo habrá de hacer balance y es hora de arrimar todos el hombre:
gobierno, comunidades autónomas, partidos y toda la sociedad.
Pero hay algunos hechos irrefutables.
El mismo presidente de la Generalitat que pedía este viernes
“confinar toda Catalunya” encabeza un ejecutivo cuya consejera de Salud,
Alba Vergés, afirmaba el martes -apenas tres días antes- que no estábamos “en zona de riesgo”.
La gran incógnita ese día era todavía si el Barça-Nápoles se jugaría a
puerta cerrada o con público. Cuestión a la que, por cierto, la propia
consejera no supo qué contestar. Y es la responsable de Salud.
Horas después la portavoz del Govern, Meritxell Budó, empezaba la rueda de prensa del Consell Executiu desgranando … ¡las Creus de Sant Jordi! ¡El tema más importante de la reunión eran los galardones de la Generalitat!
¡Aquí no pasaba nada! ¡Todo controlado!
En cuanto se le plantearon preguntas concretas sobre el coronavirus
-qué hacer en caso de familiar enfermo o si una persona sola confinada
podía ir a buscar el pan- se escabulló como pudo. Sus respuestas oscilaban entre la inconsciencia, la irresponsabilidad
y la autosuficiencia: “tenemos los casos controlados”, “sabemos de
donde viven”, “podemos controlar los contactos”. Incluso, si me permten decirlo, ese complejo de superioridad típico
del proceso que tanto daño ha hecho a Catalunya en los últimos tiempos.
“Esto es lo que nos diferencia de otras comunidades autónomas”, llegó a
decir. Aquí, por supuesto, somos mejores.
¡Pero si estamos en segunda posición con más de 500 casos sólo por detrás de Madrid, que tiene 2.600!
Dos días después ordenaban el confinamiento de Igualada, la
Generalitat teme un aluvión de casos en los próximos días y que la cosa
se prolongue mucho más de los quince días anunciados.
Por eso, hay una cosa que agrava todavía más una situación especialmente grave: los titubeos en política. Hay que aplicar medidas enérgicas y hacerlo ya. De hecho, ya es tarde. Alguos -pocos- abogamos por la vía italiana desde el principio.
El consejero de Interior, Miquel Buch, comparecía en la mañana del
viernes unas horas antes que el president y evitaba pedir el
confinamiento. Sólo hablaba de “limitar los desplazamientos”. Y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau,
sugería restringir la “vida social” pero descartaba también el cierre
de bares y restaurantes. Ella está confinada, por cierto, pero su
familia hace vida normal. ¿Si no se cierran bares y restaurantes cómo se restringe la vida social, alcaldesa?
Son las vacilaciones típicas del progresismo mal entendido, la corrección política, el buenrrollismo. Alérgico a veces a la toma de decisiones. Sobre todo impopulares. ¿Cómo se creen que en China han encauzado la situación? Con medidas
contundentes. Han sido capaces de confinar una ciudad entera de once
millones de habitantes.
La Generalitat tiene también, por otra parte, la asignatura pendiente de la transparencia.
Porque éste era el gobierno que presumía de ello desde la época del
consejero Romeva, que era titular de Asuntos Exteriores, Relaciones
Institucionales y Transparencia. Aunque luego ya se ha visto que con Alfred Bosch ha brillado por su
ausencia en un caso tan sensible como el acoso sexual en el propio
departamento. En momentos de crisis, la transparencia es fundamental para
tranquilizar a la gente. Los ciudadanos tienen derecho a saber. Lo
contrario genera temor, suspicacias y pánico.
Y la Generalitat echa balones fuera.
El director del Servei Català de la Salut, Adrià Comella, fue el
encargado de comparecer el viernes por la tarde -¿han enfermado los
comparecientes habituales?- en rueda de prensa para informar de la
situación. Oyendo sus palabras te dabas cuenta enseguida de que la Generalitat
teme un colapso del sistema sanitario. “Nos encontramos en una situación
extraordinaria que se puede alagar entre ocho y diez semanas”,
advirtió.
En efecto, la mayor parte de su intervención eran las recomendaciones
habituales sobre cómo lavarse las manos o no abusar del 061. Aparte de
que hubo más de un "lo desconozco". Hasta tres cuartos de hora después no admitió que los afectados eran
ya más de quinientos y por qué se lo pidió una periodista en el turno de
preguntas en castellano.
