3/3/20

El interminable rompecabezas belga... El mayor punto de fricción es la posibilidad de convertir el país en un Estado confederal... los socialistas valones no van “a discutir de confederalismo, del fin de Bélgica o de la separación de la Seguridad Social porque pensamos todo lo contrario”

"(...) La situación política belga es endemoniada pero no explosiva. La casi total ausencia de diálogo directo entre las fuerzas mayoritarias, los nacionalistas flamencos (Nueva Alianza Flamenca-N-VA) y los socialistas valones (PS), francófonos, ha bloqueado la formación del ejecutivo. Pero que nadie espere salidas extemporáneas o reclamaciones fuera de la legalidad vigente. 

Los nacionalistas flamencos van paso a paso y, en medio siglo, han conseguido darle la vuelta al país. Ahora plantean una nueva reforma constitucional para crear un Estado confederal, al que se oponen radicalmente los socialistas y el resto de los partidos valones. (...)

La realidad es que los nacionalistas flamencos no se han esforzado en resolver el problema: creen que las circunstancias les favorecen. Bélgica cuenta con 11,4 millones de habitantes de los cuales casi el 60 por ciento vive en Flandes; es la región más productiva, con menos paro y transfiere una parte sustancial de sus recursos al sostenimiento del país (según sus cálculos, del orden de 6.500 millones de euros al año, dato no oficial). 

Las ciudades de Brujas, Gante y Amberes y toda la costa están en su territorio. Su presencia en un Gobierno federal no es imprescindible, pero obliga a pactos complejísimos y contra natura. Si acceden a negociar será para buscar una solución confederal. Escocia y Cataluña son sus referencias, pero no echarán un pulso a la legalidad vigente, esperarán para aplicar sus propuestas.

El país está dividido, tras seis reformas constitucionales, en tres comunidades (flamenca, francófona y germanófona) y tres regiones (Flandes, Valonia y Bruselas) y tiene seis presidentes: el federal ocupado interinamente por Sophie Wilmès; el de Flandes que es Jan Jambon de la N-VA en coalición con democristianos de CD&V y liberales de Open VLD; el de Valonia, Elio di Rupo del Partido Socialista (PS), en coalición con los liberales del MR y verdes de Ecolo; el de Bruselas, Rudi Vervoort del PS, en coalición con Ecolo, Défi y Open VLD; el de la comunidad francófona, Pierre Yves Jeholet, liberal del MR, en coalición con PS y Ecolo; y el de comunidad germanófona (muy pequeña y nada significativa, no llega a los cien mil habitantes), Oliver Pasch de un partido local. (...)

Todos ellos han sido elegidos después de los comicios del 26 de mayo tras complejas negociaciones. Pero queda pendiente el gobierno federal tras más de 220 días (hay que recordar que Bélgica tiene el récord mundial de un gobierno democrático en funciones, 541 días entre 2010 y 2011).  Es imprescindible que en la coalición estén flamencos y francófonos dada la dispersión de formaciones políticas. 

No hay más que ver la composición del Parlamento nacional (150 diputados) para entender el bloqueo: N-VA, nacionalistas flamencos, 24 escaños; PS, socialistas francófonos, 20; Vlaams Belang, extrema derecha flamenca, 18; MR, liberales francófonos, 14; Ecolo, verdes francófonos, 13; CD&V, democristianos flamencos, 12; Open VLD, liberales flamencos, 12; PTB, izquierda radical francófona y flamenca, 12; PS.A, socialistas flamencos, 9; Groen, verdes flamencos, 9; CDH, democristianos francófonos, 5; Défi, federalistas independientes francófonos, 2). 

Armar una mayoría es muy complicado. Muchos expertos interpretan la exigencia de la N-VA de un Estado confederal como el penúltimo paso antes de la separación total. Algo que los socialistas rechazan de plano. Su líder, Paul Magnette, alcalde de Charleroi, ha dejado claro que no van “a discutir de confederalismo, del fin de Bélgica o de la separación de la Seguridad Social porque pensamos todo lo contrario”. Idea compartida, más o menos, por los francófonos.  (...)

Si hubiera una nueva reforma constitucional sería en el mismo sentido que las anteriores: descafeinar el gobierno federal, dar competencias a las regiones y desmantelar poco a poco el Estado que durante más de un siglo fue controlado por los francófonos, cuando Valonia (Lieja, Charleroi, Mons, Namur) era poderosa gracias al carbón y al acero. 

Desde los años 60 del siglo pasado la economía y el equilibrio financiero se han revertido totalmente: crisis en la Valonia francófona con el cierre y desmantelamiento industrial, nueva pujanza de Flandes, una de las regiones más ricas de Europa. Hoy de Bélgica solo quedan, según Bart de Weber, alcalde de la productiva Amberes y líder de la N-VA, algunos signos identitarios simbólicos: “el chocolate, los mejillones con patatas fritas, el Atomium, los diablos rojos (selección de fútbol) y la Casa Real” y, habría que añadir, la cerveza. En su opinión no es que se separen de Bélgica, es que se disuelve sola. 

Al Gobierno federal le quedan pocas pero poderosas competencias: asuntos exteriores, seguridad y ejército, justicia, investigación, sanidad, seguridad social, finanzas (más 90% de los impuestos) y grandes empresas públicas: correos, ferrocarriles, energía atómica. Y la deuda, que es una de las más altas de Europa, en torno al 100% del PIB. Con el Estado confederal habría que dividir todo eso y resolver el caso de Bruselas, la capital y los 19 municipios que la rodean que forman una región propia oficialmente bilingüe (aunque es muy mayoritario el francés que entiende el 87% de la población frente al 16% del flamenco, superado ya por el inglés con un 34%, según el último barómetro lingüístico de una entidad independiente) y sede de la mayoría de los órganos oficiales de la Unión Europea. Un asunto nada baladí.   

Es cierto que son dos comunidades que viven de espalda una de la otra, encerradas en sus límites lingüísticos (hay muchos más flamencos que hablan francés, que valones que hablen flamenco) pero según Eurostat, no obstante, ocho de cada diez belgas se sienten bien en su país y con su vida, uno de los índices más altos de Europa. 

Quizá sea porque tienen unos salarios consistentes (3.558 euros brutos mensuales de media según el último dato, de diciembre, de la Oficina de Estadística, y son más altos en Bruselas y en Flandes). Pero la división sigue ahí, esperando el momento de ejecutarla sin estridencias ni golpes sobre la mesa.  (...)"             (Mario Bango, CTXT, 24/02/20)

No hay comentarios: