"(...) Ada Colau será por otros cuatros años la alcaldesa de Barcelona, porque así lo querrá el PSC. Valls
ha mejorado en dos puntos los resultados de Ciudadanos y el PP ha
entrado en el Consistorio, aunque perdiendo más de tres puntos. Colau
gobernará en minoría, pero mucho más condicionada por los socialistas de
lo que ya estaba. Por los socialistas y por el propio Valls, cuyo apoyo
es imprescindible para que Colau pueda aprobar los Presupuestos. (...)
Lo importante, como en cualquier otra convocatoria electoral que aquí se
haga, es que el indepentismo exhibido vuelve a fracasar en su ambición
de controlar descaradamente la ciudad. Por el momento, Barcelona se
resiste a ser una Cámara de Comercio, que como se sabe acaba de caer en
manos de un salvaje.
No solamente el independentismo fracasa en su
ambición, sino que retrocede gravemente en su representación
consistorial. La suma de la Convergencia ya desleal del 2015 más
Esquerra y la Cup -el tripartito que gobernaba Cataluña en aquel momento
y que impulsó el proceso degenerativo del Proceso- daba más del 41%.
Hoy suma 10 puntos menos.
El independentismo se topó con la ley y ahora se topa con la democracia.
La ciudad de Barcelona fue ayer una voz más -y poderosa- de las que
urgen al independentismo a que designe ya su héroe de la retirada. No
tiene la ley ni la razón ni el asentimiento mayoritario de los
ciudadanos. Tampoco tiene la capital de su país imaginario.
Y se
comprueba ahora, en el momento de máxima movilización sentimental de sus
huestes, con sus dirigentes juzgándose en el Supremo. Tabarnia puede
que fuera una broma inteligente y maliciosa del constitucionalismo. Pero
Tractoria puede acabar siendo una necesidad vital -mortal- del
independentismo.
(...) al independentismo no lo ha vencido el discurso racional e impecable de
Manuel Valls, que no solo ha mejorado los resultados de Cs de 2015 sino
los que probablemente habría obtenido Cs sin él. Ni tampoco lo habrá
vencido Collboni y la eficaz e ilustrada tradición
socialista de gestión urbana, a pesar de su buen resultado y de que será
imprescindible para que Colau gobierne. Colau (...) destaca en esa cosa hórrida que llaman gestión de las emociones. (...)
Escribamos que ayer Barcelona demostró su independencia." (Arcadi Espada, El Mundo, 27/05/19)
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