La Generalitat ni siquiera tiene una web en la que informe de los casos a tiempo real y su distribución geográfica. La consejería informa de los nuevos afectados pero no el número total. Ni tampoco por comarcas. El Ministerio de Sanidad, en cambio, muestra el número por comunidades autónomas.
No quiero malpensar pero esto puede deberse a que hay más casos que los detectados y que la situación es peor de la que dicen.
En Palau por ejemplo, han abierto también un canal de Telegram para poder informar a los periodistas. Pero los tres links que ofrecen son las recomendaciones ya conocidas. El primero sobre las medidas de prevención. El segundo sobre las iniciativas adoptadas por el Govern el pasado miércoles. A la vista de los resultados, tarde y mal. Y el tercero las últimas noticias con el “confinamiento de Catalunya”.Más aún, en el mismo canal de Telegram se anunció la comparecencia
del presidente Torra para las 20.30 y la posibilidad de contestar a tres
peguntas por vía telemática.
Sólo tres preguntas.
Fui el primero en plantear una: “Presidente, qué han hecho mal? El
martes la consejera Alba Vergés dijo que no estábamos 'en zona de
riesgo' y la consejera Budó que 'tenemos los casos controlados'”.
Se la saltaron. Torra prefirió contestar a Vilaweb sobre el cierre de
fronteras, a Rac1 sobre la mesa de diálogo y a Nació Digital sobre si
había hablado con Pedro Sánchez.
Los propios medios de comunicación -especialmente públicos como TV3-
jugaran un papel fundamental con la crisis. Sin crear alarmismo tampoco
pueden ser una simple correa de transmisión de Palau. Y en TV3 oscilan entre lo bien que lo hacen los Mossos o el coraje de
los habitantes de Igualada y el aumento de la venta de libros gracias
al coronavirus cosa de la que personalmente me alegro. Pero ni siquiera
han informado del número total de casos por comarcas. Con lo bien que
nos vendría un mapa.
El problema de verdad es que aquí nadie se ha atrevido a tomar
medidas enérgicas hasta ahora y, cuando se plantean, se traspasa la
responsabilidad al Estado.
Unos porque están pendientes de unas elecciones. Anunciadas pero no
convocadas. Además, con un presidente inhabilitado. Otros porque acaban
de llegar y van todavía con pies de plomo. En efecto, ¿cómo puede salir el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y anunciar el estado de alarma “a partir de mañana”?
Las decisiones drásticas se ejecutan cuando se anuncian.
Lo único que han conseguido ha sido un éxodo de madrileños -una
irresponsabilidad por otra parte- hacia las playas de Levante o de
Murcia. ¡Cómo en Italia!
Que tremendo error también permitir las manifestaciones del 8-M. O celebrar el míting de Vox.
¿Cuántos infectados son consecuencia de esas movilizaciones empezando por la ministra de Igualdad, Irene Montero?
El PP tampoco está exento de responsabilidad. La presidenta de la
Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, comprometía el jueves su carrera política
diciendo que “Madrid no se cerrará”. Ahora lo que quiere es que se cierre pero que lo haga el gobierno
central -ella ciertamente no tiene competencias para hacerlo- para que
pueda decir que ha sido el Estado.
Incluso la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo,
cuestionaba el cierre del Congreso proque los parlamentos no se cierran
“ni en guerra”. ¡Cayetana, que estos es peor que una guerra: el bichito se transmite por el aire!
Por eso, podemos entrar en una fase todavía peor: la de ausencia de Estado, de Administración.
Se han dado ya casos de pánico en algunos supermercados con clientes poco menos que al asalto o al acaparamiento del botín. Al fin y al cabo, las cadenas de distribución están formadas por
personas de carne y hueso: repartidores, transportistas, payeses,
productores.
Y hay que tener en cuenta que los sevicios de emergencia -personal
sanitario, mossos, protección civil- están formados por profesionales
que también pueden enfermar.
Vaya este artículo por ellos, como los toros, porque son los que están más al pide del cañón en estos momentos difíciles.
Hay algo peor que la incompetencia en política: la imprudencia. Han sido unos irresponsables." (Xavier Rius, director de e-notícies, 14/03/20)
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