"(...) La situación política belga es endemoniada pero no explosiva. La casi
total ausencia de diálogo directo entre las fuerzas mayoritarias, los
nacionalistas flamencos (Nueva Alianza Flamenca-N-VA) y los socialistas
valones (PS), francófonos, ha bloqueado la formación del ejecutivo. Pero
que nadie espere salidas extemporáneas o reclamaciones fuera de la
legalidad vigente.
Los nacionalistas flamencos van paso a paso y, en
medio siglo, han conseguido darle la vuelta al país. Ahora plantean una
nueva reforma constitucional para crear un Estado confederal, al que se
oponen radicalmente los socialistas y el resto de los partidos valones. (...)
La realidad es que los nacionalistas flamencos no se han esforzado en
resolver el problema: creen que las circunstancias les favorecen.
Bélgica cuenta con 11,4 millones de habitantes de los cuales casi el 60
por ciento vive en Flandes; es la región más productiva, con menos paro y
transfiere una parte sustancial de sus recursos al sostenimiento del
país (según sus cálculos, del orden de 6.500 millones de euros al año,
dato no oficial).
Las ciudades de Brujas, Gante y Amberes y toda la
costa están en su territorio. Su presencia en un Gobierno federal no es
imprescindible, pero obliga a pactos complejísimos y contra natura. Si
acceden a negociar será para buscar una solución confederal. Escocia y
Cataluña son sus referencias, pero no echarán un pulso a la legalidad
vigente, esperarán para aplicar sus propuestas.
El país está dividido, tras seis reformas constitucionales, en tres
comunidades (flamenca, francófona y germanófona) y tres regiones
(Flandes, Valonia y Bruselas) y tiene seis presidentes: el federal
ocupado interinamente por Sophie Wilmès; el de Flandes que es Jan Jambon
de la N-VA en coalición con democristianos de CD&V y liberales de
Open VLD; el de Valonia, Elio di Rupo del Partido Socialista (PS), en
coalición con los liberales del MR y verdes de Ecolo; el de Bruselas,
Rudi Vervoort del PS, en coalición con Ecolo, Défi y Open VLD; el de la
comunidad francófona, Pierre Yves Jeholet, liberal del MR, en coalición
con PS y Ecolo; y el de comunidad germanófona (muy pequeña y nada
significativa, no llega a los cien mil habitantes), Oliver Pasch de un
partido local. (...)
Todos ellos han sido elegidos después de los comicios del 26 de mayo
tras complejas negociaciones. Pero queda pendiente el gobierno federal
tras más de 220 días (hay que recordar que Bélgica tiene el récord
mundial de un gobierno democrático en funciones, 541 días entre 2010 y
2011). Es imprescindible que en la coalición estén flamencos y
francófonos dada la dispersión de formaciones políticas.
No hay más que
ver la composición del Parlamento nacional (150 diputados) para entender
el bloqueo: N-VA, nacionalistas flamencos, 24 escaños; PS, socialistas
francófonos, 20; Vlaams Belang, extrema derecha flamenca, 18; MR,
liberales francófonos, 14; Ecolo, verdes francófonos, 13; CD&V,
democristianos flamencos, 12; Open VLD, liberales flamencos, 12; PTB,
izquierda radical francófona y flamenca, 12; PS.A, socialistas
flamencos, 9; Groen, verdes flamencos, 9; CDH, democristianos
francófonos, 5; Défi, federalistas independientes francófonos, 2).
Armar una mayoría es muy complicado. Muchos expertos interpretan la
exigencia de la N-VA de un Estado confederal como el penúltimo paso
antes de la separación total. Algo que los socialistas rechazan de
plano. Su líder, Paul Magnette, alcalde de Charleroi, ha dejado claro
que no van “a discutir de confederalismo, del fin de Bélgica o de la
separación de la Seguridad Social porque pensamos todo lo contrario”.
Idea compartida, más o menos, por los francófonos. (...)
Si hubiera una nueva reforma constitucional sería en el mismo sentido
que las anteriores: descafeinar el gobierno federal, dar competencias a
las regiones y desmantelar poco a poco el Estado que durante más de un
siglo fue controlado por los francófonos, cuando Valonia (Lieja,
Charleroi, Mons, Namur) era poderosa gracias al carbón y al acero.
Desde
los años 60 del siglo pasado la economía y el equilibrio financiero se
han revertido totalmente: crisis en la Valonia francófona con el cierre y
desmantelamiento industrial, nueva pujanza de Flandes, una de las
regiones más ricas de Europa. Hoy de Bélgica solo quedan, según Bart de
Weber, alcalde de la productiva Amberes y líder de la N-VA, algunos
signos identitarios simbólicos: “el chocolate, los mejillones con
patatas fritas, el Atomium, los diablos rojos (selección de fútbol) y la
Casa Real” y, habría que añadir, la cerveza. En su opinión no es que se
separen de Bélgica, es que se disuelve sola.
Al Gobierno federal le quedan pocas pero poderosas competencias:
asuntos exteriores, seguridad y ejército, justicia, investigación,
sanidad, seguridad social, finanzas (más 90% de los impuestos) y grandes
empresas públicas: correos, ferrocarriles, energía atómica. Y la deuda,
que es una de las más altas de Europa, en torno al 100% del PIB. Con el
Estado confederal habría que dividir todo eso y resolver el caso de
Bruselas, la capital y los 19 municipios que la rodean que forman una
región propia oficialmente bilingüe (aunque es muy mayoritario el
francés que entiende el 87% de la población frente al 16% del flamenco,
superado ya por el inglés con un 34%, según el último barómetro
lingüístico de una entidad independiente) y sede de la mayoría de los
órganos oficiales de la Unión Europea. Un asunto nada baladí.
Es cierto que son dos comunidades que viven de espalda una de la
otra, encerradas en sus límites lingüísticos (hay muchos más flamencos
que hablan francés, que valones que hablen flamenco) pero según
Eurostat, no obstante, ocho de cada diez belgas se sienten bien en su
país y con su vida, uno de los índices más altos de Europa.
Quizá sea
porque tienen unos salarios consistentes (3.558 euros brutos mensuales
de media según el último dato, de diciembre, de la Oficina de
Estadística, y son más altos en Bruselas y en Flandes). Pero la división
sigue ahí, esperando el momento de ejecutarla sin estridencias ni
golpes sobre la mesa. (...)" (Mario Bango, CTXT, 24/02/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario