"En julio de 2013, pocos días después del accidente ferroviario de Santiago de Compostela
en el que murieron ochenta personas, Joan Antoni Poch (JAP) publicó una
viñeta en El Punt Avui en la que aparecía una vía de tren doblegada,
acompañada de una pancarta que decía “Marca España”.
Evoco este sutil ejercicio de humor nacionalista para recordar que el
espectáculo de odio y deshumanización al que asistimos a diario no es
consecuencia del procés o del encarcelamiento de sus responsables, sino que es justo al revés: la xenofobia es la madre del procés.
Por desgracia, los poderes públicos en Cataluña han alentado ese
sentimiento de agravio y diferencia que tan fácilmente metaboliza en
fanatismo. Esta semana hemos sabido que los odiantes nacionalistas han comenzado a jugar con explosivos, o lo que es lo mismo: el odio ha superado la fase verbal.
Siempre me ha sorprendido la facilidad con que se odia en Cataluña.
Recuerdo comentárselo, hace cosa de un año, a un par de amigos
biempensantes que siempre consideran que exagero. Ante su incredulidad
les propuse un ejercicio que permitiera tomar la temperatura moral del
ambiente: les pedí que imaginaran cómo reaccionarían los políticos
nacionalistas y sus huestes si se produjera un atentado mortal en nombre
de la independencia. Hubo silencio.
Nadie era capaz de imaginar a Torra guardando un minuto de silencio por
un guardia civil asesinado, mucho menos leyendo un comunicado condenando
la acción de sus acólitos. Aún así, no veían verosímil pensar que el
odio pudiera tornarse mortal. En su ingenuidad, deben pensar que la
violencia consiste en que, un buen día, tu vecino pasa de saludarte
sonriente a ponerte la parabellum en la nuca. No. Entre ambos hay una
travesía emocional, deshumanizadora, que estamos lentamente recorriendo.
Pero la reacción del independentismo no es, por
esperable, menos dramática. A un President encausado por desobediencia y
un discurso abiertamente insurrecto, se suma la sospecha de que la
Guardia Civil quiso guardar cierta información operativa de los Mossos, por temor a filtraciones.
Es decir, existía la sospecha de que una fuerza armada, con más de
quince mil efectivos y responsable del orden público en Cataluña,
pudiera obrar en connivencia con supuestos terroristas.
Quizá el ejemplo
más triste de la ignominia que flagra en Cataluña ocurrió el jueves,
cuando el portavoz de Ciudadanos fue expulsado de la cámara por
denunciar el compadreo entre los detenidos y los grupos nacionalistas.
Temo que vendrán malos tiempos. Pero temo algo peor:
vendrán malos tiempos y los amigos biempensantes seguirán sin
reaccionar. Denunciando a los odiantes, pero
rematando con eso de que grupos como Ciudadanos viven de la crispación.
Ay, amigos, lo importante no es evitar la crispación, sino combatir el
odio. Y el odio no puede combatirse sin provocar crispación." (David Mejía, The Objective, 28/09/19)
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